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«Los museos tendrán que tener en cuenta los deseos del público»

Cómo hacer frente a los vertiginosos cambios que la sociedad les exige sin dejarse por el camino su función original es el desafío al que se enfrentan los museos si quieren sobrevivir. John Coppola, uno de los consejeros museológicos del Gobierno de Obama, reconocía ayer que, de momento, no conoce a ninguno que lo haya conseguido. Coppola es uno de los ponentes del congreso que, hasta hoy, analiza en Donostia el futuro de los museos en época de crisis.

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Amaia EREÑAGA | DONOSTIA

El mismo día en el que se cumplían quince años de la inauguración del Museo Guggenheim en Bilbo -el 2014, por cierto, se decidirá la continuidad o no del acuerdo con la fundación «madre» de Nueva York-, arrancaba ayer en Donostia el octavo Congreso sobre Patrimonio Cultural organizado por el departamento de Filosofía de los Valores y Antropología Social de la UPV/EHU en colaboración con la Université Lumière Lyon, el Laboratoire d'Histoire et de Patrimoine de Montréal y el Museo Romano Oiasso de Irun. Expertos internacionales, locales y estatales se han reunido durante dos días para analizar las posibles salidas a un futuro que se dibuja incierto para unas infraestructuras que, si bien vivieron un boom en la década de los 60, con la crisis actual resultan en muchos casos inviables.

Como apuntaba Mertxe Urteaga, la directora del Museo romano de Oiasso, «no es un congreso sobre la crisis, sino de los museos en tiempo de crisis». La clave para su supervivencia, al hilo de las palabras de la vicerrectora del campus, Cristina Uriarte, todo depende de «su capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos».

Saber cómo lo encara una gran potencia como EEUU, con sus 17.500 museos -la cifra es del The American Alliance of Museums-, es, sin duda, un buen punto de referencia. Sin embargo, los datos ofrecidos ayer en el congreso donostiarra por John Coppola, conocedor de primera mano de la situación, no daban mucho pie al optimismo, sobre todo mirándolos desde Europa. Miembro de la National Museum and Library Services Board desde hace dos años por designación presidencial -es algo así como una junta nacional de museos; un órgano consultivo a nivel nacional-, John Coppola tiene una impresionante carrera, que incluye su etapa como director de la central de exhibiciones de la prestigiosa Smithsonian, además de su labor de gestión de exposiciones para América Latina y su propio país. Coppola fue a los ejemplos concretos, a casos reales en los que las soluciones están siendo imaginativas, aunque admitió que «no son aplicables a todos los museos, pero hay que reconocer que todo es posible con creatividad».

Entidad sin ánimo de lucro y que engloba a unos 15.000 profesionales, The American Alliance of Museums es la impulsora, a su vez, del Center of The Future of Museums, una entidad que busca ayudar a los museos a explorar los desafíos de esta época de cambios tanto tecnológicos como económicos. Este centro que analiza el futuro de los museos -inexistente aquí- ha identificado diferentes tendencias, según explicó Coppola. Algunas de ellas quizás no podrían ser extrapolables, a priori a Europa, ya que los museos estadounidenses son privados, aunque con exenciones fiscales... que, por supuesto, pueden desaparecer, convirtiéndolos en bienes de lujo. Ese es el caso del Instituto de las Artes de Detroit, uno de los más grandes de EEUU y famoso por los murales de Diego Rivera, que el pasado mes de agosto fue salvado in extremis por la ciudadanía de Detroit de un cierre inminente -había sufrido la pérdida de fondos, había despedido a personal...-. El acuerdo que se alcanzó, para diez años, fue que el museo recibirá el 90 por ciento de su prepuesto (23 millones de dólares anuales) a cambio de que la entrada fuese gratuita para los vecinos de los tres condados limítrofes a Detroit. «Es el único caso en EEUU y no es una solución universal, porque no se puede confiar en la buena voluntad del público», reconoció el museólogo.

Quizás la tendencia más importante detectada por el Center of The Future of Museums, como enfatizó Coppola, es el cambio de las expectativas de los visitantes de los museos. El perfil ha variado, con las nuevas tecnologías y los cambios poblacionales. Hay experiencias de todo tipo, como los programas para enfermos de Alzheimer y sus visitantes que llevan a cabo en Virginia y Nueva York -la tipografía también se está ampliando, se colocan zonas de descanso teniendo en cuenta el envejecimiento poblacional-, también se trabaja en una mayor implicación en la vida comunitaria y educativa -tienen que salir del museo e ir a las escuelas, para lo que se hacen seminarios, se facilita material de todo tipo...- y, sobre todo, se usan las nuevas tecnologías. Habló de la «wikipización» de las exposiciones -se piden aportaciones a los colaboradores de wikipedia para hacer exposiciones- y también de la creación de nuevas aplicaciones, porque lo que está claro, dijo, es que «hay que enfocar las exposiciones específicamente en base a lo que el visitante quiere saber y no lo que el museo quiere enseñarle. Ahora hay que tener en cuenta los deseos del público». Eso sí, intentando equilibrarlo con la labor de conservación museística. Ese es, sin duda, uno de los grandes desafíos del futuro.

