CRISIS POLÍTICA EN EEUU
El Tea Party arrastra al Viejo Partido republicano al desgobierno de EEUU
La incapacidad del «establishment» republicano de enfrentarse al liderazgo de los ultralibertarios del Tea Party en su ofensiva contra la reforma sanitaria de Obama ha forzado la parálisis de la Administración federal. Esta situación, que no se daba desde hace 17 años, podría agravarse si el bloqueo persiste hasta el 17 de octubre, fecha en la que el Tesoro alcance su techo de endeudamiento y deba pedir más. En caso de negativa, EEUU podría caer en suspensión de pagos.
GARA | WASHINGTON
EEUU amaneció ayer con la paralización de la actividad de la Administración federal por primera vez en 17 años, una situación que obligará a 800.000 funcionarios a quedarse en casa y que no tiene visos de resolverse dada la polarización política que se vive en el Congreso.
Ayer arrancaba el nuevo año fiscal y el Congreso fue incapaz de aprobar los fondos necesarios para que el Gobierno federal siga funcionando, fundamentalmente por el empeño del ala más a la derecha de los republicanos (Tea Party) en vincular esa financiación al desmantelamiento de la reforma sanitaria, uno de los mayores logros de la Presidencia de Obama.
El Gobierno federal es el principal empleador del país, con más de dos millones de civiles asalariados y 1,4 millones de militares en activo.
Los militares sí seguirán cobrando pese al cierre, gracias a una medida aprobada en la noche del lunes por ambas cámaras del Congreso y firmada a continuación por Obama.
La capital y su área metropolitana, donde se concentra la mayoría de las actividades del Gobierno, podrían perder hasta 200 millones de dólares por día mientras se prolongue la paralización, pero lo que tendría consecuencias desastrosas es que el choque de trenes entre el Senado (de mayoría demócrata) y la Cámara de Representantes (bastión republicano) persista en quince días (17 de octubre), cuando el Tesoro alcance su techo de endeudamiento y el Gobierno tenga que pedir al Congreso permiso para aumentarlo.
33 meses de pulso
El cierre del Gobierno federal es por ahora el último efecto de 33 meses de pulso sobre el presupuesto entre demócratas y republicanos, que en enero de 2011 retomaron el control de la Cámara de Representantes con la irrupción de decenas de elegidos del Tea Party, fracción libertaria ultraconservadora que rechaza de plano el paquete de medidas sociales impulsado por la Presidencia de Obama.
La razón del bloqueo se llama Obamacare, la reforma sanitaria de Obama. Los republicanos, arrastrados por el Tea Party, exigían que el presupuesto a aprobar afectara directamente, hasta hacerlo descarrilar, a la reforma.
Ayer mismo se abrió el plazo para que millones de estadounidenses sin seguro médico se inscriban a través de internet para benfeficiarse de un seguro subvencionado a partir del 1 de enero de 2014. Todo estadounidense deberá, a partir de esa fecha, estar asegurado.
Esta obligatoriedad, validada por la Corte Suprema, es calificada como abuso de poder por los republicanos y es anatema para el Tea Party.
Según una encuesta de la Universidad Quinnipiac, los votantes rechazan (por un porcentaje de 72 a 22 %) el cierre del Gobierno como intento de bloquear la reforma sanitaria promulgada en 2010. Desaprueban (por un porcentaje de 74 a 17 %) el trabajo de los republicanos en el Congreso, con la peor valoración desde que se elabora el sondeo.
Los encuestados rechazan el argumento de los republicanos de que la reforma sanitaria de Obama «es tan mala que merece la pena cerrar el Gobierno para detenerla», explicó Peter Brown, director del instituto.
Se confirma lo avanzado por los analistas, que auguraban que la culpa recaería sobre los republicanos. De ello advirtió el senador republicano John McCain, uno de los representantes del establishment del Viejo Partido, que ve su estrategia cada vez más secuestrada por «el Tea Party y los anarquistas», señaló el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid.
El último precedente de cierre del Estado federal nos remonta al invierno de 1995-96, cuando la exigencia, también por los republicanos, de recortes presupuestarios en el programa Medicare (asistencia médica para jubilados), en educación y medio ambiente fue vetada por el entonces presidente, Bill Clinton, lo que produjo sendos paros federales durante un mes.
Obama responsabilizó al Partido Republicano del «cierre de Gobierno» y lamentó que la economía nacional sea ahora «rehén» de la «cruzada ideológica» que lidera la «extrema derecha. Añadió que, «cuanto más dure, peores serán sus efectos».
La falta de acuerdo presupuestario entre republicanos y demócratas ha empujado a Estados Unidos al primer cierre parcial del Gobierno en más de 17 años, un fenómeno que continuará hasta que el Congreso apruebe nuevos fondos.
