Una reciente caricatura editorial muestra al Titanic a punto de hundirse y el iceberg contra el que se estrelló, con Bush y su vicepresidente Cheney en el agua. Uno le dice al otro: «Miles de víctimas, barco hundiéndose ¿por qué sólo reportan las malas noticias?». Pues al parecer, algunos de los más fervientes promotores de la doctrina Bush los ataques «preventivos», el uso del poder militar estadounidense para promover la «democracia» en el mundo, y la concepción del poder de EEUU como una fuerza del «bien» ahora, que sienten que el buque podría hundirse, han abandonado al capitán y su tripulación. Figuras intelectuales que nutrieron, justificaron y defendieron la nueva doctrina de Bush públicamente han expresado ahora dudas sobre la guerra y el manejo de la política internacional por el presidente y su equipo. Ninguno es más famoso en los circuitos intelectuales conservadores que el profesor Francis Fukuyama (autor del ‘Fin de la historia’, entre otras obras), quien acaba de publicar ‘America at the Crossroads’ que es nada menos que una de las críticas más detalladas y feroces de la aventura bélica de Bush. Pero el hecho de que esta crítica provenga del bando conservador, y no sólo eso, sino de una de las estrellas de ese llamado pensamiento «neoconservador», lo hace aún más devastador, opinan quienes han reseñado el libro.
Fukuyama critica la arrogancia del Gobierno estadounidense en sus acciones a nivel mundial, la creación de un grupo interno alrededor de Bush, y particularmente Cheney, que no tolera ninguna perspectiva disidente. Acusa a Rumsfeld de no enviar suficientes tropas con la idea de entrar con fuerzas «ligeras» para poder salir rápidamente. Eso, dice el profesor de la Universidad Johns Hopkins, ha resultado en que «las fuerzas de EEUU están empantanadas en una guerra de guerrillas de largo plazo».
Por la desmilitarizacion
Los costos de esta aventura bélica, advierte Fukuyama, serán desacreditar la agenda neoconservadora, y dice que «el neoconservadurismo, tanto como símbolo político como cuerpo de pensamiento, ha evolucionado en algo que yo ya no puedo apoyar». Ahora propone en su lugar una «desmilitarización dramática de la política exterior estadounidense», y un nuevo énfasis en otros tipos de «instrumentos» de política, como también abandonar la retórica de una guerra global contra el «terrorismo» y promover el desarrollo político y económico en el exterior.
Concluye que este grupo en el poder no tiene la capacidad para remediar los problemas que ha creado. «Reparar la credibilidad de EEUU no será un asunto de mejores relaciones públicas; requiere de un nuevo equipo y nuevas políticas».
Pero Fukuyama es sólo uno de los ex fieles defensores de este gobierno que durante los últimos meses han declarado que la guerra, y el manejo de la política bélica de Bush, han fracasado. Entre ellos está el famoso columnista George Will del “The Washington Post”, quien dice que Irak ahora es «más peligroso que antes».
También el famoso conservador William F. Buckley (que no fue «neoconservador», pero sí apoyaba la guerra), editor del “Nacional Review”, quien confiesa que los problemas de Bush son muy difíciles ya que requieren que haga una concesión estratégica que implica revertir sus grandes pronunciamientos, afirma: «uno no puede dudar que el objetivo en Irak ha fracasado... se necesitan planes diferentes» y concluye que «la médula aquí es un reconocimiento de derrota».
Por su parte, Andrew Sullivan, ex editor de “The New Republic” e influyente comentarista entre conservadores que antes elogiaban la doctrina de Bush, admite que con la guerra «hemos aprendido una dura lección» y que la «respuesta correcta» no es más propaganda, sino «un sentido de vergüenza y tristeza».
Richard Perle, uno de los halcones más pro guerra en los primeros años de Bush, ahora acepta que las políticas bélicas «fueron correctas sobre la guerra, pero equivocadas sobre las secuelas. Deberíamos haber entendido que necesitábamos socios iraquíes».
Firmantes del PNAC
Casi todos estos fueron firmantes (o simpatizantes) del manifiesto neoconservador: El proyecto para una nuevo siglo estadunidense (PNAC, por sus siglas en inglés) redactado por William Kristol, padre de este «movimiento», en 1997, que ofrecieron el paradigma político de la llamada doctrina Bush, cuyo acto central fue lanzar la guerra contra Irak, recuerda Rupert Cornwell en un reportaje para “The Independent”. El PNAC proponía establecer un orden pos guerra fría donde EEUU consolidaba su supremacía global a través de su mayor fuerza militar, retando a todo régimen antiestadounidense y promoviendo «la libertad» y la «democracia» por el mundo.
Ahora, muchos de los promotores más prominentes de ese «proyecto» están expresando sus dudas y criticando a Bush. Otros han desaparecido de la escena, entre ellos uno de los principales líderes de esta política exterior, el ex subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, quien ahora encabeza el Banco Mundial; Perle guarda ahora silencio en gran medida, y Lewis Libby, el ex jefe de equipo de Cheney, está muy ocupado en defenderse de cargos federales de obstrucción de justicia.
Otro firmante del «proyecto» neoconservador, recuerda “The Independent”, fue Zalmay Jalilzad, ahora el embajador de EEUU en Irak, y que admitió que la invasión había abierto una «caja de Pandora» y que el conflicto en Irak podría contagiar a la región.
Mientras ellos confiesan sus errores, los costos humanos y económicos son enormes. Recientemente, Patrick Cockburn reportó en Counterpunch que algunos cálculos de las muertes civiles en Irak podrían sumar más de 180.000, y existe la posibilidad de que esta cifra se eleve hasta 500.000. -
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