Hoy he comido pepino recién cortado de la huerta y amargaba. Es lo suyo. Por eso ando con el microclima de mi carácter algo agridulce porque me parece que lo que están haciendo en los programas del corazón es una golfería. Creo que voluntaria o involuntariamente el tratamiento folclórico que están dando al asunto de la extensa corrupción en Marbella está sirviendo para tapar la gravedad de los hechos que se conocen y lo han convertido casi en un proceso de canonización de Isabel Pantoja. No sé, ni me importa su grado de implicación, pero el que la hace la paga. Y si canta bien, que siga cantando y que sus fans le compren discos, pero si se ha dejado querer con dinero oscuro, la ley existe para todos. O así nos lo queremos creer. Esperamos noticias, pero desde los juzgados, no desde la rumorología, con un revisión de su carrera que parece que está al punto de la necrológica.

Las carreteras están abarrotadas, las playas son un infierno con olores a protector, pero hay unas sirenas que bailan bajo las aguas de las piscinas, que además atesoran medallas. Son las mismas que siempre salen, las mismas sonrisas, los mismos esfuerzos. La natación sincronizada es un espectáculo bello y televisivamente bastante aprovechable como se demuestra en cada retransmisión. Refrescante iba a decir, pero como siga utilizando tópicos se me van a llenar los occipitales de granos con cima abanderada diciendo en varios idiomas: idiota. Lo del Prat son otras imágenes que me han dejado estos días un poco de escozor: ¿una huelga salvaje el día 29 de julio de todo el personal de tierra del aeropuerto catalán? ¿Invasión de las pistas de decenas de personas con chaleco fosforescente? Alucino. El calor derrite mis bolígrafos de mesilla de habitación de hotel.

Aunque lo que derrite todos los bolígrafos y todos los límites de lo permitido es lo de la matanza de civiles libaneses de manera sistemática a cargo del ejército de Israel. Eso amarga cualquier pastel de zanahorias, cualquier sentido de la justicia y del orden mundial. Hasta de las leyes de la guerra. Las imágenes televisivas son abrasivas para la razón. La receta de Bush es Arroz amargo. -