Mañana se celebrará en Estrasburgo un pleno que todos coinciden en destacar por su importancia para el proceso. Y a Carlos Dávila se le ha inflamado hasta el cartílago de la orejas. Ayer, en su crónica semanal de ‘‘La Razón’’ acusaba de ‘traición’ y llamaba a la rebelión. Lean, lean:
«Estamos en vísperas de la gran traición. De la primera de una serie de traiciones que el Gobierno va a envolver en el celofán tóxico de una paz indigna. Las traiciones culminarán con la independencia, tras un referéndum pactado, de un territorio secularmente español: el País Vasco, al que se pretende adosar un Viejo Reino, Navarra, que incluso está presente en el gran escudo de la Patria común».
Lo que más le dolía a una de las cabezas más brillantes del periodismo español era que «a la gran traición asistimos los españoles con una mezcla de indiferencia y complicidad. Éste es el único país, la única nación del Occidente libre, que contempla su destrucción sin mover un solo músculo, sin formular la más leve de las protestas». ¡Está tremendo el hombre! Acto seguido explicaba que la Constitución Española de 1978 recoge la posibilidad de que el presidente del Gobierno cometa delito de traición y pedía a gritos que prendan a ZP para evitar la gran catástrofe.
Y es que cree Dávila que «en los próximos días, según parece, pueden anunciarse sus dos siguientes victorias (de ETA). El reconocimiento del derecho a la autodeterminación (no se engañen, a la independencia) de los vascos, y la anexión, por la vía de todas las trampas imaginables, de Navarra al nuevo territorio separado. Esta es la paz de Zapatero».
Y sigue lamentándose el émulo del alcalde de Móstoles:«Es difícil escribir esto, pero no se puede reprimir la advertencia de la verdad: mayoritariamente a nuestro país, a España, tal traición le importa un bledo. España se desintegra a manos de los pistoleros, y España renuncia a preocuparse por otra cosa que no sea la hipoteca». Pues sí que están mal las cosas en España...
Y a modo de corolario Dávila no renuncia a una grave sentencia:«Todo es un enorme disparate. España, gobernada hoy desde la gran traición, no merece más que esta apreciación como titular: ser el país de ‘Yo soy la Juani’». La verdad es que cuando se pone ocurrente el Dávila su crónica resulta de lo más entretenida. -
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