María Eugenia LUC | Compositora
«Decidí quedarme en Bilbo por la calidad de vida y humana de este país»
La compositora María Eugenia Luc nació y se formó en Argentina, pero decidió abandonar el país durante la dictadura en busca de mejores oportunidades profesionales. Hace 13 años llegó a Bilbo y desde entonces se ha convertido en una figura imprescindible del panorama vasco de las nuevas músicas, gracias a su labor creativa y pedagógica.
El próximo jueves se estrena la última obra de María Eugenia Luc, “Red”, dedicada al flautista Mario Caroli. Se trata del único estreno del Ciclo de Música Contemporánea de la Quincena Musical, que presenta media docena de interesantes propuestas durante toda esta semana.
¿De qué trata «Red»? ¿A qué hace referencia el título?
El nombre “Red” lo elegí porque es una palabra interesante desde distintos aspectos y que representa a la obra de alguna manera. Es ambigua en cuanto al significado: rojo en inglés, malla o tejido en castellano, y desde el aspecto sonoro es un monosílabo formado por una vocal, enmarcada por dos consonantes de características tímbricas diferentes (ruido). Todo esto explica de alguna forma lo que sucede en la partitura. Es una música intensa y vibrante (como el color rojo), en la que cada uno de sus elementos sonoros constitutivos se relacionan con todos los demás (como los hilos de una red), y donde la organización rítmico-sintáctica intenta plantear un paralelismo entre el discurso verbal y el discurso musical, donde los sonidos tónicos (las notas) se desarrollan enmarcadas por ruidos (que funcionan como las consonantes en el habla). El flautista hace «hablar» al instrumento, lo cual genera una calidez y ductilidad particular, por lo que la flauta en sol es un instrumento más que apropiado.
A Mario Caroli se le conoce como el «Paganini de la flauta», por su enorme virtuosismo. ¿Ha pesado esta faceta a la hora de escribir una pieza para él?
Antes del encargo había tenido la oportunidad de escuchar una grabación de Caroli interpretando la obra para flauta de Sciarrino, conocida entre otras cosas por su dificultad. Me impresionó no solamente su virtuosismo sino la dulzura, la elasticidad y exactitud de su interpretación, que no se detenían en la gran complejidad de las obras, sino que la traspasaba. Pensé que era una buena oportunidad para trabajar esta idea tímbrico sintáctica.
Tras «Red», usted se ha puesto a trabajar en una obra sinfónica que estrenará la BOS en noviembre. ¿Qué nos puede adelantar de una obra de título tan llamativo como es «Apocalipsis»?
La obra se inspira en el libro del Apocalipsis de san Juan. Desde la primera vez que lo leí, cuando era muy joven, me impresionó su musicalidad: la cantidad de imágenes sonoras que presenta, las 7 trompetas, las voces, los cánticos, las cítaras, el silencio con la apertura de 7º sello, la suspensión del tiempo después de la 6ª trompeta. Es sorprendente que con la cantidad de obras musicales inspiradas en la liturgia que posee nuestra literatura musical, nunca se haya abordado el Apocalipsis. Por otra parte creo que estamos atravesando un momento histórico muy particular donde tantos eventos nos recuerdan a diario la posibilidad de un fin. En este caso, la música intenta ser una evocación de las imágenes simbólicas, situaciones y eventos que allí se plantean a modo de profecía.
Usted, como tantos otros compatriotas suyos, tuvo que dejar Argentina en un momento difícil para el país. Esta experiencia se puede rastrear en obras como «Underground», que hablan de la violencia y la inmigración. ¿Qué recuerdo tiene de aquellos años? Son duros los recuerdos de aquellos años en
donde la iniquidad gobernaba el día a día, donde la idea de los derechos del
ciudadano se desconocían. En medio de todo eso ser un compositor de música
actual era lo mismo que no ser. Decidí emigrar en busca de tierras cálidas.
Obtuve una beca del gobierno italiano para hacer un curso de perfeccionamiento
de 3 años en Siena y Milán, y luego en París, tras una breve incursión en
Alemania.
Tras este periplo cosmopolita... ¿qué le llevo a instalarse finalmente en Bilbo?
Lo importante no es qué me trajo a Euskal Herria sino qué hizo que me quedase. Yo vivía y trabajaba en Italia como correctora y revisora de Ricordi. Por razones de trabajo me trasladé a Bilbo y al conocer la calidad de vida y humana de este país decidí establecerme.
¿Y cómo es aquí la vida para una compositora que ha conocido tanto mundo? ¿Qué echa en falta en Euskal Herria?
Euskal Herria es un país que día a día se inserta más en la dinámica europea. Cuando llegué hace 13 años no era así, sin embargo es sorprendente el cambio que se está produciendo en tantos niveles. Creo que aún hay mucho camino por andar, sin embargo confío en que se hará. No obstante, pienso (tal vez porque me toca de cerca) que uno de los aspectos en los que se debe trabajar más intensamente es en el compromiso de las instituciones, públicas y privadas, en el desarrollo del arte actual, ya que el arte es el fundamento de la cultura de un país.
Usted fue fundadora y presidenta de KURAIA, y más tarde del KLEM. ¿Por qué vio la necesidad de embarcarse en estos proyectos?
El motivo de la fundación de ambos es muy sencillo: dinamizar la creación y difusión de la música actual en Bizkaia. Actualmente esto parece retórica pero hace 10 años la realidad musical en Bizkaia era muy distinta. Al llegar me sorprendió la poca programación de obras de creación actual. No solamente no se podía comparar con la de otras capitales europeas, sino que hasta en Buenos Aires se podía encontrar una mayor. Por tanto un pequeño grupo de músicos decidimos reunirnos para hacer nuestra aportación. Así nació KURAIA. KLEM fue una consecuencia natural, aportar a la ciudad un laboratorio de producción e investigación de música electrónica y multimedia.
Hablar con usted transmite una extraña serenidad. Uno se la imaginaría más como poetisa o filósofa. ¿Por qué eligió ser compositora?
Tal vez usted diga eso porque me ha escuchado hablar pero no ha escuchado mi música, soy más músico que poetisa o filósofa. No obstante Filosofía y Literatura siempre me han inspirado un enorme respeto y fascinación. Si bien no provengo de una familia de músicos, la música formó parte de mi vida desde la infancia de forma lúdica y creativa. Siempre quise ser músico por el placer que me producía hacer música. Por eso, llegado el momento, abandoné a mi familia, a mi país, a mis amigos para poder realizarme como músico. Hoy me estoy aproximando al objetivo y lo vivo intensamente. -
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