Japón acaricia el control de la Comisión Ballenera Internacional
Estados sin costa, como Mongolia o Mali, forman parte de la Comisión Ballenera Internacional. ¿Qué pintan ahí? Facilitar que Japón, Noruega e Islandia se hagan con el control de este organismo que mantiene desde 1986 una moratoria de la captura de ballenas. En junio, Japón puede hacerse con la mayoría.
En la reunión anual de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) en junio pasado, Japón fue criticada por gobiernos, organizaciones e investigadores por su anuncio de aumentar las capturas de ballenas. No obstante, recibió el apoyo de hasta 27 países, entre ellos los otros dos destacados balleneros, como Islandia y Noruega. Japón reconoció en su día que en el pasado echó mano de la ayuda exterior para obtener apoyo a su campaña destinada a que se levante la prohibición internacional de la caza de estos mamíferos. Hoy, aquella condena mayoritaria corre más peligro que nunca.Tras una década de esfuerzos y la inversión de muchos millones de dólares para conseguir una mayoría de voto en la CIB comprando las voluntades de pequeños estados con importantes ayudas, en la próxima reunión de este organismo dentro de dos meses en Saint Kitts and Nevis, Japón puede conseguir por primera vez una mayoría simple, según reveló hace unos días ‘‘The Independent’’. Esa más que probable mayoría no pondrá, de momento, en peligro el fin de la moratoria, ya que se necesita un 75% de votos, pero sí le permitirá reformar la CIB de una forma más favorable, acabando con sus trabajos en pro de la conservación o las discusiones sobre el bienestar animal y promoviendo el comercio de productos balleneros. En líneas generales, supondrá una gran victoria para la propaganda de las naciones balleneras: Japón, Noruega e Islandia. Además, les facilitará la adopción de resoluciones que aprueben la «caza científica» japonesa. Japón conseguirá así el triunfo de la política que inició en 1998, animando a pequeños países pobres la mayoría sin ninguna tradición ballenera y algunos, como Mali o Mongolia, sin ni siquiera costa a sumarse a la CIB. Como resultado, este organismo internacional, que contaba con 40 miembros en 2000, tiene 66 en la actualidad. Algunos gobiernos, como el de Nueva Zelanda, han puesto en marcha una iniciativa diplomática para animar a las naciones contrarias a la caza de ballenas para que asistan a la próxima reunión de la CIB, para contrarrestar el efecto de los países que se han sumado en los últimos tiempos, favorables a los intereses nipones. Malas noticias para los defensores de estos iconos de la defensa de la Naturaleza. Malas noticias como el inicio en abril por parte de Noruega de sus actividades de caza, siendo el único país del planeta que se salta sin explicaciones la moratoria que rige desde 1986 Japón e Islandia lo hacen en base a supuestos «motivos científicos». Además, el Ejecutivo noruego ha elevado para este año la cuota de caza, a pesar de que los treinta barcos balleneros operativos el año pasado sólo cazaron 639 de estos cetáceos, cuando la cuota se elevaba a 796.
El trio ballenero
Japón se opuso desde un principio a la moratoria de 1986 y sólo la presión estadounidense hizo que cambiara de opinión. Claro que, para entonces, los responsables de pesca japoneses ya habían encontrado la coartada perfecta: la comisión permitía la caza de ballenas con fines científicos sin especificar una cantidad concreta de capturas. El fervor científico ha permitido tener abastecidos los mercados nipones de carne de ballena. Noruega ha sido el más firme aliado de Japón. Este país nórdico objetó la moratoria y en 1993 decidió reanudar la pesca con fines comerciales. Sus autoridades sostienen que la carne sólo satisface la demanda interna, pero Noruega ya ha exportado carne a Islandia y las Islas Faeroe. Japón, donde los precios son más altos, aparece como el gran destino potencial de la carne noruega. El último en unirse a este «selecto» grupo ha sido Islandia. Lo hizo en agosto de 2003 alegando «motivos científicos». El Gobierno de Reykiavik asegura que precisa investigar el estómago de estos cetáceos para determinar la cantidad de peces que consumen. Argumenta además que Islandia es un país con tradición ballenera y que el 75% de sus 290.000 habitantes apoyó en referéndum el inicio de la caza de ballenas. En mayo del año pasado, la Unión Mundial de Conservación (IUCN) había advertido de que determinadas especies podrían extinguirse en menos de una década si no se tomaban medidas. Actualmente sobreviven entre el 5% y el 10% de las ballenas que surcaban los mares a comienzos del siglo XX. La cita del próximo mes de junio puede ser otra sentencia. -
GASTEIZ
Empresas niponas dejan de cazar
En Japón los grupos ecologistas celebraban en abril el abandono de la actividad ballenera por parte de cinco empresas, entre ellas el gigante pesquero Nissui. Estas empresas, que poseían la ballenera Kyodo Senpaku, anunciaron que «pronto donarán» su participación en la empresa a corporaciones de interés público, si bien entre ellas está el Instituto de Investigación de Cetáceos, el cual, con el respaldo estatal, promueve la caza de ballenas. Greenpeace había amenazado con un boicot a todos los productos de Nissui.
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