Sujetos de derechos y de decisión
A lo largo de esta semana, con el día de hoy como epicentro, en todo el mundo y en Euskal Herria se alza la voz contra el racismo y la discriminación y, especialmente, contra su principal causa actual: las políticas restrictivas que, por medio de sus legislaciones de extranjería, tienen los estados del Norte contra el derecho de asilo y emigración.En Euskal Herria, ese control restrictivo y exclusivo de los dos estados que tienen secuestrada nuestra soberanía posee un significado y una relevancia especial. Las legislaciones de extranjería de los estados español y francés implican, por su carácter restrictivo, la vulneración de los derechos de residencia y nacionalidad y la precarización y sufrimiento de muchas personas que por motivos políticos y económicos deben dejar sus lugares de origen y deciden asentarse en nuestro país. También es la vulneración del derecho a la protección de muchos euskaldunes que, debido al conflicto político, deben huir y se les criminaliza. Son esas leyes las que consideran extranjera a una persona euskaldun de Sara que viva en Leitza o a la inversa. Pero esa política y sus leyes son, así mismo, la vulneración del derecho inalienable que le corresponde a Euskal Herria a definir, gestionar y garantizar la residencia y nacionalidad de todas las personas que, al margen de nuestro origen, vivimos en este país.
Derecho de Euskal Herria y de las y los
migrantes En Euskal Herria los procesos migratorios han tenido y tienen una presencia y un papel determinante. Lo que es actualmente la sociedad vasca no se podría entender sin tener en cuenta la profunda influencia que suponen las migraciones (de diferentes tipos y motivos, en distintos períodos y con diversas consecuencias).
Las diversas remesas migratorias llegadas a Euskal Herria, bien por causas económicas y laborales consecuencia del desarrollo del capitalismo, bien por impulso político de los dos estados que tienen secuestrada nuestra soberanía, o bien por las dos, han supuesto un importante flujo de personas y comunidades. Este flujo de personas llegadas de otros países y pueblos, en ocasiones de manera traumática, nos hemos venido asentado en los siete territorios de este país y formamos parte ya de esta sociedad. Hoy, unas 700.000 per- sonas, más del 25% de la sociedad vasca, han nacido fuera de Euskal Herria. Son personas y colectivos de diferentes orígenes y culturas, heterogéneas en su situación de derechos y en sus problemáticas sociales y con un nivel de incorporación e integración en nuestra sociedad distinto.Los diferentes colectivos y remesas de inmigrantes procedentes de los estados español y francés supusieron una modificación sustancial, no sólo de la estructura sociolaboral, también de las dinámicas políticas y de las identidades culturales y lingüísticas. Esta población inmigrante representa el 20% del total de nuestra población actual. A este flujo inmigratorio que se mantiene aún hoy día de manera significativa, se le suma ahora el de la inmigración de estados y pueblos de la Europa «comunitaria» y «extracomunitaria» que ya suponen en torno al 5% de la sociedad vasca. Todas ellas, con diferente intensidad, contribuyen de manera neta al crecimiento poblacional y productivo, pero también suponen que debamos readecuar nuestra estrategia política y que debamos redoblar los esfuerzos en el ámbito educativo y cultural y de recuperación y normalización del euskara. Batasuna, en esta temática y tras el proceso de debate “Bide Eginez”, vamos a mantener una actitud clara y a poner decididamente los medios para hacerla realidad. Ello supone reivindicar el derecho incuestionable de Euskal Herria a definir y gestionar el acceso a la residencia y a la nacionalidad de todas las personas que, por diversos motivos, procedemos de otros pueblos, naciones o estados, y que hemos decidido vivir y trabajar en este país. Ese derecho, hasta ahora controlado en exclusiva y de manera arbitraria y restrictiva por los estados español y francés, es, como para cualquier pueblo libre, una de las bases de nuestra soberanía, de la convivencia desde la diversidad y de la construcción nacional y social. Así mismo, reivindicamos el derecho a la residencia y a la nacionalidad de todo ciudadano o ciudadana que viva y trabaje en nuestro territorio; de quien, independientemente de haber nacido en Euskal Herria, Fran- cia, España, Africa o América, quiera sentirse y formar parte de este país. En esta cuestión, a la hora de fijar nuestro discurso y nuestra práctica política, tenemos una idea central: Todos los derechos para todas las personas, en toda Euskal Herria; incluidas aquellas personas o colectivos, que, por diversas razones, han venido de otros pueblos, naciones o estados. Reivindicamos con firmeza el derecho de estas personas a ser parte del sujeto nacional y del sujeto de decisión de nuestro país. Pero con la misma claridad, mantenemos que ese derecho no les corresponde a quienes han venido a hacer la guerra y a ejercer la represión contra nuestro pueblo. Creemos que sin la participación activa de las personas y colectivos de migrantes en el proceso de reso- lución del conflicto corremos el riesgo de que éste se prolongue. Estamos convencidos de que, en la lucha por la liberación nacional y por la justicia social, la compatibilidad y la alianza entre el derecho de Euskal Herria como nación y el derecho de las personas migrantes es posible y necesaria.
