La ley que puso fronteras al euskara en nafarroa, 25 años después
La ley que discrimina los derechos lingüísticos de los navarros cumple 25 años. Un cuarto de siglo de trabas, pero de también de lucha por salvar el euskara, sobre todo en los sitios donde está proscrito.
Aritz INTXUSTA
El llamado Amejoramiento del Fuero es una ley de 1982 que jamás fue refrendada por los navarros. Se negoció en un tú a tú entre los poderes fácticos del régimen franquista que se desvanecía. En su artículo noveno se dictaminó que es el castellano la lengua oficial del herrialde, con la excepción de las «zonas vascoparlantes» donde también el euskara sería oficial. Ese mismo artículo avanzaba que «una ley foral determinará dichas zonas, regulará el uso del vascuence y, en el marco de la legislación general del Estado, ordenará la enseñanza de esta lengua». La normativa tardó más de cuatro años en desarrollarse, siendo rubricada el 15 de diciembre de 1986, es decir, cumplió ayer un cuarto de siglo. En la ley aparecieron, además de esas «zonas vascoparlantes» que se adivinaban en el Amejoramiento, otra zona llamada «mixta» y la última zona, donde poco menos que el euskara sería una lengua extranjera, como el inglés, sólo que el inglés, se consideró «más útil».
De esta forma, la ley estableció una discriminación entre los navarros según la zona donde residen, estableciendo unos derechos lingüísticos distintos para unos y otros. Aunque el primer texto ha sufrido algunas modificaciones (en 1994, 2000, 2001 y 2003) se trata de una ley que se ha modificado bien poco a lo largo de los años, teniendo una redacción bastante fiel a la original y com las mugas casi inmutables. Los resultados que se han derivado de estas fronteras lingüísticas, escritas -supuestamente- para fomentar el uso y conocimiento del euskara, hablan por sí mismos: en la zona vascófona casi 60% de la población es euskaldun, en la zona mixta apenas se llega al 20%, mientras que en la zona no vascófona existe un reducto de en torno al 6%. Además, es justo subrayar que gran parte del mérito de que se conozca y se emplee el euskara no lo tienen las instituciones, sino los colectivos militantes en favor de la lingua navarrorum y el empeño de miles de personas con ganas de aprender y de miles de padres y madres que no se han resignado a que sus hijos crezcan desconociendo la lengua autóctona.
Las batallas de la zona mixta
Normalmente, las críticas que se realizan a la ley van encaminadas a la exclusión de una zona de Nafarroa, donde estudiar euskara cuenta con todas las trabas imaginables. Sin embargo, la zona mixta, donde residen prácticamente la mitad de los euskaldunes de Nafarroa, ha sido también fruto de choques constantes, debido a una lectura restrictiva hasta el extremo de la propia ley. «El texto es restrictivo en sí mismo. A nuestro juicio, no fomenta sino que frena el aprendizaje del euskara», explica Nestor Salaberria, coordinador de Sortzen. Uno de los ejemplos más visibles de que el euskara no posee una relación de igual a igual con el castellano se ve en la rotulación. «En los carteles siempre aparece el castellano con una tipografía más grande que el euskara y, a día de hoy, todavía nos encontramos con letreros que incluyen lenguas como la alemana y se olvidan del euskara», continúa Salaberria. Las reticencias del Gobierno al empleo de la lengua vasca en la cartelería se hacen patentes en procesos judiciales como el que se emprendió para que el euskara tuviera cabida en la autovía Iruñea-Lizarra, que duró cuatro años. Asimismo, se da la circunstancia de que en la zona mixta -que abarca a Iruñerria- se encuentran los servicios centralizados, tanto administrativos como sanitarios y, en ellos, no está garantizada la atención en euskara, ni siquiera para los privilegiados ciudadanos de la zona vascófona cuando acuden a ellos.
Las reivindicaciones en la zona mixta han sido continuas y, muchas de ellas, han estado protagonizadas por padres y madres. Maribel Astiz, del barrio iruindarra de Donibane, se ha tirado casi dos décadas peleando por el derecho de sus hijos a estudiar en su idioma y, además, en un centro público. «En Donibane no había una escuela infantil a la que poder llevar a mis hijos. El único sitio donde los pude llevar fue a la Txantrea», recuerda Astiz. De allí, sin dejar de pelear por la apertura del modelo D en su barrio, tuvieron que trasladarlo a la escuela de Iturrama. «Durante un tiempo, dos cursos, un grupo de padres llevamos a nuestros hijos a estudiar en euskara en una bajera en Ermitagaña. Estuvimos así hasta que la situación se volvió insostenible», continúa. El resultado de este empeño fue significativo: aunque el grupo de niños de esa bajera acabó por integrarse en la escuela Amaiur, el Gobierno tuvo que darles la razón. «Cuando fuimos todos de golpe a la ikastola, nuestros hijos estudiaban en una clase aparte. Al final, acabaron por mezclarse, pero sí que se te queda la sensación de que hubo un semirreconocimiento por parte del Gobierno de que llevamos la razón», comenta. Lamentablemente, la historia de la lucha de esta madre no tiene un final feliz del todo. El barrio de Donibane sigue sin contar con un aula de modelo D y su hija, que ya está en la universidad, decidió terminar su ciclo formativo en euskara y, para ello, se tuvo que marchar a Gasteiz.
