Maite Soroa
Otro santo para la Historia de España
A los de la fábula nacionalista española les pirran los héroes solitarios. Don Pelayo empezó a echar moros al mar (bien es cierto que tardaron siete siglos sus seguidores en rematar la faena), El Cid Campeador ganó una batalla él solo y, además, post mortem, Colón descubrió América (que ya estaba allí), Franco ganó nada menos que una Cruzada, Suárez inventó la democracia, Juan Carlos de Borbón aplastó un golpe de estado...Ahora tienen otro héroe. Decía ayer Justino Sinova en ‘‘El Mundo’’ que «está resultando que la defensa del Estado de Derecho recae sobre las espaldas de un hombre solo, el juez Fernando Grande-Marlaska, llegado como sustituto a la Audiencia Nacional y que tiene el arrojo de un profesional entero. Lo ha demostrado en las condiciones más desfavorables: olvidado por el Gobierno, estorbado por el fiscal y atacado ostentosamente por los reos». Hombre, lo de los reos es comprensible, ¿verdad? Y, además de la épica, les gusta también la intercesión divina: «Que, con tantas presiones y tan excedido ninguneo, haga su trabajo sin dejarse impresionar es un milagro en esta España invadida de relativismo a la que constantemente se la invita a olvidarse de los principios y mirar para otro lado. Es un milagro y necesitamos que se repita». Y aplaude al juez milagrero porque «hace tres días Grande-Marlaska replicó a las bravuconadas de los batasunos Permach y Otegi con una ampliación de las acciones contra ellos, mientras el Gobierno articulaba una respuesta tan tímida que casi no era una respuesta. Esos dos representantes del frente político de ETA, o sea, esos dos etarras, usaron la amenaza para achantar al juez, que no gozó del respaldo debido de la mayoría gobernante ni del fiscal que responde a los estímulos de la mayoría gobernante. Cuando cabía esperar lo peor, desde su soledad demostró coraje y anunció que pedirá cuentas de la nueva ‘amenaza terrorista’». Y es que, según el columnista, el Gobierno español se ha
bajado ya los pantalones ante ETA, «pero los gobernantes se felicitan y el
presidente del Gobierno llega a anunciar el comienzo de conversaciones.
Conversaciones con asesinos que no se arrepienten. Esta sociedad se está
quedando desprotegida en lo más valioso, la entereza moral y la prevalencia de
la verdad. Por eso, la firmeza de Grande-Marlaska es una suerte y un asidero». A
lo dicho, se han buscado un santo. - msoroa@gara.net
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