| ZURRIOLAN |

Estamos viviendo momentos memorables en esta exitosa 54 edición de Zinemaldia, dentro y fuera de la sala oscura. Ayer mismo, el cine y la vida se solaparon de una manera prodigiosa, casi como un calco.

Al terminar la proyección de la película norteamericana a concurso me acerqué a la rueda de prensa, por ver de cerca a mis admirados Steve Buscemi y Tom DiCillo, y lo que me encontré fue un espectáculo que parecía preparado por el departamento promocional de ‘‘Delirious’’. Algunas de las personas acreditadas, sobre todo reporteros gráficos, montaron la tremolina porque las primeras filas de sillas estaban reservadas, lo que al parecer dificultaba su trabajo. La escenas que acabábamos de ver en la pantalla se repetían, con los fotógrafos dándose codazos los unos a los otros para hacerse con la posición privilegiada para obtener el mejor ángulo de los dos rostros del día. Los propios profesionales implicados eran tan conscientes de la rocambolesca situación que, durante la ronda de preguntas, uno de ellos no pudo evitar pedir al actor y al director de la película que comentaran tan curioso paralelismo. Ambos demostraron tener mucho sentido del humor y retomaron irónicamente de la ficción el juego comparativo o diferenciador, según se mire, entre la figura del paparazzi y la del fotógrafo profesional.

Si llevas colgada una cámara no te gusta que te llamen eso, igual que a los que comentamos las películas no nos hace felices que nos digan lo de «críticos». Cada gremio lleva su pesada cruz a cuestas. -