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Gara > Idatzia > Kultura 2006-07-28
41º FESTIVAL DE JAZZ DE DONOSTIA
Fin de fiesta

Terminamos el Jazzaldia como lo empezamos, haciéndonos eco de las actuaciones de los alumnos de Musikene y contrastando, en cierta manera, lo mejor y lo peor del festival.

Entre los aspectos más positivos se encuentra la posibilidad de darse a conocer que ofrece el Jazzaldia a estos recién licenciados en jazz. Los más negativos: actuaciones de cara a la galería, con viejas glorias representativas de músicas emparentadas con el jazz, que no aportan nada a un festival de este género.

En esta ocasión, los pupilos de Musikene eran un quinteto que se hace llamar Mr. Bop y transitan, como su propio nombre indica, un amplio repertorio de temas de la época bop y modal. Empezar con el ‘‘Speak no evil’’ de Shorter es toda una declaración de intenciones, y seguir con temas de Parker o Bill Evans, una muestra de buen gusto musical. Aportar, además, temas de cosecha propia, con cierto intríngulis a nivel rítmico y melódico, y añadir un bello tono al saxo tenor y unos acertados acompañamientos a la guitarra, son méritos más que suficientes para aprobar con nota este primer encuentro con el público.

Yendo con el capítulo de viejas glorias en la Plaza de la Trinidad, nos llamó la atención la obesidad mórbida que padece Salomón Burke. Sus movimientos deben estar tan limitados que un pudoroso velo tendido por la organización, al principio y al final de la actuación, impide que seamos testigos de sus grandes dificultades de movilidad. Lo que no ha perdido este hombre es la rara calidad de su voz, uno de los mejores ejemplos de sentimiento soul en el panorama de la música negra. Desafortunadamente, sus actuaciones son siempre miméticas: reparto de flores desde su «trono», del que nunca se mueve, invitación al público a subir al escenario y muchas versiones de clásicos del rock y el soul. En lugar de recurrir a su propio acerbo compositivo, rico y variado, Burke prefiere recrear éxitos de la historia de la música popular en un show que acaba por convertirse en un festival de versiones, más o menos logradas.

Algo similar podríamos decir de los Neville Brothers. Estos ilustres guerrilleros de la música afroamericana, consiguieron que imagináramos, por un momento, un concierto de sudoroso funky sureño cuando interpretaron ese himno titulado ‘‘Let’s got the funk’’, pero fue una ilusión pasajera. Acto seguido comenzaron las concesiones (‘‘Fever’’, un ‘‘Bésame mucho’’ instrumental), que se prolongaron, con contadas salvedades, hasta el final.

Como comenté antes, estas actuaciones no añaden nada sustancial, como no sea una nota de color, un pequeño vislumbre de la multitud de variantes musicales a que ha dado lugar el tronco común del blues y el jazz. Pero deslucen notablemente la impresión general de calidad y rigor en la selección que han caracterizado los conciertos en la plaza de la Trinidad. Hasta el Jazzaldia que viene. -

Javier ASPIAZU



Pura esencia

Desde que Caetano Veloso, con su fina y elegante estampa, hiciera su aparición sobre el escenario del Kursaal, este cofundador del tropicalismo consiguió llenar ese espacio, acompañado tan sólo por su voz susurrante y su guitarra.

Un Caetano en estado de gracia, que supo conquistar de nuevo al público donostiarra, totalmente entregado a la sensibilidad que destilaban sus canciones, muchas de ellas debidas a su inspiración (‘‘Eu sei que vou te amar’’, ‘‘Coraçao vagabundo’’, ‘‘Terra’’...) y otras elegidas partiendo de sus gustos personales (‘‘Il Mondo’’, ‘‘Cucurrucucú paloma’’...), a la vez que intercalaba algún que otro guiño a los temas jazzísticos, como fue el caso de ‘‘Body and soul’’ y ‘‘Stardust’’.

Caetano Veloso ha tenido siempre la virtud de convertir un concierto multitudinario en un recital íntimo y personal, como si cantara al oído de cada espectador. Los matices de su cautivadora voz vencieron una vez más cualquier riesgo de sofisticación y consiguieron que el público aunara su voz con la suya en un cómplice susurro musical (‘‘Força estranha’’).

Excelente balance

El concierto, intimista y nostálgico, de Caetano Veloso puso el broche final a la excelente programación llevada cabo por el Jazzaldia sobre el escenario del Kursaal. Un año más el programa ha cubierto las expectativas del aficionado que, una vez más, ha tenido ocasión de vivir momentos inolvidables a través de una oferta variada y siempre interesante, combinando las bazas seguras (Keith Jarrett, Caetano Veloso) con el riesgo y la aventura musical (Yusef Lateef & Belmondo Sextet, Uri Caine), y sabiendo guardar también un espacio para el recuerdo (Jacques Loussier).

En honor a la verdad, hemos de reconocer que a lo largo de estos días hemos podido recargar las pilas para aguantar nuevamente la larga travesía del desierto que nos espera a los aficionados, aunque nos aseguran que hay algunos oasis a la vista (Jaime Cullum, Cirkus, el noneto de Iñaki Salvador, etc.). -

Xabier PORTUGAL



Nuevo record de asistencia a los conciertos del jazzaldia

DONOSTIA

El 41º Festival de Jazz de Donostia ha logrado «superar lo insuperable» con un nuevo récord de asistencia a los conciertos. Estos han reunido a 113.500 espectadores, objetivo que la organización veía «inalcanzable» después de las cifras excepcionales de la anterior edición, la de su 40 cumpleaños.

Estos datos los dio a conocer el director del Jazzaldia, Miguel Martín, apenas doce horas después de que Solomon Burke y The Neville Brothers clausuraran en la plaza de la Trinidad seis días de festival con actuaciones de «un nivel altísimo» y conciertos «sobresalientes».

Martín otorgó la máxima nota a todas las veladas del Kursaal, es decir, a las de Yusef Lateef-Belmondo Sextet, Jacques Loussier Trio, Uri Caine, Erykah Badu, Joan As Police Woman y, por supuesto, las de Keith Jarrett y Caetano Veloso, que agotaron las entradas con semanas de antelación.

Hancock, controvertido

«Esta ha sido la mejor edición que ha habido jamás en el Kursaal. Cada uno en su estilo han dado conciertos sobresalientes», destacó el responsable del Jazzaldia, quien utilizó el mismo calificativo para las sesiones de la Trinidad de los días 22 y 25, precisamente la más clásica, con Joachim Kuhn Iberia Trio y McCoy Tyner en el escenario, y la más contemporánea, con las big bands de Matthew Herbert y Llibert Fortuny.

Destacó también las actuaciones de Chano Domínguez, Solomon Burke y la «controvertida» del Premio «Donostiako Jazzaldia», el pianista Herbie Hancock, uno de los grandes, cuyo paso por la Trinidad ha tenido opiniones para todos los gustos. «Herbie Hancock es un músico de una personalidad muy compleja. Lo que en otras épocas expresaba de forma más sencilla ahora lo enfoca de diferente manera, más complicada y de mucho nivel, y eso puede crearcierta distancia con el público», comentó.

El descubrimiento de este año ha sido The Crimson Jazz Trio, según Martín, que alabó la incorporación de grupos locales al programa.


 
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