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El último sarcasmo sobre la guerra sucia

La realidad siempre termina superando a la ficción cuando se trata del Estado español embarcado en cruzadas como la sostenida ante Europa en favor de la doctrina 197/2006. Una investigación de GARA revela hoy que el abogado del Estado, Francisco Sanz Gandasegui, faltó a la verdad al afirmar en la Gran Sala -quizás en una absurda búsqueda de equilibrio y equidistancia- que un preso por el GAL también quedaría libre si se anulaba la doctrina. Es sabido que el conocimiento de la verdad no impide el tráfico de la mentira y el Gobierno del PP conocía perfectamente que Ismael Miquel, condenado entre otros delitos por la muerte en 1985 del fotógrafo Robert Caplanne al confundirlo con un refugiado político vasco, estaba en tercer grado desde 2002 y en libertad condicional desde antes de esta vista oral en la Gran Sala. Mintieron otra vez, una más, de la forma más burda, con la arrogancia del que se sabe impune y no repara en nada para azuzar las más bajas pasiones que alimentan su populismo punitivo.

Los datos de la impunidad de la guerra sucia resultan tan conocidos y reiterados que solo causa hastío insistir en ellos. No solo jamás se depuró el máximo nivel de responsabilidad política, no solo únicamente llegaron a juicio casos contados con los dedos de la mano, no solo uno de sus máximos ejecutores (Enrique Rodríguez Galindo) fue ascendido a general en pleno escándalo, devuelto a casa prematuramente y liberado definitivamente tras pasar en prisión apenas cuatro de 75 años de condena. En el caso del resto de implicados de menor nivel en la escala militar, como Enrique Dorado Villalobos y Felipe Bayo Leal, ni siquiera es posible saber cuándo quedaron libres. El caso de Miquel quizás no sea equiparable a estos, entre otras cosas por el dato de que sí ha pasado diecisiete años preso por sus delitos, pero el Gobierno español lo ha usado para otra sarcástica vuelta de tuerca a su estrategia: falsear la realidad de la impunidad de la guerra sucia para intentar sostener sus mecanismos de venganza contra los presos vascos. Es difícil caer más bajo.

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