«Mientras estábamos jugando a los naipes y bebiendo wisky, surgió la idea de ir a una casa iraquí, violar a una mujer y matar a su familia». Es parte de la declaración de un sargento de las tropas norteamericanas que están instaurando la democracia que hará libres a los hombres y las mujeres de Irak. Después de jugar al golf detrás del puesto de control, relata el sargento Paul Cortez, con cuatro camaradas entró en una vivienda, encerraron al matrimonio y a la hija de seis años en una habitación y se quedaron con la de catorce en el salón. Allí la violaron por turno. Una vez materializada la «idea», rociaron su cara con queroseno y le prendieron fuego. Al terminar, le dispararon en un ojo y mataron al resto de la familia. Volvieron a su puesto de control y «asaron alas de pollo» en una barbacoa.
Hace escasos días dos mujeres fueron violadas en fiestas de Baiona. La de veinte años también sufrió una violación de grupo. La de dieciséis fue encontrada deambulando en estado de shock con las ropas y el cuerpo llenos de sangre y barro. Imagino que los que lo hicieron seguirían tomando zuritos.
Cada cinco días en el Estado español una mujer es asesinada a manos de un varón conocido de ella. Amén de las miles de denuncias por malos tratos. Muchas de ellas ni siquiera admitidas a trámite.
¿Psicópatas, enfermos? En absoluto.
Los psicópatas no acostumbran a actuar en grupo. Y no se conoce ningún virus que provoque comportamiento tan brutal y miserable.
Simplemente varones con el poder para hacerlo. Poder legitimado por siglos de cultura patriarcal. Siglos de misoginia mamada desde la infancia, de culto al colgajo que llaman falo y de invisibilidad de las hembras por carecer de él.
El hombre más oprimido puede oprimir todavía a otro ser, que es su mujer.
No es un problema de salud mental, es un problema político. O educamos a niños y niñas en igualdad cortando de raíz toda discriminación en base al sexo o seguiremos creando monstruos y seres infelices. Es imprescindible acabar con los lacitos rosas y azules para los bebés.
La visibilidad de la mujer no puede ser Corporación Dermoestética. Sus propietarios debieran ser obligados a llevar implantes mamarios de quince kilos y penes de ciento diez centímetros mientras nadan en piscinas llenas de baba de caracol. -