Sr. Garzón, busque un lugar tranquilo y póngase cómodo, respire lento y profundo y vaya relajando cada músculo de su cuerpo. Desde esa actitud de relajación profunda imagine que de repente un vasco «cualquiera», por ejemplo Otegi, llega a ser presidente de España y lo primero que ordena es que a partir de ahora todos los españoles dejan de ser españoles, sólo pueden ser vascos, se prohíbe hablar español, se impone por decreto el euskera, las escuelas son ikastolas, se prohíbe la bandera española, sólo se permite la ikurriña, se prohíbe bailar sevillanas y cualquier manifestación social y cultural española, se cierran casas de cultura, se prohíbe la prensa española, se ilegaliza cualquier partido político español, se prohíbe todo lo que huela a español; en una palabra, se prohíbe a los españoles ser y sentirse españoles.

De repente los españoles se rebelan, se organizan, se manifiestan y protestan, pero llega un juez vasco, muy gallardo y un poco paranoico, y ordena detener, torturar y encarcelar a cualquier sospechoso, cualquiera que pretenda ser español y no se someta a las órdenes de los vascos. Por supuesto, estos rebeldes españolitos son enjuiciados y encarcelados lejos de su linda España, lejos de su familia, comienzan a deprimirse, a desesperarse, comienzan huelgas de hambre y suicidios dentro de las cárceles, comienzan a morir españoles al accidentarse en sus viajes para visitar a su familiar preso, comienzan juicios absurdos y descabellados. Algunos de estos presos y torturados son sus sobrinos o hijos de alguna amiguita íntima; por lo tanto, es algo que duele, que remueve muy en su interior, hay rabia e impotencia, desesperación y frustración y deseos intensos ya no de venganza, sino de justicia, de que se respete y se deje en paz a los españoles.

Y aquí cuento hasta tres y usted despierta de su terrible pesadilla, que usted y otros más hacen que sea la cruda realidad diaria de los vascos, sin que haya muchas esperanzas de terminarla . Y para no frustrar su papel de justiciero, le doy nombres para su lista negra: José López Portillo ­presidente­, Oscar Flores Sánchez ­procurador general de Justicia­, Armando León Bejarano ­gobernador de Morelos­, Jorge Jiménez Cantú ­gobernador del Estado de México­, Arturo Durazo Moreno ­director de Policía­, Quiroz Hermosillo ­jefe de las Brigadas Blancas en el Campo Militar número 1­. Responsables de cientos de detenciones ilegales, salvajes torturas y crueles asesinatos que se cometieron en los años setenta en México. Si acaso necesita testigos, algunos todavía estamos vivos y, mientras tanto, que viva la terapia. -