El cierre obligará a mandar a casa a más de 800.000 de los 2,1 millones de funcionarios federales durante el tiempo que dure la escasez de fondos y podría costar más de 1.000 millones de dólares a las arcas públicas, según la Casa Blanca.
La emisión de datos económicos se interrumpirá y los parques nacionales cerrarán sus puertas, pero se mantendrán servicios básicos como el correo, el control de tráfico aéreo, los cheques de pensiones o la actividad de los agentes policiales y de seguridad.
Estos son los principales efectos de la suspensión de actividades en las principales órganos y agencias federales:
Casa Blanca: Alrededor del 75% de los empleados de la Casa Blanca serán enviados a casa sin sueldo durante el tiempo que dure la crisis. Se espera que 436 de los 1.700 trabajadores continúen trabajando como apoyo del presidente, Barack Obama. «Tendremos un personal esquelético», dijo el lunes el portavoz presidencial, Jay Carney.
Departamento del Tesoro: Alrededor del 88% de los más de 100.000 empleados serán enviados a casa sin sueldo. Permanecerían trabajando los empleados que gestionan los desembolsos de las pensiones de seguridad social, pero no los encargados de auditorías y otras operaciones relacionadas con los impuestos en la agencia tributaria (IRS).
Reserva Federal: No se ve afectada por el cierre del Gobierno.
Departamento de Defensa: El 50% de los 800.000 empleados civiles del Pentágono serán enviados a casa, mientras que todos los militares -alrededor de 1,4 millones- continuarán trabajando. Obama firmó la noche del lunes una ley que permitirá que todos los militares y algunos civiles sigan recibiendo sus cheques durante el cierre del Gobierno.
Departamento de Estado: Sus actividades no se verán inmediatamente afectadas, debido a que sus fondos provienen de una ley de gastos diferente. Las embajadas y consulados en el extranjero continuarán funcionando, y se seguirán emitiendo visados para viajar a Estados Unidos.
Departamento de Seguridad Nacional: Un 14% de los más de 231.000 empleados serán enviados a casa, dado que la gran mayoría se consideran trabajadores «esenciales». No obstante, se espera que deje de operar el programa E-Verify, utilizado por empresarios para verificar el estatus legal de sus trabajadores.
Departamento de Comercio: El 87% de sus empleados serán enviados a casa sin sueldo (más de 40.000 de los 46.420 funcionarios que trabajan allí). La división encargada de revisar las exportaciones de EEUU. operará con la mitad del personal.
Departamento de Trabajo: Se prescindirá del 82% de los 16.304 empleados, entre ellos los que trabajan en la Oficina de Estadísticas Laborales, que produce estadísticas económicas como los datos mensuales de desempleo. No obstante, el relativo a setiembre podría emitirse el viernes, según lo que decida la Casa Blanca.
Departamento de Agricultura: El Departamento no ha indicado de cuántos de sus 100.000 trabajadores prescindirá, pero se espera que continúen actividades esenciales como las inspecciones de carne, al tiempo que se suspenden las de otros alimentos. También se dejarán de producir informes sobre las estimaciones de cosechas o ventas.
Departamento de Interior: Prescindirá del 81% de sus 72.562 empleados, y cerrarán todos los parques nacionales, como el Gran Cañón del Colorado, y los monumentos, como la estatua de la Libertad en Nueva York.
Departamento de Justicia: El 15% de sus 114.486 empleados serán enviados a casa. No se prescindirá de ningún agente del FBI, ni de la Agencia Estadounidense Antidrogas (DEA), ni de empleados de prisiones federales, ni de fiscales federales.
NASA: El 97% de sus 18.134 empleados serían enviados a casa, excepto los encargados de misiones de control relacionadas con la Estación Espacial Internacional (EEI).
Departamento de Salud: El 52% de sus 78.198 empleados dejarán sus puestos. Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades mantendrán actividades mínimas, pero no podrán llevar con normalidad su campaña anual contra la gripe.
No obstante, los «mercados de seguros de salud» que entran este martes en vigor como parte de la reforma sanitaria de 2010 funcionarán en un principio sin restricciones.
Departamento de Transporte: Se prescindirá del 33% de los 55.468 empleados. Permanecerán en sus puestos los controladores de tráfico aéreo, y algunos de los encargados del control de autopistas.
Departamento de Energía: El 69% de los 13.814 empleados serán enviados a casa. Seguirán trabajando los encargados del control de materiales nucleares y de redes eléctricas, pero no los investigadores.
Departamento de Asuntos de Veteranos: Sólo un 4% de los 332.000 empleados de esta agencia dedicada a los veteranos de guerra resultarán afectados.
Departamento de Vivienda: El 95% de los 8.700 empleados serán enviados a casa. Pero seguirán activos los préstamos otorgados por los gigantes hipotecarios Freddie Mac y Fannie Mac.