REPORTAJE | El entrenamiento
Antes de correr, entrenar
El uso de los sensores ha permitido evolucionar la preparación del entrenamiento, que cobra protagonismo.
AFP
Aunque el Tour se disputa en las carreteras durante tres semanas en el mes de julio, habitualmente comienza varios meses -o incluso años- antes con un entrenamiento cada día más preciso.
«El Tour requiere de una planificación durante el invierno», explica el preparador físico Frédéric Cluster, uno de los referentes del entrenamiento en Francia y que colabora con el equipo FDJ.fr. En los últimos años, la preparación del entrenamiento, con el respaldo de estudios y datos científicos, ha ocupado un lugar central en el ciclismo.
A principios de los 80 la ciencia del entrenamiento era prácticamente inexistente. La mayoría de los corredores entrenaban mientras disputaban las carreras. «Yo era un poco pionero, trataba de cuantificar mis esfuerzos y los relacionaba con mis sensaciones, porque en aquellos tiempos carecíamos de sensores de potencia, etc.», explicaba el ex ciclista Charly Mottet, que corrió en la década de los 80 y principios de los 90.
«Yo anotaba mis sensaciones en una libreta, mis resultados, mis cargas de trabajo con códigos de colores... Y después enviaba los datos al médico por minitel. Escuchar esto hoy en día provoca la risa, pero en tonces era de lo más moderno».
Con la puesta en marcha de las pruebas para la detección de la EPO, el entrenamiento ha cobrado una importancia fundamental. Hoy en día, gracias a la utilización de todo tipo de sensores para medir el ritmo cardíaco, la cadencia de pedaleo, la temperatura, etc., los preparadores físicos registran y analizan toda una batería de datos, trazando los perfiles fisiológicos de sus corredores, estudiando la evolución de su rendimiento...
A partir de esos datos se desarrollan los programas de preparación desde el invierno con el fin de establecer pautas de trabajo, de carreras y de recuperación. «No se trata de realizar necesariamente grandes cargas de trabajo (en invierno), se buscan más los aspectos más técnicos, se trabaja sobre deportes complementarios... Con 12 semanas de trabajo bien organizado, es decir, tres meses, se puede llegar a adquirir una buena forma», explica Grappe.
Rendimiento estable
«A fuerza de correr, puedes reventar», añade. En lugar de desarrollar algunas cualidades, la fatiga impide hacerlo. Es necesario apartarse de las carreras para refrescarse y volver a trabajar. Un líder necesita de 30 a 35 días de competición».
«Eso no es suficiente», replica Mottet, que propone unos 60 días de carreras antes del Tour. «Se trata de un conflicto entre científicos y ciclistas. Aunque se haga un buen entrenamiento, hay esfuerzos que solo se pueden realizar en la carrera: los altibajos sicológicos cuando todo el mundo se emplea a fondo, cuando no puedes beber, cuando te caes, aprender a rozarse, a colocarse, a afrontar las situaciones extremas... El Tour plantea este tipos se situaciones de crisis todos los días», asegura.
«Desde el comienzo de la temporada, los atletas compiten al 90% -95% de su máximo potencial. Mantener un rendimiento relativamente estable en carreras por etapas de una semana no me sorprende. Es en realidad tranquilizador. Quienes muestran grandes diferencias en su rendimiento son los que más me preocupan», afirma.
El equipo Sky ha convertido el entrenamiento en una maquinaria de precisión. «Pero no han inventado nada -apunta Grappe-. Primero fichan grandes atletas, con buenos motores, y han recuperado todo lo que estaba escrito a nivel científico y lo han puesto en práctica. El ciclismo es un deporte nuevo para ellos, han partido de cero, y les resulta más fácil adaptarse. Pero mirad su resultado en las clásicas. Su plan no funciona para ellas, pero sí para las grandes vueltas. Según los modelos existentes, el rendimiento de Froome y Wiggins el año pasado llegó al máximo al que se podía aspirar. No se puede ir más rápido. En fin, eso creo...».