PARIS
El «caso Clearstream» continúa creciendo como una bola de nieve. A cada semana que pasa, nuevos capítulos se añaden a un escándalo que continúa aumentando y que ya ha alcanzado al mismísimo presidente, Jacques Chirac, después de acabar con la carrera política del aún primer ministro De Villepin.
El presidente francés se vio obligado ayer a salir a la palestra tras las acusaciones de corrupción lanzadas por el diario satírico “Le Canard Enchainé”, que aseguró que Chirac poseía una cuenta secreta en el banco japonés Tokyo Sowa Bank con 45,5 millones de euros.
El mandatario, que ya fue juzgado por corrupción durante su etapa de alcalde de París, en una declaración sorpresa y en tono solemne dijo ayer que «la República no es la dictadura del rumor, la dictadura de la calumnia (...) La democracia no es la falta de respeto y la explotación hasta el ultraje de los procedimientos judiciales en curso», subrayó tras el Consejo de Ministros.
Chirac no citó en ningún momento el «caso Clearstream», pero era la primera vez que se pronunciaba públicamente y en persona sobre esa trama contra políticos e industriales, en la que su nombre y el de Villepin han sido citados como presuntos instigadores.
Con habitual tono pausado, el jefe del Estado reafirmó por enésima vez su «total» confianza en el primer ministro y dejó claro que las Presidenciales se celebrarán dentro de un año, como estaba previsto. Quizá ahí, según estiman algunos analistas, se encuentre el origen de la actual batalla por el poder. Villepin fue el «elegido» por Chirac para «sucederle» en la presidencia ante el ambicioso Nicolas Sarkozy ministro de Interior y líder del partido conservador UMP, cuyo nombre se «coló» casualmente en una lista de personajes a investigar por supuesta corrupción.
El diario satírico “Le Canard Enchainé” aseguró ayer que el general Rondot indicó a los jueces la existencia de la cuenta secreta de Chirac en un banco Japonés, información rápidamente desmentida por el entorno del presidente.
Los jueces interrogaron a Rondot el pasado 28 de marzo durante catorce horas, y son estas declaraciones las que están alimentando el escándalo.
La prensa francesa apunta a Rondot como un personaje clave de la trama del «caso Clearstream», una sociedad financiera de Luxemburgo, junto a Jean-Louis Gergorin.
Paralelamente la investigación judicial sobre la trama parece que se cierra en torno al presunto delator anónimo que en abril de 2004 envió al juez Renaud van Ruymbeke el listado de los supuestos beneficiarios de las comisiones ilegales pagadas en la venta de seis fragatas de Thomson a Taiwán en 2001.
“Le Canard Enchainé” afirmó ayer, sin ninguna sombra de duda, que fue el actual vicepresidente de EADS, Jean-Louis Gergorin quien le dio ese listado en mano a Rondot en noviembre de 2003, quien estaba en el despacho de Villepin cuando éste pidió al general que investigase sobre la misma y, además, ayer se supo que pocos días antes de que le llegase a Ruymbeke la primera denuncia anónima se reunió con el juez para hablarle de esa lista en secreto, con el pretexto de que temía por su vida.
Ruymbeke no escondió ayer su enfado por haber sido «manipulado» para caer en la «trampa» de esta maquinación contra políticos, pero también y fundamentalmente contra industriales del sector armamentístico, con el trasfondo de una lucha por el poder en EADS.
Ayer, el consorcio aeronáutico dijo que había «accedido» a la petición de Gergorin de ser apartado de sus funciones.
GARA
PARIS
El presidente del grupo parlamentario del Partido Socialista (PS) en la Cámara de Diputados, Jean-Marc Ayrault, anunció ayer la presentación de una moción de censura contra el primer ministro, Dominique de Villepin, que será presentada el viernes o el sábado y será debatida el próximo martes.
Sobre esta cuestión, el primer secretario del PS, François Hollande, afirmó que los que no la apoyen «estarán de acuerdo con Chirac». Hollande lamentó que el presidente francés reafirmara su confianza en Villepin en lugar de realizar «un cambio en profundidad del Gobierno».
Entretanto, cinco diputados del PS presentaron un comunicado exigiendo la salida de Chirac por la «crisis social y política a la que ha llevado al país», y exigieron elecciones.
Por su parte, el presidente del grupo parlamentario del PCF, Alain Bocquet, indicó que Chirac «mantiene en el cargo [a Villepin] como si ni hubiera pasado nada. El presidente debe poner orden en su partido», añadió.