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UDATE | mikel insausti, crítico cinematográfico

El talent show

Aquella polémica que hubo en el mundillo musical a cuenta de la primera exitosa edición televisiva de “O.T.” ha quedado totalmente olvidada, porque el tiempo acaba con la resistencia a las novedades que empiezan incomodando pero acaban instalándose en nuestras vidas, nos guste o no. La modalidad del talent show se ha impuesto de tal manera que alcanza a cualquier disciplina del mundo del arte o del espectáculo, y también a la culinaria.

No he oído a ningún cocinero decir que “Masterchef” haya perjudicado al negocio de los restaurantes, más bien al contrario, la mayoría opinan que puede servir de revulsivo contra la crisis que atraviesa el sector, al menos de cara a ilusionar a los jóvenes llamados a suceder a Ferran Adrià. El éxito del programa se basa precisamente en eso, en la disponibilidad de los mejores concineros del mundo como invitados o jurados.

En el mercado anglosajón ya se han dado intentos de talent show cinematográfico, incluso con todo un Spielberg como padrino. No sé si la fórmula se podría adaptar a una industria más en precario, pero cuando se habla de las tan necesarias ayudas de la televisión al cine nadie piensa en el factor promocional de emisiones para la búsqueda de nuevos talentos.

El formato daría mucho juego, al permitir combinar el trabajo delante de la cámara con el que hay detrás. A la realización de piezas creativas se sumaría la actuación, y ya sólo por ese lado permitiría descubrir a intérpretes desconocidos dispuestos a trabajar en la gran y pequeña pantalla.

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