La charla convocada por Askapena en Iruñea con participación de Martin McGuinness y presentación de Arnaldo Otegi tuvo un prólogo inesperado. Como en el posfranquismo, la ultraderecha navarra parece haber iniciado su movilización pa- ra mantener los privilegios ganados tras la guerra de 1936, 40 años de dictadura y una «transición» mal cerrada. Hacía muchos años desde que se impuso el Amejoramiento del Fuero y se disolvieron los Guerrilleros de Cristo Rey que en Nafarroa no se veían imágenes como el reciente acto del Foro de Ermua o la concentración con que se recibió ayer a los líderes irlandés y vasco. La diferencia es que en esta ocasión los «incontrolados» iban encabezados por dirigentes de UPN como el secretario de Organización y concejal Eradio Ezpeleta o el diputado Carlos Salvador.Ambos estuvieron al frente de una pancarta de «Contra ETA, libertad ya», tras la que se lanzaban gritos como «Sin pistolas no sois nadie». Los abertzales replicaban que «sin Policía no sois nadie» y señalaban el armamento de los agentes que se situaban entre ambos grupos. En un ambiente de evidente tensión pero sin llegar a enfrentamientos físicos, los ultras coreaban «Otegi, etarra, fuera de Navarra» y los abertzales replicaban cantando «Vamos a quemar el Opus Dei» o gritando «UPN cuneteros».
De que la concentración era cualquier cosa menos improvisada daban fe varios datos, como la presencia de la Policía y de varios medios de difusión inhabituales en estos actos o las declaraciones previas de Miguel Sanz afirmando al hilo de las protestas contra el PP ocurridas estos días en Catalunya que otros partidos pueden sufrir este tipo de situaciones.
«Miedo al dialogo»
Ya en la sala del cine, prácticamente llena, la bienvenida callejera afloró en los discursos. Otegi dijo estar sorprendido a medias, «porque ya estamos acostumbrados a este tipo de recepciones fascistas en Madrid», y extrajo dos conclusiones: «Que los fascistas le tienen miedo al diálogo y a la solución, y que saben que no es posible esa solución sin Nafarroa. Saben que están perdiendo».Pero si alguno pareció acostumbrado a este tipo de situaciones fue Martin McGuinness. El ex voluntario del IRA y negociador del Sinn Féin quiso recordar a los presentes que los unionistas, como hace el PPen el Estado español o el PSOE en Nafarroa, se resistieron durante mucho tiempo a hablar con los republicanos. Reflejó ese abismo con una anécdota: cuando él y Gerry Adams se reunieron por primera vez con David Trimble «en una discusión durísima de hora y media», Adams terminó tan impresionado por el logro que propuso un abrazo a su homólogo unionista. «Yo le dije entonces a Trimble:‘David, Gerry habla por mí en muchos temas, pero no en éste’».
McGuinness recordó que ya tras el alto el fuego del IRA de 1994 escuchó a uno de sus enemigos políticos una frase que considera un excelente resumen:«Afirmó que eso iba a provocar la mayor inestabilidad en Irlanda desde la partición. Y se demostró que el establishment le tenía mucho miedo a la paz, al cambio político que traería. Muchas de esas personas que hay fuera, y que no sé si gritaban contra Arnaldo o contra mí, tienen ese mismo miedo».
Sin embargo, con el tiempo y la perseverancia «logramos algo que parecía imposible:el Acuerdo de Viernes Santo», recordando. Y Martin McGuinness concluyó su relato indicando que«hace ahora tres días, yo estaba sentado en una mesa casi tan estrecha como ésta con tres miembros del partido de Paisley, en una comisión preparatoria del futuro gobierno. Eso demuestra hasta dónde se han tenido que mover», concluyó.
El dirigente de Sinn Féin no sólo ofreció lecciones cargadas de optimismo, sino que no tardó en convertir la tensión inicial en carcajadas. Nada más tomar la palabra subrayó, con el rostro impenetrablemente serio con el que los irlandeses acompañan todas sus bromas, que «antes que nada tengo que saber dos cosas de los vascos: primero, por qué ponen arañas en todos los baños; y segundo, si Inglaterra y España llegan a la final del Mundial, ¿a quién tenemos que animar nosotros?».
El dirigente irlandés, al que Otegi presentó como aquel joven de apenas 21 años al que los soldados británicos hicie- ron el saludo militar en 1972, se presentó como un amante de Euskal Herria, y algo más: un amigo dispuesto a aportar todo lo que pueda en este proceso. Citó como prueba de este compromiso la visita la pasada semana de Gerry Adams, de quien dijo que «estará envidioso por no haber tenido este recibimiento», y saludó «la decisión valiente de ETA, de Bata- suna, de sus dirigentes y de sus militantes».
Apoyo a los interlocutores
Antes de concluir la charla levantando la mano de Arnaldo Otegi, McGuinness pidió a los asistentes que apoyen a los interlocutores nombrados por Batasuna para la mesa de negociación «eso es fundamental», recomendó paciencia, resaltó que el diálogo es también «un proceso de lucha» y aseguró que es posible avanzar. Tras insistir en que «Irlanda ha cambiado mucho», aseguró que «seguimos avanzando con confian- za. La gente de Sinn Féin va por la calle con la cabeza bien alta y tiene la esperanza de ver una Irlanda independiente y reunificada».A McGuinness no sólo se le escuchó con mucha atención en los cines Carlos IIIde Iruñea. Con él, como pasó hace una semana con Ge- rry Adams, se han querido entrevistar también otros muchos agentes. Además de cruzar impresiones con firmantes del Acuerdo Democrático de Base, el ne- gociador de Sinn Féin se reunió ayer con Ezker Batua. Antton Karrera y Mikel Arana agradecieron su «respaldo a los procesos de paz y normalización política en Euskadi» e instaron al PPa «tomar ejemplo» de los unionistas y «primar la paz sobre los intereses partidistas». -