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Gara > Idatzia > Euskal Herria 2006-05-30
Michael KEATING | Jefe del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas del Instituto Europeo de Florencia
«Una democracia debe responder a las demandas de independencia»
Michael Keating, experto en naciones sin Estado y Europa, está en Euskal Herria estos días. Subraya que el derecho de autodeterminación es una cuestión política más que jurídica cuya resolución compete únicamente al Estado y la nación implicados. Yañade que una democracia debería dar respuesta a demandas como la de la independencia.

Natural de Inglaterra, de padre irlandés y de madre escocesa, Michael Keating ha pasado la mayor parte de su vida en Escocia y en Canadá, domina varios idiomas y posee tres pasaportes. Experto en nacionalismo y política comparada europea, es autor de numerosos libros. Estos días se encuentra en Euskal Herria para plantear la cuestión de la autodeterminación desde un prisma más político que jurídico. En entrevista a GARA, señala que los principios de la democracia deben dar respuesta a las demandas de los pueblos, incluida la independencia.

­Montenegro acaba de ejercer el derecho de autodeterminación. Dejando el resultado al margen, ¿qué factores hacen que allí haya sido posible y en Euskal Herria siga sin serlo?

El caso de Montenegro es muy distinto porque fue república de Yugoslavia y porque, además, existe una ex-Yugoslavia. Cierto que en Montenegro se ha producido un referéndum sobre la autodeterminación, pero el contexto institucional, la situación política en la que ha tenido lugar, es muy distinta a la que existe en Euskadi.

­Dice Javier Solana que comparar Montenegro y Euskal Herria es un «delirium tremens». ¿Qué opina?

Como politólogo creo que es posible compararlo todo. Es cierto que existe una discrepancia entre la actitud de la Unión Europea ante Montenegro y ante otras cuestiones, pero existen muchos elementos que sí se pueden comparar.

­El Gobierno español afirma que el derecho de autodeterminación está recogido en las normas internacionales exclusivamente para casos de descoloni- zación y para casos como los Balcanes y la antigua URSS. ¿Es aceptable este argumento?

Depende de si nos referimos a un marco jurídico, político o moral. En el derecho internacional se recoge el derecho a la autodeterminación en caso de opresión abierta, en caso de colonialismo, en caso de expulsión total de un Estado... Políticamente esto es más complejo, porque si una unidad tiene la voluntad de cambiar su marco constitucional, según los principios de la democracia es necesario dar una respuesta a estas reivindicaciones.

­¿Qué dificultades tendría la Unión Europea para aceptar el derecho de autodeterminación en Euskal Herria, o en Escocia, o en otros puntos de Europa Occidental que afecten a estados de gran peso?

El derecho comunitario no dice nada sobre la autodeterminación. No hay una norma al respecto. La cuestión de la independencia es algo que debe ser arreglado bilateralmente entre el Estado y la nación. El consenso político señala que si la independencia de Escocia, por ejemplo, fuese aceptada por los escoceses y por los británicos sería imposible imaginar que ese proceso fuera a ser bloqueado por la Unión Europea. En la UE no hay derecho de secesión, pero sí existen criterios para unirse a la UE:ser una democracia, tener economía de mercado.. un país que cumpla esos criterios tiene derecho a ser parte, incluidos nuevos estados independientes.

­La nueva situación creada en Euskal Herria por el alto el fuego de ETA, ¿qué movimientos puede provocar?

El alto el fuego de ETA era una etapa necesaria para lanzar un proceso político pero, en sí mismo, no indica nada sobre el futuro. Era necesario para abrir un proceso democrático con la incorporación de todas las opiniones políticas en un diálogo sobre el futuro del país.

­Pero, ¿cree posible una resolución del conflicto político vasco sin el reconocimiento del derecho de autodeterminación?

