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Gara > Idatzia > Iritzia > zirikazan 2006-04-24
Josebe Egia
¿«Marisorgin»? Sí, y a mucha honra

Un mozo de buen ver, majo en lo general y particular, mantiene que las mujeres somos bastante sorgiñas y, como buen amigo, yo la que más. Sé que lo dice por chinchar pero, aunque no se lo crea, en realidad me está haciendo un honor. Sí, Bikin, tooodo un honor. Para él y para quienes compartan su teoría aquí va esto.

Elena Simón, feminista y maestra bruja, hace años en un curso a un grupo de brujas incipientes, nos comentaba que cada vez que alguien nos insultara llamándonos brujas, en realidad nos estaba diciendo sabias, puesto que brujería y sabiduría siempre han ido de la mano. De la de las mujeres, por supuesto.

Desde aquel día me he identificado con el papel de las sorgiñas. Somos mujeres herederas de sabiduría y conocimientos ancestrales que nos han transmitido otras mujeres, brujas que nos han precedido y que en algunos casos les supuso perder la vida. Parteras y herboleras fueron las principales víctimas de la caza de brujas; no hay más que acercarse a Zugarramurdi y leer las actas de sus ejecuciones. No fue un fenómeno privativo de Euskal Herria, se dio en toda Europa. ¿Qué torturas no infringirían a aquellas mujeres, y a los pocos hombres que «caían» con ellas, que llegaban a confesar cosas tan increíbles como que eran capaces de volar hasta el akelarre a adorar al macho cabrío, levantar tempestades, envenenar las aguas, matar a criaturas y beber su sangre, fornicar con el diablo...?

Hoy que eso puede parecer superado, sin embargo, siguen existiendo en algunas partes de la Tierra y hay mujeres, siempre entre la gente pobre, que siguen ejerciendo de brujas en el mejor sentido del término. Un papel de transmisión de conocimientos múltiples para curar cuerpos y almas, de remedios para ayudar en los momentos de soledades y dolores.

Por eso son importantes las brujas. Las torturaron, las quemaron, las acusaron de mil pecadosŠ cuando el único era ser depositarias de historias y remedios. Pero quienes mandaban en cada momento las temieron siempre y por eso las persiguieron. Seguramente esas pócimas, ungüentos y brebajes, elaborados mayoritariamente con plantas medicinales, provocaban demasiados desasosiegos en la elite y por eso había que eliminar el brebaje y a la artesana que lo elaboraba.

Pero no lo consiguieron. No han podido evitar que las mujeres continuaran enseñando a aquellas que tuvieran ganas de aprender, todo lo que cada una de ellas sabía. Por eso, desde este espacio, además de responder al «insulto» de Bikin, reivindico el papel de las mujeres/brujas en la historia de la humanidad, que desde su sabiduría y su aportación en cada momento han contribuido a la construcción de un mundo mejor. Algo en lo que también estamos empeñadas las marisorgin actuales.

Toti Martínez de Lezea acaba de publicar ‘‘Brujas’’ en Erein. Su libro, como casi todos los de Toti, es de carácter divulgativo. Su primer apartado se refiere a los orígenes de la brujería, a las creencias paganas y a las tradiciones más antiguas. Las siguientes páginas tratan sobre las plantas y los animales, los akelarres, la persecución y los juicios.

Toti ha aportado a ‘‘Brujas’’ sus propias conclusiones, además de una extensa relación bibliográfica que orienta a quien le interese profundizar en el tema. Su impresión es que en los siglos XVI y XVII se alentó la creencia en la brujería para distraer al pueblo de otras preocupaciones más graves, como las guerras, la baja demografía, los problemas económicos o la escasez de cosechas. «Había que distraer al pueblo de alguna forma y se hizo haciéndole creer que había brujas, cuando lo que había era una mala Administración».

Es una táctica que han utilizado los gobernantes de todos los tiempos, sostiene Martínez de Lezea. «A lo mejor con otras formas, pero ha pasado continuamente hasta hoy en día. Se intenta apartar nuestra atención de cosas importantes echando globos; se quiere que miremos a otras cosas menos primordiales». Coincido con ella.

Todavía queda tanto machismo que a las feministas nos llaman brujas, aunque no sea el caso de mi amigo. Pues a las marisorgin nos queda mucho por hacer en un mundo en el que las mujeres no poseemos nada más que el 1% de la riqueza y sólo ganamos el 10% de los ingresos, a pesar de ser más del 51% de la población. Aún no gestionamos el poder y, prácticamente, no existimos en el mundo de las altas finanzas, en la industria, en la ciencia, o en la economía. Si reivindicar paridad en estos espacios es ser brujas... ¡ojalá hubiera muchas más! -

jegia@gara.net


 
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