La decisión del TSJPV de admitir a trámite la querella por la reunión del pasado 19 de abril en Lehendakaritza es sumamente grave. Tanto que, dependiendo de cómo discurra el proceso, tres dirigentes políticos vascos podrían ir a la cárcel. Son Arnaldo Otegi, Pernando Barrena y Juan Joxe Petrikorena. El TSJPV ve posible la existencia de delitos de desobediencia y quebrantamiento de medidas cautelares, lo que puede suponer un billete de ida a la prisión de Soto del Real.

Sin embargo, atendiendo a las reacciones políticas, diríase que el único implicado en esta causa es Juan José Ibarretxe, a quien el TSJPV atribuye el papel de «cooperador necesario». No cabe duda de la extrema trascendencia de llevar a los tribunales a un representante institucional como el lehendakari por ejercer su responsabilidad política, pero tampoco es nimia la de sentar en el banquillo de los acusados a quienes respondieron a su invitación a acudir a Lehendakaritza. Con la diferencia sustancial de que Ibarretxe, ni aunque fuera condenado, acabaría en prisión, porque su pena en el peor caso nunca superaría los dos años.

Por eso llaman la atención algunas reacciones. Llama la atención que el tripartito quiera llevar a declarar al Parlamento al presidente del TSJPV, cuando no lo pidió ni después de que fueran encausados los miembros de la Mesa. Es más, cuando el TSJPV, haciendo volar por los aires la inviolabilidad parlamentaria, condenó a un parlamentario por lo dicho en la tribuna de oradores, el tripartito desoyó la petición de defender al Parlamento y al parlamentario y se conformó con una faena de aliño en la que al tiempo que mostraba su preocupación por lo ocurrido le daba un capón al condenado. Dos años después, para más inri, el tripartito le concedió un premio al firmante de la sentencia.

Llama también la atención que Lokarri, tan ecuánime siempre, transmita su apoyo en este caso al querellado lehendakari, al potencial querellado Josu Jon Imaz y al futurible querellado Patxi López y no diga nada de Otegi, Barrena y Petrikorena, que son los únicos que por todo esto pueden acabar volviendo a la cárcel.

Las reacciones a esta querella están demostrando hasta qué punto los discursos políticamente correctos de algunos conllevan la asunción natural de la represión contra la izquierda abertzale. -