Siguen rescatando cuerpos en Java
La cifra de víctimas mortales aumenta a medida que los equipos de rescate buscan entre los escombros. Ayer ascendió a 6.234. La ayuda humanitaria está llegando a las zonas afectadas, aunque con lentitud. Los hospitales siguen abarrotados de heridos y escasos de material y los desplazados esperan ansiosos el refugio y los alimentos prometidos.
YAKARTA
El balance de muertos por el terremoto del sábado pasado de 6,2 grados de magnitud en la escala Richter en la isla indonesia de Java ascendió ayer a 6.234 tras el hallazgo de otros 388 cuerpos. Entretanto, se calcula que 30.000 personas resultaron heridas, según indicó el portavoz del Ministerio de Asuntos Sociales indonesio, Juswadi.
La ayuda internacional continuó llegando a la zona afectada, donde se calcula que hay unas 647.000 personas desplazadas, si bien la ayuda no está llegando todo lo rápido que se necesitaría y la asistencia sanitaria sigue siendo escasa. El principal hospital en el distrito de Bantul, el más afectado, continúa superado por la avalancha de pacientes, por lo que los heridos permanecen en los pasillos o duermen sobre cartones en el aparcamiento, mientras los médicos del centro se quejan de la falta de material sanitario.
El presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono, dijo ayer que confiaba en los esfuerzos de socorro como para regresar a Yakarta, tras pasar los últimos cuatro días en Yogyakarta, principal ciudad de la zona afectada, coordinando las labores de emergencia. Sin embargo, reconoció que «ciertamente hay mucho más por hacer» y subrayó que ya se habían limpiado carreteras, la pista del principal aeropuerto había sido reparada y reabierta permitiendo el aterrizaje de vuelos con ayuda humanitaria, y se había restaurado la electricidad en algunas zonas.
El terremoto redujo a escombros más de 135.000 casas en menos de un minuto, dejando sin casa a decenas de miles de personas, según un responsable provincial, Bambang Priyohadi. Cerca de dos terceras partes de ellos de ellas viven ahora bajo cubiertas de plástico cerca de sus antiguas casas o en campos de arroz o en las cunetas de las carreteras, mientras que el resto se han alojado en casa de familiares, precisó.
Según el Programa Mundial de Alimentos (PAM) hacen falta 3,8 millones de euros para alimentar a los supervivientes, muchos de los cuales se quejan de que no están recibiendo la ayuda que necesitan.
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