La segunda crisis de gobierno en Nafarroa en un año quedó oficialmente saldada anoche con un escueto comunicado. El acuerdo es fruto de una reunión que tuvo lugar por la tarde y en la que estuvieron presentes Yolanda Barcina y Roberto Jiménez, según la versión oficial emitida por el Gobierno, que no habla de más participantes. El texto de reconciliación se estructura en cinco puntos, pero la clave está en «un hipotético incremento de ingresos». Es decir, el PSN conseguiría que el anunciado recorte por 132 millones de euros se reduzca a cambio de subir los impuestos o crear nuevos para compensar esta merma en el tijeretazo. Pero todo esto sigue aún al albur de una futura negociación.

La crisis desatada por el PSN hace hoy una semana se ha cerrado rápidamente, pero ha sido más profunda que la anterior, motivada por la decisión de Barcina de acudir a las elecciones estatales de la mano del PP. La relevancia de la crisis dejará cicatriz, puesto que en los cinco puntos de la resolución de ayer se incluye una reformulación del articulado del Pacto de Gobierno para «adaptarlo a las nuevas circunstancias económicas y sociales de Navarra, y en el que se basarán las decisiones que deba adoptar el Gobierno».

La negociación entre los socios comenzará con un análisis de la situación económica, del que saldrán unas «necesidades de ingresos y gastos», para después consensuar «la fórmula para dar respuesta a esas necesidades». El fruto de esta negociación darían lugar a un acuerdo «cuyas consecuencias sustituirían a la no disponibilidad de gasto establecida inicialmente en la orden foral» decretada el viernes pasado por el consejero de Economía.

Todo apunta a que en breve se solventará el principal perjuicio para la ciudadanía que ha tenido la actual crisis: la congelación de las cuentas del Gobierno. El consejero Álvaro Miranda dio la orden de bloquear las partidas presupuestarias que no estaban ya comprometidas, provocando que en toda la Administración no se pudieran hacer compras, una situación atípica y muy grave que se habrá prolongado una semana si se resuelve hoy mismo.

El arreglo no resultó sorprendente después de que el discurso de Roberto Jiménez se desinflara durante su comparecencia con Alfredo Pérez-Rubalcaba en Madrid. El PSN escenificó un órdago en toda regla que, al parecer, nunca fue creído por sus socios. Barcina minimizó su importancia hablando de «rencillas», mientras que los parlamentarios de UPN no mostraban preocupación. «Que digan lo que quieran. Nosotros tenemos encuestas que dejan muy claro cómo quedaría el PSN si se celebran elecciones», confesaba uno de estos parlamentarios fuera de micrófono este lunes.

Por la mañana, el Gobierno celebró su primera reunión de trabajo tras estallar la crisis. En ella dio explicaciones el portavoz, Juan Luis Sánchez de Muniáin, que se negó a responder sobre si en algún momento había habido un peligro real de ruptura y remitió a lo publicado en prensa para que «cada uno saque sus propias conclusiones». Recalcó que el famoso impasse proclamado por el PSN tampoco era tal, porque con las relaciones oficialmente rotas sí que se habían presentado a la reunión rutinaria de trabajo. Ahora sólo falta la foto de la rúbrica de Barcina y Jiménez en un nuevo acuerdo para cerrar la polémica. Pese a todo, la solidez del Gobierno probablemente sí quede muy tocada.