Unai IRARAGORRI
BILBO
Sin duda, Pereiro ha sido la revelación del Tour. Al margen de regalos o no, ha sorprendido a todos, excepto a él, siempre optimista. Un tipo alegre. Y muy profesional. Y lo mejor está por llegar pues el próximo 3 de agosto cumplirá 29 años.
El gallego es un ciclista meticuloso, de hecho, usa las bielas SRMmiden la potencia y conoce a la perfección su cuerpo.Ciclista sacrificado. «En cuanto me levanto lo primero que hago es pesarme».
Su obsesión: el peso. Ciclista corpulento ha perdido kilos con el tiempo. Este año se presentó con dos menos en la salida de Estrasburgo. No tiene ningún secreto ni una receta mágica: «tengo mucha fuerza de voluntad y he pasado mucha hambre», confiesa. Tanto que durante el mes previo al Tour evitó las comidas familiares en casa de sus padres.
Estricto. De los que sabe entrenar en casa.«Si me marco una fecha, seguro que llego en forma». Metódico. En su casa tiene una cama hipobárica, que simula la altitud.
Por eso, mantuvo siempre un buen feeling con la filosofía del Phonak, estrictos y puntuables. Gracias a esa buena relación, permitieron que Pereiro alcanzara media hora en la 13ª etapa. Y ahora sólo le separa medio minuto de Landis.
Un corredor regular y todoterreno, que sabe lo que quiere y que puede parecer hasta descarado. El tiempo le ha dado la razón. En un reportaje de “Antena 3” en marzo, le preguntaron por el podio del Tour: «Landis, Menchov y yo tercero», dijo.
Su hundimiento en Pla de Beret fue un palo grande, pero nunca perdió su carácter dicharachero y bromista, corredor extrovertido.Una simpatía que no ha perdido pese a vestir el maillot amarillo.Natural.
Ciclista inquieto
En sus comienzos fue un ciclista versátil, campeón de Galicia en las especialidades de BTT, ciclocross y carretera. Su primera bicicleta fue una Monty con la que practicaba el trialsín, el ciclismo de acrobacia. Se divertía y daba exhibiciones en discotecas o colegios.Era un niño de 14 años, de metro y medio y que pesaba 38 kilos; de ahí su apodo de el Cascarilla. Se enamoró del ciclocross y fue dos veces campeón de España sub 23. Incluso ha llegado a decir que «el ciclocross me encanta y no tengo ninguna duda de que me gusta más que la carretera».
Pereiro señala a dos personas como fundamentales en su salto a la carretera, el médico Iñaki Iñigo y el ex especialista del barro Fran Pla.
Por esos inicios modestos, en Mos, su pueblo, le adoran. Incluso tiene un pabellón a su nombre. Su recibimiento se presume apoteósico.
U.I.
BILBO Pereiro empezó en el ciclismo desde abajo, en el ciclismo portugués. Una victoria en la Volta do Futuro en 1999 le abrió las puertas al profesionalismo. En esa prueba open, corren profesionales y amateur, Pereiro batió a los mejores portugueses. Así que en 2000 y 2001 corrió en el Porta da Ravessa, uno de los equipos más potentes entonces; ganaron la Vuelta a Portugal. Perdió el miedo.
La incertidumbre le hizo buscar sitio y se ofreció a Festina, ONCE o Vitalicio. Nadie le quiso. Era un ciclista trabajador y nadie se acordaba de él. El cielo se empezó a despejar cuando nombraron a Alvaro Pino director del Phonak sus casas distan diez kilómetros. Pino no le vendió ninguna moto y no le quedó más remedio que esperar. Una mano delante y otra detrás.
Así que cuando le ofreció un hueco, Pereiro no pudo evitar las lágrimas «porque me daba cuenta de que comenzaba una nueva etapa en mi vida».
No defraudó a nadie. En sus cuatro años en Phonak 2002-2005, no ha parado de crecer. Fue 11º en el Giro 2002 y tercero en la Vuelta a Suiza 2003. En 2004 ya comenzó su flechazo con el Tour y terminó décimo, y el año pasado repitió puesto, pero además ganó una etapa y fue el corredor más combativo. Este año terminará en el podio.
