JAVA
Al menos 3.500 personas han muerto y más de 4.000 han resultado heridas a causa del fuerte terremoto de 6,2 grados en la escala de Richter que sacudió ayer la isla de Java, la más poblada de Indonesia, y tuvo su epicentro junto a la ciudad de Yogyakarta, según datos oficiales provisionales. La Cruz Roja de Indonesia cifró en 200.000 los habitantes de la zona que han huido de sus hogares por temor a las réplicas.El seísmo tuvo lugar poco antes de las 6.00 hora local (la 1.00 en Euskal Herria) y ya se considera el peor desastre natural que sacude al país desde el devastador paso del tsunami en diciembre de 2004.
La Unidad de Desastres regional indicó que la zona con más víctimas mortales es la provincia de Yogyakarta, donde se contabilizaban 2.473 muertos, de los cuales más de 2.000 en la ciudad de Bantul, seguido del distrito de Klanten, donde se habían contabilizado 522 víctimas mortales.
Yogyakarta, uno de los principales centros turísticos de Indonesia por los famosos templos budistas de Borobudur y el volcán del Monte Merapi, que desde hace semanas expulsa gases y cenizas, se encuentra a 25 kilómetros del epicentro de este terremoto.
Las autoridades consideran que la cifra puede subir aún más, dado que se desconoce el número de personas atrapadas bajo las viviendas destruidas.
La población costera de Bantul, al sur de Yogyakarta, quedó sin un edificio en pie, de acuerdo con testigos citados por los medios locales. La urgencia del momento obligó a cavar fosas comunes para enterrar los cadáveres y evitar epidemias.
El presidente de Indonesia, Susilo Banbang Yudhoyono, viajó a Yogyakarta con un equipo de ministros para evaluar la situación. En esa ciudad, acudió al hospital Sardjito, donde visitó durante una hora a los heridos ingresados.
Tras producirse el seísmo, aún de madrugada mientras la gente dormía, miles de personas huyeron de sus casas en las localidades costeras de esta zona del sudeste de Java, hacia terrenos más altos, por miedo a que se repitiera un tsunami como el que hace un año y medio mató a unas 300.000 personas.
El terremoto obligó a cerrar el aeropuerto de Yogyakarta, debido a que las instalaciones sufrieron grandes daños, y a desviar los vuelos a Solo, y también la estación de ferrocarril estuvo cerrada durante casi todo el día, aunque el tráfico se restableció cerca de la noche. El destrozo de las principales comunicaciones dificultará el reparto de ayuda humanitaria.
Templos hindúes dañados
En Yogyakarta, la población se lanzó a las tiendas que estaban abiertas para acaparar productos, ante el temor de nuevas sacudidas, y en muchas zonas se cortó la electricidad. En el distrito de Sleman la falta de electricidad era total.
Numerosas personas decidieron pasar la noche en las calles por temor a réplicas, especialmente después de que se extendieran rumores de que por la noche iba a producirse un terremoto aún más fuerte que el de la mañana. Cerca de Yogyakarta, los famosos y antiguos templos hindúes de Prambanan sufrieron grandes daños a causa del temblor de tierra, con numerosas estupas destruidas.