La imagen de Israel en el mundo nunca ha sido buena. Incluso los habitantes de la Unión Eurepa consideraron al Estado israelí como la principal amenaza para la paz mundial en una encuesta elaborada por la UE en 2003. Los resultados llevaron al entonces ministro de Exteriores Italiano, Franco Frattini Italia ocupaba la presidencia de turno en el segundo semestre de ese año a afirmar, contrariado, que la opinión de los ciudadanos no «refleja la posición de la UE». Desde entonces la imagen en el mundo de Israel ha continuado deteriorándose, y la presente agresión contra Líbano y contra el pueblo palestino ha acentuado esa tendencia, por otro lado imparable, aumentando la preocupación de los responsables israelíes.
Tras trece días de agresión y tras la destrucción de todo un país, los israelíes han decidido iniciar una campaña propagandística para justificar su agresión ante el mundo, al tiempo que promete «neutralizar» a Hizbula y continuar con la destrucción de Líbano con nuevas amenazas.
En este sentido, el jefe del Estado Mayor israelí, Dan Haloutz, ordenó ayer a la aviación destruir diez inmuebles o edificios libaneses por cada cohete de Hizbula que alcance la ciudad de Haifa, según dijo en la radio militar israelí un uniformado del Ejército del Aire.
Las manifestaciones del militar venían acompañadas de las palabras del primer ministro, Ehud Olmert, que rechazó que las operaciones de su Ejército en Líbano, despues de reducir a escombros gran parte del país, sean desproporcionadas.
Sin embargo, Olmert está preocupado. Trece días de agresión han servido para matar a cientos de civiles y destruir el país, pero los cohetes de Hizbula continúan cayendo sobre Haifa, y eso supone un serio fracaso para los israelíes.
Hay analistas que sostienen que Israel se irá de Líbano sin destruir a Hizbula, aunque hasta que eso llegue, tiene prisa para ofrecer al mundo su versión de la matanza.
Cambio de discurso
Así, cuando europeos y estadounidenses apremian para poner fin a las «hostilidades» después de su apoyo ciego y las negativas a frenar la agresión en los primeros días de la misma, Olmert ha ordenado a sus ministros que multipliquen sus apariciones en las televisiones del mundo entero. Para ello, los ministros han recibido instrucciones de expertos en comunicación para expresar la posición israelí en inglés, ruso e incluso árabe.
También ha exigido al viceprimer ministro, Shimon Peres, que emprenda esta misma semana una gira por las capitales europeas para «presentar el punto de vista israelí y sus objetivos en esta crisis», según explicó un consejero de Peres.
Paralelamente, los israelíes han iniciado una ofensiva diplomática para «clarificar» los objetivos de su agresión.
En este punto, una vez conocidas las manifestaciones tanto del Ministerio de Exteriores israelí como las palabras de un ministro cercano a Olmert, muchos analistas consideran que Israel comienza a revisar a la baja sus «ambiciones».
Ese ministro, bajo anonimato, señalaba a France Presse que «para Israel es tiempo de reevaluar sus objetivos con el fin de encontrar una salida en la crisis». «Dimos esperanzas demasiado grandes a la opinión pública, prometiendo desarmar al brazo armado de Hizbula y decapitar su dirección. No es cuestión de perder este campaña (militar), pero será necesario fijarse objetivos realistas», añadió este ministro.
Dio a entender que el Ejército israelí no había valorado lo suficiente el poder político y la capacidad militar de Hizbula. «El Gobierno esperaba que el asunto fuera solucionado en pocos días, y ahora el Ejército reclama varias semanas para completar su tarea». El ministro, al respecto, dudó sobre tal posibilidad ante la cada vez mayor hostilidad de la opinión pública internacional ante el desastre causado por Israel.
Ayer, según expresaban fuentes oficiales israelíes, «el principal objetivo es disuadir a Hizbula para que detenga sus ataques y la devolución de los soldados secuestrados».
El domingo, otro ministro israelí, el Eytan Cabel (sin cartera) admitía estar decepcionado por los resultados obtenidos hasta este día por la agresión.
«Queremos asegurarnos de que en el futuro Hizbula no atacará más a Israel y si sueña con hacerlo pagará el precio», declaró ayer, por su parte, el ministro israelí de la Seguridad interior, Avi Dichter.
Por otro lado, según fuentes gubernamentales, Israel no
excluye, entre bastidores, un intercambio de presos con Hizbula, algo
«impensable» hace unos días. Los dos combatientes libaneses capturados el pasado
domingo podrían constituir moneda de cambio. -
Muere un niño de 5 años en Gaza GAZA. Un niño palestino de cinco años resultó muerto ayer cerca de Beit Lahya, en el norte de Gaza, cuando un obús israelí impacto contra su casa. La muerte del pequeño Hitam Taya elevó a seis el número de palestinos muertos durantes la jornada de ayer por las bombas lanzadas por el Ejército israelí en la franja de Gaza. Entre las víctimas figuran una mujer y su hijo de corta edad.
Aznar, la OTAN y bombardear Líbano
MADRID. El ex presidente del Gobierno español José María Aznar indicó en una entrevista en la BBC británica que la OTAN podría bombardear el Líbano si Israel estuviese, tal y como él propone, en la Alianza. Aznar considera «que Israel es una parte esencial del mundo occidental» y cree que «mi interés, mi democracia, mi libertad y mi prosperidad pasa en estos momentos por la existencia de Israel».
Análisis de víctimas fuera del país
BEIRUT. Un grupo de médicos internacionales examinará muestras de algunas de las víctimas libanesas de los bombardeos israelíes para determinar qué producto es el que les causó «heridas anormales». Algunos hospitalizados presentan quemaduras en los huesos, pero no en la piel, algo que los médicos libaneses, que han trabajado en numerosas contiendas, consideran anormal.
Piden que no se venda armas a Israel
LONDRES. El líder del partido Liberal Demócrata británico, Menzies Campbell, pidió ayer al Gobierno británico el cese inmediato de las exportaciones de armas a Israel, vista su «desproporcionada» agresión. Campbell recordó que seguir vendiendo armas a Israel en la coyuntura actual supone una violación de la legislación británica.