Belén Martínez Técnica de Igualdad
De puntos «negros» y líneas rojas
La evolución de una tertulia en un programa de televisión, la pasada semana, originó la reflexión de la autora en torno a los lugares más problemáticos en relación a las agresiones a mujeres. Entiende que libertad y seguridad no son conceptos contrapuestos y se resiste a aceptar que el aumento de la segunda haya de restringir la primera.
Araíz de las dos denuncias por intento de violación registradas en el plazo de un mes en Barakaldo, el programa «Ni Más Ni Menos» de ETB planteaba, el pasado jueves, un debate en torno a los denominados puntos «negros» de las agresiones. En la tertulia participaban, entre otras personas, Juana Bengoetxea, concejala del PP en Irun, y la técnica de Igualdad Josebe Iturrioz.
Bengoetxea comenta que en la localidad de Irun habían identificado 42 puntos conflictivos en el Mapa de la Ciudad Prohibida, una iniciativa de las asociaciones feministas. Mientras realiza su exposición, Iturrioz la interrumpe para hacer una alusión al Alarde y a la participación desigual de las mujeres. A continuación, la técnica de Igualdad inquiere a la concejala: «¿Te estás abrogando?»,a lo que esta responde que el mapa había sido «creado y propuesto por una asociación feminista». Iturrioz replica diciendo que en Irun «lo habéis hecho de rebote», precisando que el mapa era una proposición pionera de Plazandreok en Donostia.
En el debate se intercala la llamada de Puri, una mujer de Lasarte. La percepción de Puri difiere de la de Josebe. La participante narra una experiencia que vivió al llegar a la oficina en la que trabajaba. La técnica parece querer anticiparnos el desenlace del relato intentando inducir una respuesta concreta por parte de Puri. «¿Estás contando una agresión?». Josebe concluye: «Tú lo que eres es una valiente. No tienes miedo».
El punto álgido del debate llega con las manifestaciones de Iturrioz refiriéndose a Riberas de Loiola como «hervidero de violaciones». Se hace una alusión a la violación perpetrada cuando este barrio comenzaba a poblarse. Tanto el contertulio Denis Itxaso, concejal del PSE de Donostia, como el conductor del programa, Klaudio Landa, le instan a no ser alarmista. Josebe insiste: «Las tías los percibimos [los puntos `negros'] como un hervidero de violaciones». Y prosigue diciendo que si lo que Itxaso quiere es que retire lo de «hervidero de violaciones», lo retira. Luego hace una pirueta semántica hablando de «hervidero de agresiones sexuales», a la vez que asume que ella es «superresponsable». También les increpa porque entiende que están haciendo «pantojeo» con sus palabras. Denis alude a la elevada tasa de violencia contra las mujeres en el hogar familiar. Iturrioz considera que son «datos sesgados», basándose en lo acontecido durante las fiestas, en los sanfermines, etc. Asimismo, persiste en la idea de que «hay un montón de tías con miedo». Quienes participan en la tertulia coinciden en señalar que los mapas «se atascan en el Departamento de Urbanismo»...
Los mapas constituyen una herramienta valiosa para identificar lugares en los que las mujeres se sienten inseguras o han vivido situaciones de violencia, además de contemplar los factores que contribuyen a crear una sensación de inseguridad. India y Canadá han sido pioneras en esta metodología exportada a principios de los años noventa del pasado siglo al Estado español. En el año 1996 se dieron una serie de sinergias entre colectivos feministas, asociaciones de mujeres y la institución municipal que contribuyeron a que Plazandreok diera a luz un Mapa de la Ciudad Prohibida.
El hecho de que el trabajo iniciado en 2010 por Irungo Bilgune Feminista culminara en el actual Mapa de la Ciudad Prohibida y que en este se hayan implicado diferentes colectivos ciudadanos, grupos de mujeres y la propia institución es algo que debería ser puesto en valor por cualquier técnica de Igualdad. Iturrioz podía haber resaltado el trabajo de Plazandreok (si de eso se trataba) sin minusvalorar, por ello, la experiencia llevada a cabo en Irun, con la que parecía identificarse Juana Bengoetxea, concejala en la oposición. Conferir y recibir «autoridad» de y a las mujeres en temas que nos afectan directamente, así como practicar la razón dialógica, es bastante más pedagógico que impedir que las personas expresen su punto de vista.
Por otra parte, tal vez Josebe dispone de datos fiables para realizar un diagnóstico de Riberas de Loiola que le permite concluir que estamos ante un «hervidero de violaciones». Si «su» diagnóstico es certero, el Consistorio todavía no se habría enterado de que nos encontramos en un No Man's Land donde algunos (o muchos) hombres violan de forma habitual y sistemática a las mujeres que habitan en esa zona o transitan por la misma. ¿Debe el Ayuntamiento donostiarra activar la alerta roja porque al lado tenemos una especie de Fukushima hot zone para las mujeres?
No parece que esta hipótesis sea la más probable, puesto que ni el equipo de gobierno, ni la oposición ni los medios de comunicación, ni incluso las diferentes organizaciones feministas y de mujeres de la ciudad se han pronunciado en este sentido. Iturrioz debe tener sus propias fuentes de información.
Si las palabras son importantes, la conceptualización y objetivización de los hechos no lo son menos. Conviene recordar que quien adopta la expresión «hervidero de violaciones» asesora a la Diputación Foral de Gipuzkoa en materia de Igualdad. No se trata de cualquier tertuliana que opina sobre no importa qué en un programa basura. Sus declaraciones las realiza en una cadena pública, en un programa con audiencia, donde se trata uno de los temas que las técnicas de Igualdad deben abordar en su trabajo. Es un sujeto de investigación e intervención pluridisciplinar en el que demandamos continuamente que se cuente con los conocimientos, competencias y experiencia de las técnicas de Igualdad.
La seguridad es un concepto subjetivo. Si la objetivamos y la cruzamos con la categoría «miedo», que también es subjetiva, podemos obtener como resultado la confrontación de dos conceptos: libertad y seguridad que, a mi modo de ver, son indisociables. Hacer excesivo hincapié en la reducción del riesgo de victimización por crímenes y delitos contra la libertad sexual de las mujeres, femicidios, etc. puede comportar más restricción de la libertad de las mujeres -a través de la autocensura y medidas supuestamente protectoras-, en lugar de ampliarla, conquistarla y/o recuperarla.
Hay discursos que nos reconstruyen como víctimas potenciales y nos apuntalan en atributos identitarios vinculados a lo femenino, como la debilidad, la fragilidad, la indefensión y la vulnerabilidad. Hablar de «hervidero de violaciones» supone focalizar sobre las políticas de prevención del riesgo de la criminalidad en detrimento de las políticas sociales. Cuando una opta por catalogar un barrio como «hervidero de violaciones», además de estigmatizarlo, puede estar contribuyendo a la legitimación y justificación de políticas de «esterilización del territorio urbano», expresión utilizada por Tamar Pitch, jurista y profesora italiana que aboga por más recursos económicos, sociales y culturales para las mujeres, para deambular, pasearse, transitar y/o desplazarse con confianza. Suscribo plenamente la reivindicación de Pitch de hacer políticas dirigidas a producir confianza generalizada (fiducia generalizzata).
Los datos siguen mostrando que las mujeres son violentadas en mayor medida en el hogar familiar, en los centros de trabajo, lugares de entrenamiento, además de las prisiones y las comisarías. En mi opinión, las cartografías del miedo deberían superponerse con los mapas de las ciudades prohibidas, con los topos de las violencias y con nuestro mapamundi particular. Veremos cuáles son los resultados.