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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2007-01-17
François Maitia - Vicepresidente del Consejo Regional de Aquitania
Y ahora, ¿en punto muerto?

La ruptura era posible durante las negociaciones. ¿Serán posibles las negociaciones durante la ruptura? Nadie sensato puede sustraerse a intentar resolver esta situación de impás, de punto muerto.

Hace sólo unos días, en la capital europea nada hacía presagiar que ETA rompería de forma tan espectacular, mortífera y condenable un proceso que había buscado y que le había llevado del alto el fuego a las negociaciones. Ciertamente los indicios sobre rearme eran señales de alarma. Pero superando la suspicacia que puede sentirse hacia quien discute con nosotros mientras nos amenaza con un arma, todo hacía pensar que (ETA) no lo haría.

Los socialistas españoles y, en particular, su jefe de Gobierno han asumido riesgos al entablar un proceso de negociaciones directas. Lo hizo con el consentimiento del Parlamento, obteniendo el apoyo de Francia, luego de otros países europeos, más tarde de diferentes instancias de la Comunidad Europea. Tenía que hacerlo y siento admiración por Zapatero por haberlo hecho. Lo criticable sería que hubiera hecho lo contrario. Lo ha hecho en respeto a la voluntad mayoritaria del pueblo español, que está cansado de esta situación, que está cansado de la sangre y la muerte. También lo ha hecho en nombre de los vascos que aspiran a la paz y a la tranquilidad. En nombre de todos los que sufren desde hace años.

¿Es consciente ETA del valor de este hombre? Me siento próximo a los socialistas de Euskadi con los que comparto su fuerte deseo de cerrar la herida abierta por el terrorismo vasco, y también su entusiasmo, perceptible en forma de una inmensa esperanza en un movimiento de energías democráticas totalmente liberadas. Vasco, francés, europeo, y por encima de todo simple ciudadano, me siento especialmente afectado. Sin embargo, esta partida se juega antes que nada en España. No me siento, pese a ello, como un observador distante, aunque tampoco siento la presión de ser un actor.

Sin el silencio total de la armas, nada es posible. En el inicio del proceso, de lo que se trata es de reforzar la democracia, para de ese modo asegurar la paz y la prosperidad de los pueblos, de Francia, de España, pero también para asegurar el futuro de los vascos.

Esa interrupción de los atentados es indispensable. Es el signo necesario de que algo se mueve. Requiere, necesariamente, de tiempo, y no puede admitirse durante ese tiempo ninguna infracción, ni de alta ni de baja intensidad. ETA precisará, por tanto, de signos diferentes a atentados como el de Madrid, para demostrar su sinceridad y su compromiso.

Si ha hecho el atentado para demostrar que es capaz es algo poco inteligente, ya que eso ya lo sabía todo el mundo, nadie lo ponía en duda.

Se han evocado tres cuestiones que habrían servido de pretexto a la reactivación de la violencia: el mantenimiento durante el diálogo de la legalidad represiva contra el terrorismo, la legalización de las fuerzas radicales y la territorialidad.

Del mismo modo que, en la época de Aznar, consideré deplorable que se detuviera a los negociadores de ETA en Suiza, ahora considero imperativo que se haga todo lo posible para combatir las tentaciones de vuelta a la violencia. Que los candidatos de un partido de fuerzas radicales, bajo el nombre de Batasuna o cualquier otro nombre, puedan someterse al sufragio de sus conciudadanos no me parece una incongruencia, siempre que no hagan apología de la violencia ni ataquen principios fundamentales de la democracia.

En cuanto a la territorialidad, esa es una cuestión que depende de los ciudadanos y de los partidos en los que estos se reconocen. Además, se puede considerar simplemente que, por importante que pueda ser el tema, a día de hoy, tiene un grado de madurez más bien débil.

Está también la cuestión de los presos. Desde hace muchos años comparto el sentimiento de quienes, a título humanitario, aceptan la idea de que convendría que los presos se encuentren cerca de sus familias. A fin de no añadir sufrimiento a los suyos. A fin de no sumar la venganza a una privación de libertad normal pero no por ello menos dolorosa para los presos y sus allegados. Este tema estaba en el diálogo, y es una lástima que los debates sobre él se hayan postergado tanto en el tiempo.

Es más fácil romper los hilos del diálogo que tejer o retejer esos hilos. ¿Era necesario el diálogo? Sí. ¿Habrá que volver a intentarlo de nuevo? Por supuesto. Inevitablemente. Sin embargo, el gato escaldado del agua fría huye. Y las prisas son malas consejeras. -

© “Le Journal du Pays Basque/Euskal Herriko Kazeta”


 
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