BIARRITZ

Rulfo explicó así la gestación de la película: «Al principio pensaba que se trataba de un viaje a través de la vida de la gente. Al empezar a darles cara, voz, ambiente, música, sonido, ruido... todo se va armando y eso es lo bueno de una película así». Y aclaró también que «no es una clásica ficción en donde tú tienes un guión y vas imaginándote caras hasta que encuentras un actor. Acá no, acá curiosamente los sonidos y los protagonistas te van dando la historia».

Se trata de una historia muy particular sobre la vida, el trabajo y las ideas de las personas que junto con el director han creado la historia. Mediante el lenguaje cinematográfico, el director Juan Carlos Rulfo ha conseguido convertir lo particular en una historia universal. «Yo estaba muy obsesionado en que la película no fuera aburrida o un documental denso sobre México. Quería que fuera universal, quería que estos iconos particulares de la esquina de mi casa en ese hoyo de Ciudad de México tuvieran una voz que en todas partes se pudiera conocer mediante los clichés de algunas trampas narrativas de mi edición, que funcionan».

Entre lo que el director denomina como trampas o clichés narrativos se encuentra la utilización de la música: «Está el cliché, un poquito, porque mediante el sonido creas atmosferas». afirmó.

En esta película extraordinaria incluso la música está creada a partir de la realidad. Así lo explicaba Rulfo: «La música es el resultado de los sonidos de la obra, no hay instrumentos, son varillas de la obra, frenazos de motores y todo está armonizado. Se han creado sonidos armónicos con todo el ruido». El realizador mismo se sorprendió del efecto logrado mediante los sonidos cotidianos. «Lo curioso es ver cómo llegas a ese cliché, con momentos emotivos, melodramáticos pero con recursos no tan usuales. Y eso me gusta mucho».

Todos estos recursos se unen para contar una historia sobre la gente corriente, los trabajadores. «No es un documental sobre los obreros de la construcción, porque eso me da una flojera enorme. Es más bien una película sobre la gente, se hace homenaje a la gente y en este caso a los obreros», puntualizó el director.

En la historia los personajes tienen una importancia vital. El director buscó a las personas que pudiesen dar vida al proyecto y se encontró con el Grande, el Chaparro, Vicencio, el Guapo y Agustín, trabajadores de la obra. El toque místico de la película viene de la mano de una mujer que cuidaba la carretera de noche para que los coches no pasasen por las zonas de trabajo y que el director definió como «una bruja de magia blanca». «Ella me hablaba de las ánimas y de todos los personajes que andan por el periférico cuando lo cierran, entonces empecé a oír una especie de fantasía y magia alrededor de las cosas».

“En el hoyo” se podrá volver a ver hoy en el cine Atalaya. A lo largo del día también se presentarán otros tres largometrajes de la sección oficial en la misma sala. La cubana “Así de simple”, de Carolina Nicola, “Cuando me toque a mí”, del director ecuatoriano Víctor Arregui y la “Mariposa Negra”, del peruano Francisco Lombardi.

Tres artistas latinoamericanos en Biarritz

BIARRITZ

El Festival Biarritz de Cines y Culturas de América Latina trata también de acercar a la ciuidad labortana las diferentes expresiones artísticas del otro lado del océano, por lo que además de las películas mostradas dentro y fuera de la Sección Oficial también se organizan conciertos y exposiciones de arte.

Tres fueron las exposiciones que se abrieron ayer en la cripta Santa Eugenia y en el Casino Municipal.

Arboles

En primer lugar se puede ver una selección del trabajo del panameño David Solis agrupado en la exposición “Arboles y horizontes”, que muestra una serie de dibujos y pinturas que revisan la imagen del árbol y sus diferentes significados.

En el Casino Municipal se pueden ver una muestra de las fotografías de la venezolana Anabell Guerrero y de la chilena Camille Fuzier.

La exposición traída de Venezuela muestra la serie “Totems, en la frontera”, en la que Guerrero trata uno de sus temas favoritos; el de la frontera, el límite, como lugar de paso y de vida.

Fuzier, por su parte, muestra en sus obras el viaje que hizo recorriendo la Carretera Austral por el extremo sur de Chile hasta llegar al pequeño poblado de Caleta Tortel en el que viven a penas 500 personas.