Bhimanto SUWASTOYO | BANTUL
Muerte y desesperación en los verdes arrozales
El fuerte terremoto que hizo temblar el centro de Java sorprendió a sus habitantes en mitad de la noche. Los temblores les arrancaron de sus sueños para plantarles en una realidad desoladora. La desesperación de los que buscaban a sus familiares y los hallaron muertos y la impotencia de los médicos superados por oleadas de heridos y cadáveres eran la tónica general en las horas posteriores al seísmo.
Encorvada por los años y por el drama que se abate sobre ella, Purkasih pide ayuda. Su hermana Duljiah ha quedado enterrada por los escombros de la que fue su casa. Hay que rescatarla. «¡Hermana mayor, hermana mayor», llama entre sollozos Purkasih a la sombra de un árbol que se yergue solitario entre un solar lleno de escombros.Una decena de jóvenes remueve con las manos los escombros. Han conseguido rescatar a varias personas. Estas tienen los rostros tumefactos, las piernas llenas de heridas, pero parecen ausentes en su desesperado drama. El cadáver de Duljiah es finalmente hallado, entrada la tarde. No ha sobrevivido. El centro de Java es conocido por sus tierras volcánicas escalonadas y sus arrozales plantados en terrazas en plena pendiente. Una visión idílica destruida por la tragedia. «En mi casa no ha quedado en pie más que una habitación, y ni siquiera ella es segura», narra Nqadiyo, encogido entre las ruinas del que fuera su hogar. Su hermano mayor, Jodi Riwono, de 66 años, tiene el cuerpo lleno de hematomas. Está sentado entre los restos de un muro desfondado. «No he conocido en mi vida un terremoto tan violento», asegura. Poco antes de la seis de la mañana, el techo de su habitación se le ha venido encima. Una de las vigas ha sido frenada por un armario. Le ha salvado la vida, aunque no ha impedido que la mitad de su cuerpo quedara enterrada por los escombros.
«Si muero, que sea aqui»
Con esfuerzo, ha logrado liberar las piernas pero ha perdido el conocimiento, hasta que su hijo pequeño le ha sacado de entre los escombros. Ya despierto, Riwono se ha negado a huir como la mayoría de sus vecinos, despavoridos por temor a un nuevo tsunami que iba a ahogarlos a todos. «Si yo debo morir, quiero morir aquí», asegura. Tras saber que sobrevivirá, no hace sino dar gracias a Dios, como todos los musulmanes impregnados de misticismo que pueblan el centro de Java. Bakit, estudiante de 18 años, protagoniza otro milagro. Tiene media cara quemada pero puede hablar y narra que el polvo levantado por el temblor le impedía correr. «El terremoto me ha derribado y sólo he podido arrastrarme mientras todo de desplomaba a mi alrededor», cuenta. Cinco vecinos del inmueble, entre ellos dos niños, han perdido la vida. Han sido enterrados inmediatamente. «Tendremos que empezar otra vez de cero», dice desolada Tukirah, una superviviente. «No sé lo que vamos a hacer», llora Jodi Riwono. «Pero lo que es seguro es que habremos pecado para que Dios esté tan enojado». El coordinador regional de desastres de Plan Internacional, una asociación de caridad para niños, corroboró que este terremoto es uno de los más potentes que ha habido en Yogyakarta. «La sacudida me lanzó de la cama», relata. «Los objetos que decoran la habitación del hotel empezaron a caer sobre mí. La gente, víctima del pánico, salía corriendo de sus cuartos en pijama», añade.
Hospitales desbordados
Ante la oleada de muertos y heridos, los centros de
salud no daban abasto. En el hospital de Klaten, al este de Yogyakarta, muchas
víctimas eran atendidas en la calle y en los aparcamientos. Los médicos se
apañaban como podían, pero con tan escasa luz y apenas material, a menudo el
esfuerzo era en vano. «Estamos cortos de agua y de fármacos. Necesitamos ayuda
inmediata (...) Siguen llegando cadáveres y heridos con profundos golpes y
huesos rotos, pero no tenemos espacio para todos, y eso que son las mayores
instalaciones de Yogyakarta», advertían desde el principal hospital de la zona.
«incluso los depósitos están llenos y tenemos que dejar los cadáveres envueltos
en sábanas y alineados al borde de las calles». -
el seismo aviva el volcan merapi
El Ministerio indonesio de Energía y Minas advirtió ayer de que el terremoto registrado la madrugada de ayer en la región de Yogyakarta podría desencadenar la erupción del volcán del Monte Merapi, próximo al lugar y que desde hace semanas está expulsando cenizas, gases y lava.
El director de la División Geológica del Ministerio, Bambang Dwiyanto, afirmó ayer que no había indicios de que el terremoto esté relacionado con el volcán de Monte Merapi, próximo al epicentro, pero reconoció que el seísmo podría provocar una erupción de envergadura.
De hecho, señaló que la actividad del volcán se ha incrementado y su flanco occidental empezó a expulsar una larga avalancha de 3,5 kilómetros de longitud poco después del seísmo. «Influirá en las actividades de Monte Merapi, sobre todo en la salida de lava», afirmó Dwiyanto.
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