El derecho de autodeterminación no es específico. Hace falta definir quién tiene el derecho y qué supondrá la autodeterminación. Es imposible dar respuestas definitivas antes de responder a esas cuestiones. ¿Quién es miembro de la nación? ¿Quién tiene el derecho? ¿Las tres provincias? ¿Siete? ¿Quiénes son vascos? ¿Cuál es la mayoría necesaria? Hace falta reconocer la pluralidad de identidades existentes dentro del país. Expresar la cuestión en términos de autodeterminación, como si fuera un pueblo homogéneo, no ayuda a la búsqueda de soluciones. El derecho de autodeterminación no puede ser absoluto porque hace falta satisfacer las reivindicaciones de todas las partes de la sociedad. Cada derecho debe reconocer los derechos de otros. Yahí es donde debe intervenir la negociación.

­Zapatero ha sido aclamado internacionalmente, sobre todo en el ámbito europeo, por su disposición a hablar con ETA. ¿Le ve la misma voluntad para abordar el reconocimiento del derecho de autodeterminación de los vascos?

Si se plantea la cuestión como cuestión absoluta, eso no facilita una solución. Sólo es uno de los principios que deben reglar el proceso necesario para solucionar un problema tan complejo como lo es el problema vasco. Hace falta replantear la cuestión con una serie de derechos que son difícilmente reconciliables.

­¿Ve opción de encajar ese derecho en el actual marco constitucional español?

Es imposible incorporar el derecho en la Constitución porque no es una cuestión jurídica sino una cuestión política y hacen falta soluciones políticas. Lo que es posible es establecer principios para conciliar todos estos derechos que, aplicados literalmente, son incompatibles. En Canadá no existe el derecho de autodeterminación pero el Tribunal Supremo ha reco- nocido que política y democráticamente sería imposible bloquear un proceso de autodeterminación democrático. Esto no es un artículo en la Constitución, sino un principio derivado de los principios políticos que inspiran la Constitución.

La autodeterminación no puede ser un derecho de entidades concretas recogidas en la Constitución, debe ser un principio más flexible basado en el respeto de los partidos políticos a los conflictos nacionales. En el caso de Québec, que éste tenga el derecho de autodeterminación se debe a que las mayorías dentro de Québec también tienen el derecho de autodeterminación: los anglófonos, los pueblos autóctonos, la ciudad de Montreal... pero es imposible definir todos estos derechos en un documento porque entre ellos son incompatibles.

­Como buen conocedor de Euskal Herria, ¿ha advertido un desarrollo de la conciencia social y política en favor de ese derecho de autodeterminación? Y, ¿hasta qué punto ve una unidad de criterio entre las formaciones abertzales al respecto?

Creo que existe una mayor conciencia social y política a favor de una resolución. He observado elementos positivos de cara a buscar salidas al problema y voluntad de abandonar algunos antiguos prejuicios sobre la cuestión de la nación, de la autodeterminación y de la independencia. En cuanto a la existencia de una unidad de criterios entre fuerzas abertzales, existen indicaciones positivas en ese sentido, pero no mantengo un contacto directo con ellas.

­¿Cuál es su propuesta de cara a la resolución del conflicto?

No es propuesta concreta sino varios elementos sobre los que replantear la cuestión de la autodeterminación en un marco más pluralista, menos jurídico, que ahonda más en su aspecto político y social. No existe un modelo para Euskadi, pero si examinamos casos como Québec, Irlanda, Escocia o Cataluña hay elementos que pueden ser útiles para incorporar al caso que nos ocupa. No hay una solución, sino vías de solución.

­En el actual contexto socio-político, ¿cómo valora que una de las principales formaciones de Euskal Herria permanezca ilegalizada?

No quiero dar recomendaciones sobre la política actual en Euskadi, pero sí que me gustaría remarcar que en un proceso de paz es necesario incorporar a todas las fuerzas que tie- nen una representatividad social. No es posible excluir a ninguna parte de la opinión pública. De hecho, la solución no pasa por los partidos políticos, aunque su incorporación a cualquier solución sea importante, sino que pasa por la sociedad civil. -


 
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