Siempre se le ha reprochado a Giuseppe Tornatore no ser capaz de repetir el éxito inicial de «Cinema Paradiso», pero el cineasta italiano ha continuado con su carrera haciendo buenas películas, sin obsesionarse con que fueran del agrado del gran público. De esa perseverancia tenía que salir inevitablemente otra obra capaz de brillar en la cartelera y recibir premios. De los seis David Di Donatello del cine italiano conseguidos, le ha hecho una especial ilusión el que ha ido a manos del veterano compositor Ennio Morrricone, por los muchos años de colaboración y total complicidad.

Tornatore brilla sobre todo en la dirección, muy elegante, recordando incluso al Visconti de «Gruppo di famiglia in un interno». Pero no hay que desedeñar tampoco su guión, una intriga de suspense en la que las habituales licencias funcionan como un trampantojo, por más que el giro final no te pille de sorpresa, disparando maliciosas e injustificadas comparaciones con «El Codigo DaVinci».

Lo falso y lo real

El engaño con que concluye «La migliore offerta» ilustra a las mil maravillas la metáfora sobre la que se asienta esta refinada historia ambientada en el mundo de las subastas y el coleccionismo de obras de arte. El protagonista es capaz de distinguir en su trabajo entre un cuado auténtico y uno falso con una simple ojeada, mientras que en la vida real no se da cuenta del fraude al que es somtido. Geoffrey Rush borda el papel del experto que posee una cámara secreta a modo de museo privado con retratos de mujeres de los mejores pintores de todas las épocas, sintiéndose atraído por la misteriosa belleza de la desconocida Sylvia Hoeks.