MOSCU
El 23 de octubre de 2002, un comando checheno tomó al asalto el teatro Dubrovka, en el que 850 personas asistían a la representación del espectáculo musical Nord-Ost. Tres días después, fuerzas especiales rusas asaltaron el teatro y provocaron la muerte de 130 secuestrados y de una treintena de miembros del comando, la gran mayoría por efecto de un gas de composición secreta.Cuatro años después, la Fiscalía de Moscú anunció ayer un nuevo retraso en la publicación de los resultados de su investigación. La nueva fecha es el 19 de noviembre, aunque la agencia oficial rusa Itar-Tass adelantó la posibilidad de una nueva prórroga hasta el 19 de febrero de 2007.
«No es ninguna sorpresa», confirma la presidenta de la asociación de víctimas del teatro Dubrovka, Tatiana Karpova. No en vano no alberga ninguna esperanza de conocer la verdad a través de las investigaciones oficiales.
«Casi todos los interrogantes siguen sin respuesta cuatro años después. Todavía no conocemos la composición del gas que utilizaron», y que continúa provocando enfermedades en buena parte de los supervivientes, recuerda Karpova, que perdió a su hijo en el asalto.
Con todo, anunció que presentará una nueva denuncia contra los organizadores del asalto. «Debemos demostrar la negligencia de los altos funcionarios que encabezaron el centro operativo organizador del rescate», señaló, para asegurar que los supervivientes tienen «pruebas irrefutables de la culpa de los funcionarios» por la falta de atención médica a los rehenes, y presentarán su demanda en los tribunales antes de finalizar el año.
Igor Trunov, abogado de los sobrevivientes y deudos de víctimas de Dubrovka, informó de que hasta la fecha se han presentado 82 demandas, de las que 62 han sido estudiadas en los tribunales, y que en todos los casos la Justicia rusa denegó las compensaciones en concepto de perjuicio moral. Explicó que es casi imposible que los damnificados cobren alguna indemnización porque la ley rusa establece que corren a cargo de los secuestradores.
Karpova también informó de que algunos sobrevivientes y deudos de las víctimas de Dubrovka «han solicitado ayuda en la investigación a órganos del orden púbico extranjeros, pues las estructuras estatales rusas deniegan todas sus peticiones» para establecer la verdad. La asociación que ella dirige ha solicitado una audiencia ante la Corte Europea de derechos humanos de Estrasburgo.
Y es que, a su juicio, «la lección a extraer es que no puedes contar más que contigo misma. La ley no tiene ningún poder en este país y, lo que es todavía más terrorífico, la protección constitucional no existe».
El Gobierno ruso insiste en que el personal médico no pudo atender a los secuestrados por el riesgo de que el comando checheno hiciera explotar el teatro durante el asalto. Lo cierto es que poco pudo hacer el personal médico por el carácter secreto del gas.
El asalto al Dubrovka fue todo un presagio del aún más trágico desenlace del secuestro, dos años después, de la escuela de Beslan, en la república caucásica de Osetia del Norte.