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¿Dame pan y dime tonto?

Natxo MATXIN

La sensación global que dejó la asamblea de compromisarios es que la junta directiva acudió a la cita, utilizando un símil pugilístico, dispuesta a encajar todo tipo de golpes y ganar a los puntos, y que muchos socios salieron de ella con bastantes más dudas y cabreo del que ya tenían.

No fueron pocas las preguntas que se quedaron sin respuesta, aunque, todo hay que decirlo, algunas de esas interpelaciones fueron de lo más contradictorias, pues no se puede exigir que el equipo tenga una gran plantilla, con el coste que ello supone -no hay más que mirar al pasado para comprobar el agujero económico que se ha generado-, y, al mismo tiempo, se esté al día en el pago a las administraciones públicas.

Lo cierto es que mientras quienes gobiernen el club consigan un voto delegado lo suficientemente amplio, un práctica por otro lado que llevan haciendo todos los órganos rectores de la entidad rojilla, difícilmente la asamblea va a tener un margen de maniobra para que su voz pueda oirse, sino que su criterio acabe imponiéndose.

A la actual junta directiva, que ha tomado bastantes decisiones acertadas por el bien del socio -rebajas en precios y autobuses, por poner dos ejemplos- y con vistas a recuperar la idiosincrasia de Osasuna -Tajonar-, le siguen fallando las formas y en la asamblea quedó patente, a la vista del descontento generalizado que se palpó.

Ahora, de ahí a achacarles toda la responsabilidad de la actual situación financiera del club hay un trecho. Independientemente de la cuota de obligaciones que tengan el propio gerente y quienes fueron directivos con Pachi Izco -nadie parece creerse que no supiesen lo que se estaba cociendo, aunque todo es posible por el carácter personalista, por no utilizar otro calificativo, con que actuaba el anterior presidente-, la deuda a la que va a tener que hacer frente Osasuna no se ha amasado en el último año, sino que viene de bien lejos.

A quien suscribe le gustaría que la propuesta que hizo un compromisario de iniciar los correspondientes trámites para ponerle nombres a quienes han ido engordan- do la bola y exigir responsabilidades judiciales, si las hubiere, se llevase a efecto. Pero mucho me temo que la casa se va a quedar sin barrer y sin que nadie le ponga el cascabel al gato, con lo que algunos no solo acabarán marchándose de rositas, sino incluso entrando con letras de oro en el libro de la historia del club. Y crucemos los dedos para que el equipo continúe en Primera y las televisiones cumplan con sus compromisos económicos. Porque, de lo contrario, entonces sí que tenemos un problema.

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