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Xabier Silveira | Bertsolari

Peajes

No tengo datos ni información alguna para situarme a favor o en contra de poner peajes en las entradas a Gipuzkoa. Lo que no entiendo es que teniendo en frente a la oligarquía jeltzale jugando al desgaste, se le pongan las cosas tan fáciles como se le ponen

La vida, cuanto más conocida más aburrida, es toda peaje. Quien quiera reír deberá estar dispuesto a llorar, del mismo modo que quien quiera odiar se presta de facto a ser odiado. Quien desee ser amado, sin embargo, corre el riesgo de no serlo. Está claro, quien quiera beneficio se ha de arriesgar a hacer ruina, pues nada es gratis. Nada, excepto llamar a un par de jóvenes laris (bertsolaris, trikitilaris, grupolaris...) para que hagan de guinda en nuestro cartel.

Cantar -sin autocensura- también se paga caro, tanto o más que el hablar, acto siempre sujeto a tener después que escuchar. Imposible aprender a caminar sin tropezarse, obligatorio caer para conocer el inmenso placer de volver a levantarse.

Lo que no mata engorda, dicen los no gordos; ¡mentira cochina! Lo que engorda mata, y lo que coloca también, pues se mezcla con tabaco. Follar mola pero cansa, bien lo sabía Torrente, y hacerse el libertino tomando droga que no hace nada tampoco es que sea el negocio del siglo. Es que ni sé porqué me lío tanto. El mero hecho de nacer conlleva, obligatoriamente, morir. No te digo más, Tomás.

Peajes y paradojas de esta autopista que es la vida. Quien soñó con la libertad de su pueblo, una de dos, o está preso o no se le permite vivir en él. Pero todo sigue, a su ritmo, ttipi-ttapa, menos en Belate, que se ralentiza la vida para quien osa ir de Irun a Iruñea. Aquí el tiempo que miden los relojes vuelve a situarse en los ochenta, en épocas de tremendas distancias y amasijos de hierros en las cunetas. Se sitúa en aquellos años en los que la Diputación hacía todo lo posible por mantener a los nabarros de la zona vascófona lo más alejados posible de la metrópoli de los tres burgos. Aunque para entonces ya solo mandaba uno, mi gran amigo Jaimito Inaxio. Pero el pobre acabó perdiendo aquella batalla, acorralado por vías de doble carril que, entrando por Sakana y Leitzaran, invadieron el reino y lo plagaron de vasquitos. Sobre algo semejante se teorizó bastante hace ya algunos años, Zarautz y Durango, Durango y Zarautz. Para los vizcainos es gratis ir a Cantabria; Gipuzkoa, por contra, tiene peaje.

Y más que va a tener, por lo que dicen. Me extraña mucho que se dé un solo caso en el que pueda yo estar de acuerdo con la gentuza que dirige el PNV. De hecho, no tengo datos ni información alguna para situarme a favor o en contra de poner peajes en las entradas a Gipuzkoa. Lo que no entiendo es que teniendo en frente a la oligarquía jeltzale jugando al desgaste, se le pongan las cosas tan fáciles como se le ponen. Y tampoco llego a comprender, por poner un par de ejemplos, cómo es posible que la Plaza de la Constitución de la capital gipuzkoarra se siga llamando así. Toda la sangre derramada se debe a esa constitución. Por no hablar de la Plaza de la Trinidad, la cual hace honor al mayor símbolo de la secta que más despiadadamente a golpeado las libertades civiles en este y en otros tantos países. No será el miedo a pagar peajes, ¿no?

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