Una debilitada AIEA cumple 50 años
DONOSTIA
Hace 50 años, el 23 de octubre de 1956, la Organización de Naciones Unidas creó la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA). Se pretendía controlar el uso de aquella energía que en la década de los 40, durante la Segunda Guerra Mundial, exhibió todo su poder de destrucción cuando Estados Unidos lanzó dos bombas atómicas contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, que aún hoy siguen matando, engrosando unas cifras de víctimas que parecen interminables. En la década de los 60, se disparó la carrera armamentística nuclear. Las salvaguardas establecidas por la AIEA para evitar la proliferación de armas nucleares resultaron a todas luces ineficaces. Claro ejemplo de ello es que el Estado francés, en 1960, y China, en 1964, pasaron a ser miembros del club nuclear, mientras que otros países continuaban sus investigaciones para crear armas atómicas. En 1968 se aprobó el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Pero, en la práctica, no pretendía eliminar las armas nucleares, sino asegurar que los que ya las tenían no tuvieran competencia. Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, el Estado francés y China se afianzaron como las grandes potencias atómicas. Desde entonces, éstas han pretendido limitar el acceso a la energía nuclear a los países en desarrollo. Pero han utilizado muy distintas varas de medir.
Los amigos y los otros
Mientras que a Israel, sobre todo, y a India y Pakistán, aliados de Occidente, se les permite desarrollar la tecnología nuclear, a Irán y Corea del Norte se les veta, aunque dichos estados aseguran que sus programas tienen fines civiles, porque al club de potencias nucleares no le conviene que esos gobiernos no afines a sus intereses tengan medios para enfrentarles.En esta lucha, la AIEA se ha sometido a los intereses de los grandes. Ayer mismo, el director general de la AIEA, Mohamed El Baradei, advirtió de la posibilidad de un nuevo ensayo nuclear norcoreano, la cual podría hacer que la comunidad internacional «repensase» su actitud, palabras que coinciden fielmente con las tesis de Estados Unidos.
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