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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-04-24
Sabino Cuadra - Abogado
Sanz, Navarra y la Volkswagen

Cuando el presidente Sanz, a la vista del conflicto de la Volkswagen (VW), hizo un llamado a la responsabilidad de los trabajadores y afirmó que «nos estamos jugando el futuro de Navarra», uno se sintió un tanto desubicado. Hasta la fecha, yo pensaba que el porvenir de esta amejorada tierra únicamente estaba siendo amenazado por la pérfida «Euskadi»: el nacionalismo vasco, el euskara batua, ETA y sus entornos, el Plan Ibarretxe, Batasuna, etc... Ahora, sin embargo, un nuevo peligro se cernía sobre el viejo Reino: la huelga legal refrendada democráticamente por la plantilla de VW también cuestionaba nuestro futuro. La pregunta que surgía era, pues, simple: ¿sobre qué cimientos económico-político-institucionales se asienta esta Navarra nuestra, que cualquier cosa que ocurre la pone en cuestión?

Pero no, no nos hallábamos ante un nuevo enemigo. Aun cuando no lo pareciera, nos encontrábamos tan solo ante una nueva cabeza de la misma hidra de siempre. El conflicto, en el fondo, como más tarde afirmó Sanz, era responsabilidad del nacionalismo vasco, «de manera especial, el más radical», el cual estaba impulsando una «estrategia de desestabilización de la vida social, política e institucional de Navarra en muchos casos me- diante actuaciones violentas». Incluso los psiquiatras más puestos en el tema afirman desconocer casos similares de paranoia galopante.

Hace tiempo que Navarra, tan ardientemente defendida en su día por los gobiernos de Urralburu-PSN, y hoy por los de Sanz-UPPN, fue vendida a las multinacionales. Como ha señalado Antón Borja, profesor de la UPV, de las 30 mayores empresas industriales navarras, 20 están participadas mayoritariamente por capital extranjero y suponen el 25% del empleo industrial real. En esta misma dirección, casi todos los sectores presentan una realidad similar de dependencia. No es sólo el metal en general, y el automóvil en particular (VW, AP, Eaton, SKF, Esteban, Bosch, TRW, Unicable...), sino también el químico (Dow, Gorvi, Hitox, Inabonos, Inquinasa, Renolit...), el del papel y cartón (Sarrio, Papelera, Omni, Superfos...), etcétera...

Especialmente sangrante es la situación del sector agroalimentario. En éste, la dejadez y abandono de las instituciones forales, que han renunciando a tener la mínima política de apoyo a la antigua red de cooperativas y empresas locales, ha creado una situación especialmente desoladora. La lista de empresas dependientes del capital extranjero es interminable: Agrozumos, Alimentos Congelados, Bonduelle, Gigante Verde, Hortícola del Ebro, Huici-Leidan, Cárnicas de Lumbier, Marbu, Betelu, Trout, Senasa, Sonnen, etc...

Esa Navarra de la que tanto se dice que «no puede ser moneda de cambio» en ninguna mesa de negociación ni proceso de paz, no ha sido sino pura «calderilla» en manos de los gobiernos de PSN y UPPN que hemos conocido. El entramado industrial de Navarra ha sido entregado libremente al capital extranjero, y ahora, cuando comienzan a aparecer las vacas flacas (Girling, Sanyo, Schneider, VW...), no se les ocurre otra cosa que echar las culpas de esta situación a los trabajadores y al nacionalismo vasco. ¡Estamos apañados!

Pero volvamos a la VW. Es normal que Sanz tiemble un tanto ante los anuncios de posibles traslados de esta empresa a otros lugares. Es normal, porque si desaparecieran de los Presupuestos de Navarra los ingresos provenientes de los automóviles allí producidos, la debacle hacendística podría ser sonada. Mucho más aún, teniendo en cuenta los ingentes compromisos financieros derivados de la política cementera impulsada en estos últimos años en la Comunidad Foral: autovías, Canal de Navarra, TAV... Aún con todo, no terminan de cuadrarnos las cuentas, pues da la impresión que la VW es algo más que todo lo anterior para nuestro querido presidente Sanz.

El Gobierno de Navarra, especialmente el de UPPN, trata con guante de seda a la multinacional alemana. Hace tan solo tres años concedió a VW una ayuda de 15 millones de euros por sus inversiones realizadas. Es lo máximo que la Unión Europea le autorizó. Lo curioso del caso es que éste proponía darle cuatro veces más; es decir, en pesetas, diez mil millones. Al año próximo ­se ve que para quitar el disgusto a la VW­, el Gobierno le concedió la medalla de oro de Navarra. También autorizó escandalosa- mente el expediente de rescisión de contratos de ISN, SL (empresa que hace la limpieza de la VW en Landaben y en Puebla, México), impuesto en realidad por la propia multinacional. Y ahora, cuando la plantilla decide plantar cara a una propuesta patronal que pretende dar un par de vueltas de tuerca más a la política de reducción salarial (10%), reducción de plantilla (700 empleos) y aumento de la flexibilidad padecida en los últimos años, Sanz pretende «mediar» en el conflicto apoyando a la empresa y colaborando con ella ­VW despide, la Policía Foral detiene­ en la represión.

Vivimos en una tierra que figura en el libro de los Guinness por haber dado en las últimas décadas el mayor porcentaje de granujas institucionales conocido en Europa: dos presidentes del Gobierno Foral, dos; dos delegados del Gobierno central, dos... amén de todos los que pululan por la parte no visible del iceberg. En el caso de Urralburu, fue precisamente la venta de la antigua Super-Ser a la multinacional Siemens ­casualmente alemana, como la VW­, la que puso de manifiesto la costumbre en estas empresas de recompensar generosamente a quienes facilitan sus negocios con cesiones de terrenos, bonificaciones y ayudas fiscales, ventas de saldo, etc...

Los trabajadores y trabajadoras de VW de Landaben tienen, por desgracia, no uno, sino dos enemigos a combatir. El primero es la multinacional; el segundo, el Gobierno de Sanz-UPPN. Ambos tienen intereses comunes, en los que lo personal y lo político están mezclados. Pero tienen también un aliado poderoso del cual habrán de echar mano necesariamente si quieren salir airosos de este conflicto: el resto de la clase obrera y la propia sociedad navarra, hartos ya de conchabeos entre los poderosos de la industria, la construcción y los negocios, y los políticos en el poder; hartos ya de toda esa gente que bajo un discurso grandilocuente navarrero, esconden en realidad un proyecto cortijero: hacer de Navarra un coto privado y exclusivo para mejor beneficio de sus negocios particulares. -


 
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