Soberanía y política de migración Pero sin duda, el principal obstáculo para conseguir ese objetivo es la capacidad política soberana y exclusiva que los estados español y francés mantienen sobre el acceso a los derechos de ciudadanía básicos, como son el de residencia y nacionalidad. Esta capacidad arbitraria de los dos estados supone en Euskal Herria una doble vulneración e imposición.
Primero, supone una vulneración de la igualdad de los derechos de las personas inmigrantes que viven en nuestro país en función de su origen y al margen de su voluntad, pues genera una situación de fractura entre los que están sobre-determinados en derechos, al proceder de los estados español y francés y de la Unión Europea, y los que casi no tienen ningún derecho, por proceder de los países extracomunitarios del «Sur». Además les impide, a unos y otros y como a cualquier otra u otro ciudadano vasco, acceder a la nacionalidad vasca. A ser y sentirse plenamente ciudadana o ciudadano vasco y a formar parte de Euskal Herria.Así mismo, esta capacidad arbitraria y exclusiva de los dos estados sobre el derecho de residencia y nacionalidad impide a Euskal Herria disponer del derecho soberano que le corresponde a garantizar la residencia y nacionalidad de las personas que viven en nuestro propio territorio. En consecuencia, también, le impide a Euskal Herria definir y ejercitar los instrumentos políticos, económicos y culturales que puedan garantizar a las personas inmigrantes, no sólo la entrada y el acceso a la residencia y a la nacionalidad vasca, sino también a todos los derechos de ciudadanía que les permitan su integración y convivencia plena en nuestra sociedad, así como a ser plenamente sujetos de decisión. Sin esta capacidad, no hay soberanía para nuestro país, no podremos culminar la construcción nacional y social de nuestro pueblo en clave de igualdad, justicia y convivencia desde el reconocimiento de la diversidad. La denuncia de esta doble vulneración e imposición y la puesta en marcha, en el proceso de construcción nacional y transformación social, de los mecanismos para superarla por medio de la alianza democrática entre los colectivos de migrantes y las fuerzas democráticas vascas son las piedras angulares de una Política de Migración y Diversidad para Euskal Herria. Por eso decimos que actualmente, lejos de lo que algunos políticos autonomistas vienen planteando, no existe política vasca ni vascongada de inmigración. Es imposible, ya que las competencias en esta materia son exclusivas de los estados. Hoy en día Euskal Herria no tiene la capacidad jurídico-política como pueblo, como nación, para desarrollar una política de migración propia. Lo que existe actualmente, y en el mejor de los casos, es la gestión en una parte de nuestro territorio de la legislación de los estados francés y español en materia de residencia, ciudadanía y nacionalidad, por un lado, y de extranjería por otro. Es la mala aplicación de escasos parches, por medio de algunas competencias sociales, sobre algunas de las consecuencias que esa legislación estatal genera en nuestro territorio a una parte de esas personas. Una Política de Migración y Diversidad al servicio de Euskal Herria debe quebrar la dinámica hegemónica existente hoy en los ámbitos institucional y social en nuestro país. Dinámica profundamente marcada por la triple pers- pectiva estatalista, asistencialista y paternalista. Por ello, Batasuna en su política en este área, teniendo en cuenta la especificidad de las migraciones, marcará una línea clara y definida, de manera transversal e integral en un triple sentido: nacional y euskaldun, de justicia e igualdad social y de género y de reconocimiento de la diversidad, autonomía y voluntad de esas personas. Así, Batasuna se compromete a trabajar en cuatro campos complementarios: en el de la integración social y laboral, en el de la convivencia cultural y lingüística, en el de las relaciones de solidaridad recíprocas con los países de origen y, por último, en el de los derechos políticos, de residencia y nacionalidad de todas y todos los ciudadanos migrantes que viven en Euskal Herria. En última instancia, reivindicamos el derecho de la nación vasca y de todas las personas que forman parte de ella a regular y decidir libremente nuestro futuro y nuestra convivencia en Euskal Herria. Por eso, en este área, nos proponemos como objetivo estratégico una cuestión fundamental: impulsar y compartir con todas las personas y colectivos migrantes el proceso de resolución y de construcción nacional y transformación social que está en marcha en nuestro país. -
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