Oportunidad para despejar incógnitas
Resultaba artificial pretender encarar un pleno de política general en el Congreso de los Diputados sin abordar la cuestión más trascendental del actual momento y que marcará, para bien o para mal, el futuro de Euskal Herria y también del Estado español: el alto el fuego de ETA y el proceso de normalización democrática. Se había anunciado el intento de pasar de puntillas sobre este tema para no reabrir heridas entre el Gobierno y el PP pero Mariano Rajoy ya avisó ayer que lo introducirá en su discurso. Habrá que quedar a la espera de escuchar qué dice al respecto el presidente español en un marco más solemne que el BEC. Además, la vida política estará marcada estos días y es de esperar que no quede como un lastre mayor por la citación de ocho dirigentes abertzales a declarar en la Audiencia Nacional española. De todas estas cosas habló ayer, a modo de aperitivo, José Luis Rodríguez Zapatero en la radio pública catalana.
Sobre la citación judicial, impulsada por la Fiscalía, que puede acabar con parte de la dirección de Batasuna y de su interlocución en la cárcel, el presidente del Gobierno español dijo que «esa acción de la Justicia puede tener un carácter coyuntural frente a un proceso de fin de la violencia». Resulta llamativo con qué alegría califican algunos que otros puedan ser encarcelados. Zapatero conoce perfectamente la gravedad de lo que los próximos días se dirime en torno a estas citaciones y su trasfondo político, y que eso no se resuelve con declaraciones manidas.
El presidente también expuso el temario que su Gobierno llevará al diálogo con ETA: «el proceso para que deponga definitivamente las armas, para que se disuelva como organización y el futuro de sus integrantes». De nuevo nos encontramos ante una frase hecha para llenar titulares, pero que resulta vacía si no se especifica más su contenido, puesto que queda a expensas de qué pide ETA una organización política con más de cuarenta años de existencia para deponer las armas, para su eventual disolución y sobre el futuro de sus militantes; y, además, queda por saber también qué está dispuesto a ofrecer el Gobierno español. Y, sobre todo, todavía queda por conocer si Rodríguez Zapatero es consciente de que el conflicto político que tiene ante sí, y que cree manejar con precisión, trasciende a ETA y tiene su núcleo en el reconocimiento de que la ciudadanía vasca será quien libre y democráticamente decida su propio futuro. Hoy dispone de otra oportunidad para despejar incógnitas que llenan de incertidumbres el horizonte. -
|