CRíTICA: «Los becarios»
Un anuncio sobre la «googleza» de dos horas de duración
El humor y la simpatía venden. Los publicistas lo saben muy bien, por lo que se esmeran para hacernos reir durante los pocos segundos que dura un spot. Pero si los cineastas comerciales se van a poner a hacer anuncios de dos horas, han de saber que es más difícil mantener al público sonriente y receptivo durante tanto tiempo, para colarle sin que se de cuenta el producto a consumir. Todo el mundo, sin excepción, sale del cine sabiendo que ha visto un largometraje promocional sobre la «googleza», que es como han traducido en la versión doblada el supuesto valor en alza que la compañía informática de Mountain View saca al mercado.
El mensaje que lanza al mundo «Los becarios» es el de que Google es la mejor empresa para trabajar que existe hoy en día, porque su ambiente laboral va acorde con sus propios objetivos, consistentes en intercomunicar a las personas en la era de la informatización. La película intenta convencernos de que se trata de un gigante corporativo con corazón, por ello el argumento ideado por el actor cómico Vince Vaughn introduce ficcionalmente la posibilidad de que alguien sin conocimientos informáticos pueda ser contratado en Google. A cambio ese hipotético empleado aportaría su experiencia, su compañerismo y capacidad para trabajar en equipo, así como su buen rollo. Ésto último parece ser lo fundamental, y lo digo por si hay quien se lo cree y se anima a mandar su videopresentación en plan chistoso.
Personalmente, estoy más que harto de que se presente a los jóvenes emprendedores como alternativa al paro, a falta de un verdadero tejido productivo. Maldita la gracia que tiene ver a un par de maduros vendedores sin trabajo, compitiendo con universitarios por un puesto dentro de la carrera tecnológica, sin contar con preparación alguna. No deja de ser una excusa para hacer bromas a cuenta del desfase generacional de los protagonistas, que no dominan la jerga de Internet y su lenguaje suena al de los dinosaurios analógicos. Se basa en las películas que vieron en los años 80, demostrando un total desconocimiento de las más recientes.