TEL AVIV
Por segundo día consecutivo, la guerrilla chiíta de Hizbula siguió castigando con sus cohetes a Israel. Si la víspera lanzó más de 200, ayer dio una vuelta de tuerca y, con una intendisad inusitada en menos de una hora laznó un centenar de ataques artilleros contra el norte de Israel y contra los ocupados Altos del Golán (sirios).Siete civiles murieron a consecuencia de estos ataques, cuatro en San Juán de Acre (a 25 kilómetros de la frontera con Líbano) y tres en la localidad de Maalot, estos últimos palestinos con pasaporte israelí, según la prensa israelí. Los heridos rondan la treintena. Kyriat Chmona, Tiberiades, Rosh Pina y Safed también fueron objetivos de los cohetes.
Dos días después de que el primer ministro israelí, Ehud Olmert, diera por desarticulada la capacidad ofensiva de Hizbula, fuentes militares anónimas aseguraron que sólo han podido destruir el 10% del arsenal de la guerrilla chiíta. Fuentes oficiales insistieron en que necesitan más tiempo para neutralizar «a cientos de equipos de lanzamiento compuestos por tres o cuatro terroristas, que guardan los cohetes en sótanos, los cargan, disparan y se evaporan en el aire».
El capitán Noa Meïr reconoció que Hizbula mantiene la iniciativa. «Ellos eligen y nos imponen el calendario y el ritmo. Esta guerra es extremadamente complicada», añadió.
Lo es, a tenor de las informaciones que llegan de la feroz resistencia de Hizbula en las localidades del sur de Líbano. La guerrilla, escasos miles de efectivos, impedía a los 10.000 soldados israelíes tomar las colinas estratégicas.
Los combates eran especialmente intensos en Taibe, donde Hizbula reconoció cuatro bajas mortales propias pero anunció la destrucción de tanques y vehículos israelíes.
Israel, cuyo ministro de Defensa, Amir Peretz, dio la orden de preparar hasta el río Litani la ofensiva terrestre hasta ayer limitada escasos kilómetros al interior de la frontera, anunció la muerte de tres de sus soldados, cuatro según la televisión “Al Arabiya”».
R. MULHOLLAN / M. BLUM
KIRYAT CHMONA
Las mujeres se pelean por los paquetes de pañales, los niños se roban los juguetes, los hombres exigen más alimento. En Kiryat Chmonna, norte de Israel, los que no pueden huir de los cohetes de Hizbula sólo tienen una frase en la boca: «¡Sacadnos de aquí!».
Kiryat Chmona, a sólo tres kilómetros de Líbano, es una localidad de 25.000 habitantes situada en la falda de una montaña y, desde el inicio de la crisis, es uno de los objetivos más castigados por los katiushas.
Cerca del 60% de sus habitantes han huido. La mayoría del resto no lo ha hecho por falta de medios. «Tengo al teléfono a un montón de madres llorando. Quieren irse», señala Hen Simcha, que atiende la línea de urgencia puesta en marcha estos días. Los que se han quedado «son los pobres, los viejos, los enfermos», asegura ella.
Los que llaman a la «línea caliente» piden víveres, luz eléctrica o hacen consultas médicas.
«Pero la mayoría quiere huir y montan en cólera porque les digo que ahora no podemos ocuparnos de ello. No entienden que les dejemos sufrir aquí», añade.
Según Yariv Amiad, un portavoz del Ayuntamiento de la localidad, el Gobierno israelí no ha puesto en marcha un sistema de evacuación y los consejos municipales no tienen los medios para asumir el transporte y el alojamiento para la gente más necesitada.
En Kiryat Chmona, los servicios estatales que se ocupaban de garantizar la asistencia vital a los más pobres están cerrados desde hace semanas.
El resultado está a la vista con motivo de la distribución de víveres organizada por un donante francés que ha enviado al norte de Israel un camión cargado con bienes de primera necesidad. La distribución deja paso a la algarada, provocando peleas a golpes entre la población.
«Tenemos hambre, hemos sido abandonados por el Estado (israelí)», denuncia un hombre de una cuarentena de años que está en paro. Las mujeres, con sus bebés en brazo, suplican por un poco de leche, de azucar, de aceite.
A unos metros del camión, el filántropo francés se confiesa horrorizado. «Nunca hubiera imaginado ver semejantes imágenes en Israel».
Sima, una joven madre, no oculta su emoción: «Nadie ha venido a ayudarnos en tres semanas, sois ángeles».
Un funcionario municipal asegura que se necesitaría un camión diario. «Los que no tienen coche, los impedidos, las madres solteras, los nuevos emigrantes, son los que quedan. Y el Estado les ha abandonado», asegura bajo anonimato.
El Tsahal acentúa los bombardeos contra ciudades
libanesas
GARA
BEIRUT
Horas antes de que Hizbula lanzara su ataque contra objetivos israelíes, el Tsahal bombardeó los suburbios de Beirut. Y, a tenor de las octavillas que lanzó entrada la tarde desde su cielo, la capital libanesa se perfila como el objetivo de sus inmediatos bombardeos.
A última hora de la tarde, Tiro volvió a ser bombardeada, concretamente los barrios más meridionales del extrarradio de esta antigua capital fenicia.
La ciudad sureña libanesa es una de las más castigadas del país desde que el pasado 12 de julio Israel comenzó su agresión militar.
La Policía libanesa confirmó también ataques aéreos contra Baalbeck, en el valle oriental de la Bekaa, escenario la víspera de una fugaz incursión israelí.
Los panfletos lanzados por el Ejército israelí advierten a la población de que «las consecuencias serán terribles, y no sólo para la banda de Nasrallah», en referencia a la guerrilla de Hizbula. El aludido denunció en una alocución televisada que «Israel sólo es capaz de matar a civiles, mujeres y niños».
