Zornotza muere y agoniza. Mejor dicho, están matando a nuestro pueblo. ¿Quién lo reconoce hoy en día? Las cicatrices causadas por los que dicen amar a Euzkadi son demasiado profundas para poder curarse. El título de este artículo cualquiera pudiera cambiarlo por el nombre de su barrio, pueblo, ciudad o el conjunto de Euskal Herria y comprobar que no difiere mucho de la situación de nuestro pueblo.Bajo el bonito lema de «desarrollo sostenible» están destrozando nuestra tierra para sus beneficios políticos y económicos y el de las multinacionales. Bajo el paraguas del desarrollo sostenible entran centrales térmicas, trenes de alta velocidad, la autopista Super-Sur, un tercer carril en la A-8, urbanizaciones salvajes, cimentación de las escasas zonas verdes, vertederos de residuos peligrosos, talas de especies autóctonas de árboles, grandes centros comerciales, etc.
Todo vale para construir su Euskal Hiria, esa mega polis neoliberal sin ninguna seña de identidad al servicio únicamente del capital.
En lo referente a Zornotza, la central térmica de Boroa lleva ya más de un año asesinando a plantas, animales y personas. Recordemos que esta central es el mayor atentado ecológico y antidemocrático que se ha llevado a cabo en nuestro pueblo. Esta central fue rechazada rotundamente en un referéndum en el que el 98 % de las y los vecinos que acudieron a votar dijeron NO a esta imposición y apostaron por el respeto a la voluntad popular.
Los buenos, los demócratas de toda la vida, pasaron por encima de la voluntad popular y ya hace tiempo que estamos sufriendo las consecuencias en forma de contaminación atmosférica, vertidos, etc. Los valores de distintos contaminantes atmosféricos, como las partículas PM-10, hacen que en muchos días la calidad del aire en Zornotza y en sus alrededores sea mala o muy mala. Los valores de ozono troposférico superan los niveles de aviso a la población en los días mas calurosos del verano y aquí no pasa nada, todos con nuestros hijos a jugar al parque a que respiren esa mierda tóxica.
Menos mal que las cabezas pensantes y el alcalde del PNV que gobiernan en este pueblo han encontrado la solución al problema del tráfico y la contaminación. Nada más y nada menos que la construcción de un parking subterráneo de hasta 600 plazas en el centro del pueblo, debajo del Parque Zelaieta, con lo que ello supone de destrucción de toda la masa arbórea existente, especies de gran valor por su antigüedad y por su gran porte. Esperemos que este innecesario y destructor proyecto se paralice antes de que sea tarde, ya ha comenzado una campaña de recogida de firmas para evitarlo. Así intentan solucionar el problema del tráfico con un pueblo colapsado diariamente, construyendo un aparcamiento en el centro, mientras aparcamientos como el de Nafarroa se encuentran vacíos día tras día.
Por si no teníamos poco con todo esto, la amenaza del TAV se acerca a toda Euskal Herria, y cómo no, Zornotza será según su propio Estudio de Impacto Medioambiental una de las zonas en las que más impacto visual causará, aparte del resto de impactos, tanto ecológicos como sociales, que traerá la construcción de este TAV.
El PNV de Zornotza, como el de la CAV, siguen apoyando este destructor proyecto y ya se han repartido el negocio con el PSOE, que si unos amiguitos en las cementeras, que si unas comisiones ilegales, una posible financiación ilegal y como no, a seguir llenándose los bolsillos a costa de la (des) construcción nacional. Siguen confundiendo «construcción nacional» con «cimentación nacional».
Y ahora tienen la vergüenza de crear una Agenda 21, después de destrozar el pueblo durante años, pretenden ponerle parches. Incluso hasta realizar foros de participación ciudadana meramente consultivos para conseguir un pueblo más habitable para todos, qué bonito queda todo en los panfletos y en el papel.
Lo habitual suele ser que los representantes institucionales vean estos órganos de participación como un peligro a su poder de decisión, intentando de diferentes formas restringir su operatividad al máximo. El objetivo real suele ser neutralizar la crítica y crear un dispositivo que legitime socialmente la política destructora que la administración desea desarrollar. La Agenda 21 es el lavado de cara verde de los ayuntamientos, si no, que me expliquen cómo es compatible una central térmica, un tren de alta velocidad, los preocupantes niveles de contaminación, un aparcamiento subterráneo en el centro del pueblo... con los objetivos de sostenibilidad señalados en la Agenda 21.
Los destructores de la tierra no están en tregua, las personas que la amamos e intentamos defenderla, tampoco. -