Serenidad y tensión, Anari en el Victoria Eugenia de Donostia
Una palabra y dos acordes son suficientes para percibir las señas de identidad de Anari, proyecto que surgió novedoso a finales de la década de los noventa, cuando se preguntaba cómo debía proyectarse. Quince años más tarde suena segura, convencida y seductora.
Pablo CABEZA | BILBO
Con poética se presenta Anari en su web: «La casualidad lleva a menudo a la causalidad, este es mi caso; si entré en la música por casualidad, cinco obras, conciertos y amigos músicos son la causalidad. Nacemos solos y vivimos acompañados. Camino de la mano de Mikel Abrego (BAP!!, Negu Gorriak, Inoreneroni), Xabier Olazabal «Drake» (BAP!!, Inoreneroni) y Borja Iglesias (Purr, Hotel, Inoreneroni)». Y con esta soberbia banda, en parte, vimos a Anari recientemente en Kafe Antzokia de Bilbo, sonando rockera, íntima y atmosférica. Impecable.
Puede estar feliz con esa sección de ritmo germinada en el Andoain más activo de su historia, ya hace unos años de esto. Su escudero por la izquierda es el donostiarra Borja Iglesias, quien se mueve, preferentemente, por las cuerdas gruesas de la guitarra, en busca del sonido grave que tan bien encaja en la propuesta de la azkoitiarrra.
Ahora, tras la agitada vida de Maite Arroitajauregi, el proyecto ha cambiado la tristura del cello por las teclas de Mariano Hurtado, quien carga en su historia con las aventuras de Los Grandes y El Hombre Burbuja, de sus días en Jerez de la Frontera al final de la década de los noventa. Curiosa banda a la que Kaki Arkarazo produjo su disco «Nadando a Crol». El grupo se disuelve en 2002. Hurtado termina en Donostia, toca con Inoreneroni y ahora aporta teclados para algodonar el sonido del proyecto Anari.
El ambiente musical es espeso. Se forma entre el derrumbe de los acordes, con Borja digitando por las zonas más quejosas del mástil, la seguridad y detalles del ritmo y la atractiva e inclasificable voz de Anari. Todos hacia la singularidad.
Con semejante trama sonora, una especie de edredón invernal por el que asoma puntualmente cada protagonista, el público se adosa a cada momento. La hipnosis funciona, la catarsis se produce. Con un repertorio seductor, con la red sonora, con las sombrías melodías, Anari es nube y luz. Una posible tormenta de la que no se libra ninguno de sus oyentes. Si es posible, no se lo pierdan, es una fortuna estar presente, sentir el rayo.
Lugar: Teatro Victoria Eugenia de Donostia.
Fecha: Hoy a partir de las 20.00.
Precio: 10 euros.
Previsión: Frío fuera, calor dentro. Hora y media eléctrica de severos ambientes.