Como viene siendo habitual en los últimos años, la Aste Nagusia de Donostia ha servido una vez más como excusa a diferentes iniciativas de la ciudad para expresar sus opiniones y hacerlo además en un ambiente festivo y colorista. Objetivo cumplido. La kalejira salió del Bulebar a las 18.30, como estaba previsto, bajo el lema principal ‘‘Herriak herriarentzak eginak, baita Donostian ere’’, en el que se han agrupado más de 40 colectivos, desde Donostiako Piratak y Antitaurinos a Ezker Batua o Euskal Herrian Euskaraz, y que reivindicaron unas fiestas por y para el pueblo, denunciando la actuación del Ayuntamiento, al que consideran responsable de organizar unas fiestas «más para el turista que para el ciudadano».

La kalejira presentó diferentes sectores y en cabeza, tras la pancarta que abría la marcha, viajaban en una furgoneta el DJ Haritz Sound System y los bertsolaris Unai Muñoa y Ander Lizarralde, que dedicaron sus bertsos a las fiestas populares, y el DJ le puso música de baile a la comitiva y cantaba «Guk badakigu zer garen, zertan gauden eta nora goazen» (que sería «nosotros sabemos qué somos, en qué andamos y adonde vamos»).

Txanpontxo, la mascota del comité de fiestas de Bidebieta, animó a la gente entre bailes y caramelos que lanzaba a los niños y no tan niños, aunque a más de uno le diera miedo su cara pintada. Dos gigantes bailaban a ritmo de DJ agitando su blusa, él, y su combinación, ella, que para algo iban de folklorikos.

Ikurriñas ondeantes y banderolas, ondeantes también, animaban el ambiente, que ya de por sí fue una fiesta, y qué mejor manera de opinar que disfrutando. Y bailando. ‘‘Y el que no baile, torero’’. O eso gritaban los antitaurinos, y claro, bailaron todos, y a los niños les hacía gracia eso de ‘‘Torero, valiente, valiente hijo de puta’’ y lo gritaban muy alto, emocionados. Y todos bailaban. Y un grupo de gente llevaba capas de colores con la bandera pirata estampada en blanco, y luego resultó que eran miembros de la Gazte Asanblada de Gros, que querían aportar algo alegre y original y al final, pues capas rosas, verdes, azules y amarillas.

‘‘Si quieres sangre, córtate las venas’’ o ‘‘Si el toreo es arte, el canibalismo es gastronomía’’ fueron otras consignas que también se repitieron durante el recorrido. Del Bulebar al Bulebar pasando por el Buen Pastor, y todo el trayecto con gente que se animaba desde la barrera, que quiero pero no puedo, y una abuela bailaba con su nieto con el DJ, y recogía otro caramelo, de frambuesa o qué sería, y un autobús lleno de orientales, no supimos si chinos o qué, pero llenos de cámaras que fotografiaban la fiesta, y algunos, casi todos saludaban con la mano, sólo faltó que hubieran bajado a la calle, que había que hacer ruido.

Y todo esto a la altura del puente de Santa Catalina, que aún quedaba un trecho para volver al Bulebar, así que seguía la juerga, y otra vez, ‘‘Con los taurinos, vamos de culo’’, con el tono de consigna, y todos dados la vuelta, andando de espaldas (de culo), y otra vez a bailar, que no se paró ni un minuto de agitar y bailar y saltar, que a ver quién quería ser torero en una manifestación antitaurina, alibote, alibote.

Ya en el Bulebar, mientras la gente se acomodaba, el grupo de trikitilaris siguió animando el tema, y hasta hubo quien siguió bailando, para que no decayera.

Desde el kiosko del Bulebar se procedió a la lectura del manifiesto que reunía a las diferentes organizaciones que agrupaba la kalejira. Se hizo hincapié en la necesidad de potenciar una cultura popular en la Aste Nagusia donostiarra, que muchas veces queda doblegada a la presencia del Ayuntamiento, pero sirvió para recordar que aún hay algo que corre por las venas, con la fuerza de un ciclón, que diría aquella. Unai Muñoa y Ander Lizarralde siguieron con sus bertsos y recordaron al alcalde y a los organizadores de las fiestas. Y seguía la fiesta porque después, no se supo si una espontánea o qué, pero se atrevió con un irrintzi que se ganó los aplausos de los que estaban allí y de los que estaban pero sólo de paso.

Luego pidieron desde el micrófono el boicot a Ilunbe, ya que según los organizadores de la kalejira, los beneficios que se generan en el centro de ocio «va para los taurinos», que era precisamente a los que no se quería dar nada, ni los buenos días.

Así, entre una cosa y otra, la gente se fue disolviendo, disolviendo, y repartiéndose por las calles de la Parte Vieja y alrededores, para dar comienzo a una semana que se presenta como poco, de siete días, y la gente que caminó en la kalejira se mezcló con gente que pasaba por allí, y al final, acabó como empezó, con las calles donostiarras llenas de gente, entre propios y extraños. Para los conciertos que se iban a ofrecer después en la plaza de la Trinidad la gente aprovechó y se quedó de poteo en Ikatz kalea y la fiesta seguía para ir a ver a Su ta Gar, Kuraia y Des-Kontrol. El dinero recaudado con los conciertos servirá para financiar los gastos de las fiestas alternativas de Donostia y sus gentes. Lo proximo, Abordaia Pirata.