Maite Soroa
Leen lo que no está escrito
No cuento con información privilegiada en relación a esas supuestas cartas en las que ETA solicita dinero a empresarios navarros, pero veo en “Diario de Navarra” una reproducción facsimil de una de esas misivas en las que ETA pide una cantidad de dinero y garantiza que «lo utilizaremos en la liberación y en la construcción de Euskal Herria». No leo, por contra, ninguna amenaza contra quien desatienda la petición. Y, sin embargo, al editorialista de “Diario de Navarra” le parece que «el envío de una nueva remesa de cartas de extorsión a empresarios navarros, con matasellos de julio, supone, ya sin ninguna duda, que el ‘alto el fuego’ de ETA no pasa de ser una mentira interesada de la banda». Y, no contento con la sentencia desinflada, el escribiente de la derechona asegura que «ésa es la conclusión evidente, si se tiene en cuenta que las últimas extorsiones datan de junio y llevan matasellos del uno de julio, es decir, que ya no existen dudas sobre si el envío se ha hecho antes de anunciar el supuesto ‘alto el fuego’. Porque no cabe otra manera de abordar esta nueva extorsión que la de considerar a los extorsionados víctimas del chantaje». Y una entendía que para que hubiera chantaje era necesaria una suerte de amenaza para quien no cumpla lo exigido. Parece que no es así. Y dice más el editorialista al inventarse cosas que no aparecen por ningún lado:«Unos empresarios para los que no tiene sentido hablar de tregua. Ellos y sus familias continúan con la amenaza sobre sus vidas, y aunque algunos interesados quieran quitar hierro al terrible mensaje de ‘paga o atente a las consecuencias’, lo cierto es que persiste la extorsión». La frase, literal, se la acaba de inventar el escribiente. Y ahora llega el mensaje de calado:«Parece evidente que
el Gobierno se ha metido en un callejón sin salida, aunque no deberían
extrañarle los reveses propinados al pretendido ‘proceso de paz’ por quienes no
han practicado nunca otro lenguaje que la violencia. El Gobierno no puede
embarcar al país para que acepte el diálogo con los terroristas con el argumento
de que éstos han suspendido sus actividades criminales y, al mismo tiempo,
permitir que haya ciudadanos amenazados por el envío de cartas, donde se exige
dinero, precisamente, para seguir practicando el terror. Todo tiene un límite, y
ése lo marca la ley». Está claro quién no quiere ni oír hablar de paz. - msoroa@gara.net
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