Se preveía y, por desgracia, se ha consumado: no hay anchoa en la mar. Ante las desastrosas capturas de anchoa del año pasado y con las recomendaciones de todos los informes científicos de que la apertura de la campaña de 2006 iba a ser negativa por la escasez de la pesquería, se había advertido del riesgo de desaparición que acarrearía la apertura por incidir en la biomasa reproductora del stock, y ante el colapso de la especie que podría darse si se capturara lo poco que todavía quedara en el Golfo de Bizkaia. Lo denunciamos en su día y lo volvemos a hacer: el sector pesquero en Euskal Herria se encuentra en una situación dramática, por la inoperancia y el abandono de las distintas administraciones de un sector estratégico, y como ejemplo, las decisiones y los intereses ocultos de políticos e instituciones que permitieron la salida a la mar de la flota de Lapurdi, Gipuzkoa y Bizkaia para capturar anchoa.
¿Qué pretenden las administraciones, tanto de Bruselas como de Madrid y París, con la autorización de la captura de esta especie? ¿Por qué el Gobierno vascongado no tomó medidas ante esta decisión dejando a un lado los argumentos de siempre de las no competencias, asumiendo responsabilidades por las consecuencias que podía acarrear esta decisión?
¿El Gobierno de Gasteiz es consciente de que tales decisiones pueden hipotecar las economías de nuestros puertos ante la destrucción y agotamiento de los recursos? ¿Cuál es su alternativa? ¿Los puertos deportivos? ¿Montar ferias con pescado importado en los puertos? No sirve decir que no se debía abrir el caladero porque la biomasa de precaución estaba en riesgo de colapso, para después no tomar medidas. Lo que es injustificable es que no haya una política pesquera que garantice la actividad de los subsectores que ejercen en nuestros puertos.
La situación de las pesquerías hoy en nuestros caladeros es trágica, cada vez hay menos especies para capturar. La razón fundamental es que cada subsector, ante el agotamiento de sus stocks de especies correspondientes por derechos y TAC, está incidiendo en las especies de otros subsectores. Así, toda la flota está ejerciendo sobre la misma especie y éstas se están colap- sando, con artes cada vez más depredadoras. Para confirmar esta realidad basta darse una vuelta por los puertos y mirar las descargas que se producen en ellos.
¿La Consejería de Lakua tiene alguna referencia de qué especies se descargan hoy en los puertos? ¿Qué cantidad de verdel ha capturado en los últimos cinco meses la flota de altura? ¿Cuántas toneladas de chicharro se han tirado al mar en los últimos quince días por no poder venderse ni a 0,10 euros? ¿Qué consecuencias han tenido y tendrán en la biomasa reproductora estas capturas? Lo decimos por la zona donde se ha capturado y por el tamaño, la mayoría de ellos juveniles.
Pero no sólo la anchoa está disminuyendo en nuestros caladeros. La situación de esta especie es sólo la punta del iceberg del estado de la mayoría de las especies vitales para la rentabilidad de las empresas, como el gallo, la merluza, el rape, atún, etc... Y ante esto, en vez de hacer un plan de gestión acorde con la biomasa existente para una pesca sostenible y responsable para cada flota, ésta pesca lo que puede, donde puede y cuanto puede.
En los últimos veinte años (desde la entrada en la UE) el 70 % de la flota vasca ha desaparecido y con ello los arrantzales embarcados. Se ha perdido completamente la flota de la pesca del bacalao, la de «pincho», en puertos como Pasaia, Mutriku, Lekeitio, Hendaia, la actividad pesquera es testimonial, además de perderse la industria auxiliar que generaba la pesca en su conjunto y una industria conservera dependiente de las importaciones.
Ante esta situación no podemos escondernos justificando las competencias; no es posible mandar a la mar una flota que no tiene que pescar. La flota vasca «renovada», por la importancia económica y cara al futuro como pueblo, necesita una política pesquera que en la gestión de los recursos esté sustentada en una pesca sostenible y responsable, una comercialización y una distribución de las especies que den beneficios al productor, y unas condiciones sociolaborales y económicas que posibiliten el embarque de generaciones jóvenes que garanticen el futuro de un sector que ha sido clave en la economía y cultura de Euskal Herria.
Aunque la situación es realmente grave, aún estamos a tiempo de reconducir y dar salida a una actividad económica que posibilite que los armadores, descontentos por la nula rentabilidad de las especies capturadas y ante el esfuerzo realizado, la carestía del gas-oil, problemas de acceso a los caladeros... sean responsables y conscientes de que todavía este sector tiene un futuro y un colectivo arrantzale embarcado en unos barcos en los que cada vez el trabajo es más duro y peligroso, los salarios más pequeños y con una media de edad de 50 años, que la mayoría está deseando acceder a la jubilación pudiéndolo hacer a los 55 años.
Desde LAB exigimos la elaboración de un plan de emergencia para el relanzamiento sectorial consensuado entre todas las partes implicadas, para una gestión de los recursos con la polivalencia necesaria para el reparto de los derechos de pesca, establecer vías de comercialización mediante la asignación de label que prime la propia producción y desarrollar un marco de relaciones laborales y de protección social que permita a los arrantzales disponer de unas condiciones de vida dignas y una estabilidad real en el sector. En definitiva, poner a esta flota rumbo hacia un futuro que garantice la soberanía alimentaría de nuestro pueblo. -