CONGRESO

El congreso (de entrada libre) finaliza esta mañana en el aula magna de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de Donostia con la intervención, entre otros, de François Mairesse, profesor de la Universidad de la Sorbona, la museóloga canadiense Annette Viel y las especialistas catalanas Olga López y Lada Servitja.

IMAGINACIÓN

Los museos en EEUU son privados, aunque con ayudas fiscales. Entre las tácticas que utilizan para conseguir fondos hay de todo, como utilizar la tecnología: un 13 por ciento de los museos incluyen entre sus planes de futuro el uso de microdonaciones, realizadas por teléfono. Siguen la estela del éxito de la Cruz Roja tras la tragedia de Haití.

Gasco desacredita a los Amigos del Museo Vasco del Ferrocarril

La Diputación de Gipuzkoa y la Fundación del Museo Vasco del Ferrocarril situado en la localidad de Azpeitia firmaron ayer un acuerdo de colaboración, mediante el cual la Diputación entra a formar parte del Patronato de la Fundación y, por tanto, el museo se incorpora en la red de museos de Gipuzkoa. Tal como señaló la diputada de Juventud, Cultura y Deporte, Ikerne Badiola, «el museo, aunque haya tenido un recorrido complicado, enriquecerá de este modo nuestra red y recibirá el apoyo de los que tiene alrededor. La Diputación de Gipuzkoa posibilitará una nueva gestión pública y unificada, y propiciará que cada estructura patrimonial se estabilice en su entorno».

Por parte de la Fundación, que está en vigor desde enero de 2011, asistieron a la firma su vicepresidente, Ernesto Gasco, y su directora, Maitane Ostolaza. Preguntados por la situación de Juanjo Olaizola, quien antes de la creación de la Fundación realizaba las labores de dirección del museo y que, tras ser despedido por unas declaraciones realizadas a la prensa a título personal, tuvo que ser readmitido vía sentencia judicial, Gasco insistió en que «nunca ha habido ninguna sentencia contra el Museo del Ferrocarril. El museo no ha tomado ninguna decisión contra ninguno de sus trabajadores y nunca ha sido llevado a los tribunales. La única sentencia que existe es la que dice que el Museo del Ferrocarril Vasco estaba obligado a sacar el puesto de dirección a concurso público. El señor Juanjo Olaizola recurrió esa decisión para intentar que no hubiera concurso público y el tribunal dijo que era necesario que hubiera, porque no existía el puesto de dirección».

Sin embargo, en abril de 2012, el Juzgado de lo Social número 1 de Donostia declaró nulo el despido de Olaizola -«una sentencia contra Euskotren, no contra la Fundación», concretó Gasco-, un fallo que en su día la Fundación «acató, pero no compartió». En la Fundación no participa la Asociación de Amigos del Museo Vasco del Ferrocarril, creada en 1998, y que durante estos años ha venido defendiendo la labor de Olaizola. Gasco desacreditó ayer la labor de esta asociación señalando que «la preside la mujer de Juanjo Olaizola. Esa asociación participa como todo el mundo y da sus opiniones, que son respetables. Evidentemente en democracia, la junta también cuenta y, normalmente, todos votamos en una dirección y la asociación en otra. Pero entiendo que el marido de ella debe ser quien mande. Es respetable, pero no va conforme a la ley, y la ley hay que respetarla». Actualmente, Olaizola es el responsable del material móvil del museo, según especificaron ayer.

Por su parte, la directora de la Fundación adelantó que el museo está inmerso en un proceso de modernización, tanto en las instalaciones como para las actividades culturales que se pretenden llevar a cabo. «Queremos impulsar la investigación mediante acuerdos que ya hemos firmado, entre otros, con la UPV y la Universidad de Deusto. Además, queremos abrir el museo al conjunto de la sociedad, insertarnos en la red de museos de Gipuzkoa y convertirnos en referente a nivel internacional. También queremos cambiar totalmente el modo de mostrar nuestra colección, construir un discurso para articular nuestro patrimonio».

El alcalde de Azpeitia, Eneko Etxeberria, quien estuvo acompañado del concejal Iñaki Portilla, señaló que «se perdió el tren, aunque no renunciamos a que vuelva, pero para la comarca el museo tiene un valor sentimental muy grande, que nos hace sentir orgullosos. En esta época de crisis, las nuevas alternativas son bien recibidas y el museo es un gran valor para atraer el turismo». A. ARRUTI

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