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Floren Aoiz www.elomendia.com

El asunto catalán es mucho más que Mas

Ocurrió, en la práctica, que la manifestación fue tan grande y tan claramente independentista que era imposible que Mas y CiU hicieran al primer bote negocio con ella

Existe un interés compartido por algunos agentes españoles, catalanes y vascos en presentar a CiU, y más concretamente a Artur Mas, como una especie de gran timonel del independentismo catalán.

El día de la Diada, en Barcelona, pude ver cómo una televisión española hablaba de la manifestación a favor del pacto fiscal que se iba a celebrar esa misma tarde. Hace unos días, en otra cadena, también española, citaban aquel acto presentándolo como una movilización organizada ¡por la Generalitat! Resulta que CiU, que tiene muchísimos votos, sin embargo no suele organizar actos de masas en la Diada y desde luego no ha convocado ni como partido ni desde el Gobierno autónomo la gigantesca ola independentista que colapsó Barcelona el 11 de septiembre. De hecho, Mas ni siquiera acudió, aunque en el estilo típico de la burguesía catalana, recurrió a aquello del sí pero no, o sea, no acudir físicamente, pero sí en espíritu.

Había en aquel acto muchos votantes de CiU. Más exactamente, muchas decenas de miles de votantes de CiU. Pero la marcha fue convocada por la Assemblea Nacional Catalana (ANC), que es una plataforma plural surgida tras las consultas populares en torno a la independencia. La manifestación fue explícitamente llamada como un acto independentista y vino precedida de una cierta polémica entre los convocantes y Mas, que pretendía que se posicionaran a favor del pacto fiscal, porque, según él, había que pisar tierra, tener en cuenta la situación de grave crisis económica y no perderse en aventuras.

La ANC se vio obligada a aclarar que la manifestación era por la independencia y que nadie debía intentar manipularla en otro sentido. Y es que ante la imposibilidad de parar la ola y de conseguir encauzarla por la vía de la defensa del pacto fiscal, CiU y otros agentes sociales, económicos y políticos estaban preparándose para desnaturalizar el éxito previsto y apuntarse el tanto.

Ocurrió, en la práctica, que la manifestación fue tan grande y tan claramente independentista que era imposible que Mas y CiU hicieran al primer bote negocio con ella. El ascua era en realidad una inmensa hoguera, así que no podían llevarla a su sardina si no querían, directamente, achicarrarla. Pero eso no quiere decir que CiU y Mas cambiaran de estrategia y decidieran dar por buena la reivindicación independentista. La salida ha sido ganar tiempo y subir las apuestas políticas: elecciones anticipadas y consulta en los próximos años.

La legislatura estaba, en realidad, terminada con unos recortes bestiales que han puesto la sociedad patas arriba y un neoliberalismo que intenta a aparecer como catalanista ocultando que su socio en las medidas antisociales es el PP. Con la Administración autonómica pidiendo rescate y un PP que no quiere ni oír hablar de pacto fiscal, no había mus. Y, para colmo, la manifestación, imposible de digerir: hace falta alucinar para pretender que la gente lo que en fondo pedía era otro modelo de relación fiscal con España. Algunos querían y quieren eso, cierto, pero el desafío independentista es más que Mas, aunque Mas quiere ser más que él y controlarlo.

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