El islamista Ali Larayedh, ministro del Interior, fue elegido ayer para ocupar el puesto de primer ministro de Túnez, y prometió un gobierno «para todos los tunecinos y tunecinas» para sacar al país de la profunda crisis en que está inmerso.

«Vamos a entrar en la fase de formación del nuevo gobierno que será el de todos los tunecinos y tunecinas teniendo en cuenta el hecho de que hombres y mujeres son iguales en derechos y deberes», afirmó el ministro, del partido Ennahda, tras haber aceptado suceder a Hamadi Jebali, quien dimitió al no poder formar un gobierno al margen de los partidos, y que encontró la principal oposición en su propia formación política.

Su nombramiento parece un compromiso entre las dos corrientes del movimiento islamista y su referencia a la igualdad de géneros tuvo una fuerte carga simbólica que pretende hacer frente a las acusaciones que recibe Ennahda de querer reducir los derechos de las mujeres.

Larayedh tendrá hasta el 8 de marzo para formar un gobierno que deberá obtener la confianza de la Asamblea Nacional Constituyente. La oposición laica, que apoyaba la iniciativa de Jebali, y los aliados de Ennahda en el Gobierno insisten en un ejecutivo que mezcle tecnócratas y políticos a condición de que los ministerios clave estén en manos de independientes. Los islamistas ya han dejado claro que no van a ceder el Ministerio del Interior, pero están dispuestos a negociar el resto.

Preso y torturado durante el régimen de Ben Ali, Ali Larayedh está considerado como moderado, pero su actuación como ministro de Interior ha estado jalonada de violencia de grupos islamistas y la dura represión de conflictos sociales. La oposición laica le acusa de no hacer lo suficiente contra los grupos islamistas radicales. Tampoco gusta a los salafistas, que ayer se manifestaron al grito de «Larayedh agente de los americanos».