ÚLTIMO DERBI ATHLETIC-REAL EN SAN MAMÉS
La Real dinamita el viejo San Mamés
Victoria soñada para la Real Sociedad, derrota impensable para el Athletic. Un partido sin demasiado fútbol, como todo derbi, en el que la clave fue el rápido empate de los realistas al gol que puso por delante a los rojiblancos. Los locales no supieron hacer valer ese tanto y ahí se les fue el encuentro. Los donostiarras, jugando a equipo grande, se van de San Mamés con un resultado que ni en sus mejores sueños. Sueñan en Donostia, siguen la pesadilla en Bilbo.
ATHLETIC 1 - REAL 3
Joseba VIVANCO
Está claro que lo de este Athletic ya no es solo infortunio. Ayer lo demostró. Duró sobre el césped, como equipo sólido, apenas los diez minutos previos al gol que le puso por delante. No supo, como tantas veces, hacerlo valer y acabó goleado, desnortado, sin saber si la Real se había traído portero y humillado por su mejor enemigo. Ni se lo merecía San Mamés ni su afición, pero es lo que hay y toca remar.
El abrazo maternal de la afición, todo lo contrario de los frescos cinco grados que marcaba el mercurio en el exterior del estadio, se notó en ambos bandos desde el mismo calentamiento. Ni los bocadillos esperaron al descanso. El rechinar de dientes se escuchaba en el asiento de al lado tanto como las mariposas en el estómago. No era un derbi más. Era el último. Y hasta al pétreo busto de Pichichi le debió de recorrer un consquilleo. Los seguidores realistas lo festejaban envalentonados y confiados, los rojiblancos preferían aguardar al pitido inicial, deseándose suerte entre sí y apelaban a que sí, que este derbi, el último del viejo San Mamés, no se escapaba. El himno sonó más fuerte que nunca, como el coro desde las gradas. Abajo, los leones se abrazaban. Arriba, la grada se metía de lleno. La caldera hervía. Que ruede el balón. Y vaya que si rodó.
Sin Carlos Vela en el once inicial, la Real vio venir al Athletic de inicio, pero pronto fueron los donostiarras quienes le pondrían el diapasón al juego. Chutó primero Iturraspe desviado, replicó Agirretxe muy alto. Un caño de Susaeta a Iñigo Martínez provocó el aliento de la grada de La Catedral, como el cabezazo de un desacertado Aduriz que salió fuera por poco. ¡Athletic, Athletic! resonaba un San Mamés que rugía a cada decisión arbitral, cn cada saque de banda, cada fuera de juego, cada salto a cabeza, pero les costaba a los suyos hacerse con el partido.
El Athletic ponía corazón, pero no bandas, que es lo suyo. La Real miraba y templaba. Agirretxe metió miedo con un balón al lateral, Laporte salvaba un peligroso envío a Griezmann. Casi era el minuto 20 y Bielsa saltaba del banquillo. Caño, esta vez de Herrera, a Iñigo, el realista se revuelve y se arma en el graderío. Bielsa le pedía más a Herrera mientras San José cabeceaba forzado y Bravo se estiraba para sacarla junto a la madera. El Athletic, para la media hora, le había ya robado la pelota a la Real y ya no solo jugaba con el corazón. Ahora jugaba.
Aduriz se llenaba de balón y la cruzaba en exceso tras un error de la zaga visitante. La inercia positiva ahora era de los de casa. Llegaban, lo que no hacían los realistas. Y en una de esas, Aurtenetxe sube la banda, mira, pone su mejor balón de la temporada al segundo palo y allí, libre de marca, Ibai, donde nadie le esperaba, suelta un voleón de empeine y la clava. Golazo.
Bufandas al viento. Rugía San Mamés. El Athletic era mejor. El Athletic se adelantaba. Su banda derecha comenzaba a funcionar, Susaeta, Iraola, un incansable De Marcos, eran ya una penitencia para los realistas. Bielsa, en cuclillas, arengaba. Pero como a león flaco todo son pulgas, apenas cuatro minutos después del gol rojiblanco, una jugada aislada de la Real, nadie tapa el centro del Chory Castro desde banda derecha, centra y en el segundo palo, ni Raúl sale, ni Iraola entra, y Griezmann se ríe de todos cabeceando cruzado a la red. Empate y la temperatura de San Mamés bajó de golpe a los cinco grados del exterior.
El Athletic perdió su inercia positiva, mientras la Real volvió a templar su juego. Un remate de Ibai que chocó en la defensa y una ocasión malograda por un irreconocible Aduriz, llevaron al final de una primera mitad donde la emoción, como mandan los cánones, pudo sobre la vistosidad. La Real acabó viva. Y sin hacer mucho.
Y la Real terminó de paseo
Marcelo Bielsa ponía a calentar a Muniain, Llorente y Amorebieta, ante la indeferencia de la grada -los aficionados txuri urdin cantaban «¡Llorente quédate!»-, mientras urgía que San Mamés volviera a meterse en harina. No se lo pusieron fácil los rojiblancos, que parecían todavía tocados por el inesperado empate realista. Así lo hizo Undiano Mallenco con algunas decisiones que desataron al respetable. El técnico argentino se desgañitaba en banda, mientras los suyos ganaban metros hacia la meta defendida por Bravo.
Pero no era ya el Athletic incisivo de la última media hora. El partido empezaba a enredarse en jugadas aisladas, en manotazos como el de Markel Bergara a Herrera, hasta el público parecía despistarse de lo importante. Y así las cosas, era la Real la que llevaba las de ganar. El Athletic necesitaba algo, y ese algo Bielsa decidió que fuera Iker Muniain. Y Montanier aceptó el órdago y puso en liza a Carlos Vela.
No dio tiempo ni para que las piezas se movieran. Chory Castro saca una falta cerrada, un nervioso y dubitativo durante el partido Raúl no ataja a la primera ni a la segunda y la inercia de Agirretxe introduce la pelota en la red sin pedir ni perdón. El desplome repentino del termómetro se notó hasta en Euskalmet. La mala pinta que estaba tomando el encuentro para los locales en los minutos previos se confirmaba. Y lo peor, que al Athletic ni se le veía.
Los leones se fueron deshaciendo poco a poco, como tantas veces. No encontraban ritmo, no encontraban apoyos, no encontraba nada y menos cuando en un desajuste defensivo el balón llega al recién salido Vela, que desde la frontal, libre de marca, sin prisa, la pone rasa lejos de Raúl. Se acabó lo que se daba. Minuto 76. El último derbi en el viejo San Mamés, el tan esperado derbi, era ya historia.
El Athletic de la primera mitad, el que se adelantó en el marcador, había desaparecido hacía ya tiempo, desde el mismo momento del empate. Volvía a ser el Athletic que de repente se desconecta, no que se vaya del partido, sino que de pronto deja de jugar como un equipo y corre sin saber hacia dónde. Este Athletic tiene un problema y anoche se volvió a ver. No supo matar un partido que se puso de cara y tampoco esta vez supo reaccionar. Palo duro, muy duro y una moral tocada, muy tocada. El viejo San Mamés se frota los ojos.