«Se supone que para que haya un aula en modelo D en una escuela de la zona mixta debe de haber un mínimo de alumnos, que está cifrado en 20 niños», explica Astiz. «Pero esto sólo es el principio. Hay que juntarse, buscar un grupo de padres y reivindicarlo, pero el problema es que no es inmediato, sino que se tardan años, cuatro o cinco, en habilitarse esa aula para que puedan estudiar», afirma. Pese a todas estas trabas, cada vez que se abre un grupo para estudiar en modelo D en la zona mixta, siempre han ido a más. Ahora bien, según Astiz, «siempre con pelea. Otra cosa es en la zona no vascófona, allá es todo más triste».
«No vascófonos», con todo en contra
Alicia Iribarren es natural de Elizondo, pero llegó a Tutera con diez años. Ocho años después comenzó a dar clases de euskara a grupos con AEK. Por sus manos han pasado cientos de personas y muchos de ellos han conseguido recuperar el idioma prácticamente de la nada. «El principal problema aquí es que las clases son como una isla. Una vez que los alumnos salen, apenas existen posibilidades de que practiquen el euskara», reconoce la irakasle. «Aprender un idioma es una tarea de años y la falta de personas con las que hablar hace que se alargue». A su juicio, la ley del vascuence ha supuesto la «no normalización» del idioma. «Las personas no tienen derecho a aprender el euskara ni a vivir en él. La Administración no te atiende en euskara porque no tienes derecho. Tampoco se prima el conocimiento, sino que se busca que sea más innecesario». Sin embargo, lejos de desesperarse, sostiene que la enseñanza del euskara en Tutera aporta otras cosas. «Aquí lo que te llena es ver las ganas de aprender de los que vienen a clase. La satisfacción llega de su su motivación», afirma, para después reconocer que «yo estoy aquí porque el euskara es el idioma de este pueblo, de Euskal Herria, y dentro de él se encuentran Tutera y Erribera».
Además de quienes roban parte de su tiempo libre para recuperar la lengua casi perdida, nuevamente han sido los padres y madres los principales enemigos de la barrera lingüística. Su ariete contra la zonificación han sido las ikastolas, a lo largo de estos años, se han levantado en Tutera, Irunberri, Viana, Zangotza... El ejemplo paradigmático se puede encontrar en la ikastola Garcés de los Fayos, en Tafalla. En 2011, por tercera vez, ha sido la anfitriona de la gran movilización solidaria que constituye en Nafarroa Oinez. Este dinero se ha gastado en la tercera ampliación, ya que necesitan de un edificio nuevo porque no dan abasto y necesitan desdoblar las clases. Este año Garcés de los Fayos ha batido a los otros dos centros de la ciudad (el público y el privado) en número de matriculaciones.
Hay mucho trabajo detrás, pero, hasta en el peor sitio, el euskara avanza. A pesar de la ley. El problema es el ritmo, demasiado lento, que ha provocado que miles de navarros no hayan tenido oportunidad de aprenderla durante los últimos 25 años.
Euskal Herrian Euskaraz convocó 20 concentraciones ayer en distintas localidades navarras para denunciar una ley que no impulsa el conocimiento del euskara, sino que lo frena. Por su parte, Sortzen anunció que hoy se realizará un encierro junto a vecinos de Mañeru para exigir que se pueda estudiar en euskara en esa localidad. La protesta durará tres días y pretende emular la lucha de hace 30 años en el barrio de Arrosadia de Iruñea, cuando se ocupó la ikastola de la Milagrosa. Asimismo, ayer la izquierda abertzale realizó una rueda de prensa para denunciar una «ley euskarafóbica» en la que exigió que se el euskara debe ser lengua oficial en toda Nafarroa y que se debe garantizar la euskaldunización de las nuevas generaciones y apoyar a los medios que emplean esta lengua. A.I.