Ayer fue un día especialmente triste en lo que a siniestralidad laboral se refiere, ya que tres personas murieron mientras desempeñaban sus respectivos trabajos. En la localidad arabarra de Armiñon murieron dos jóvenes operarios, de nacionalidades paquistaní y marroquí, que fueron atropellados, mientras limpiaban el arcén de la N-1, por un vehículo que se salió de la calzada. Dos nuevas víctimas que pasarán a engrosar las estadísticas de accidentes laborales. Pero no deja de llamar la atención, en unos momentos en los que se apuran las medidas de todo tipo para reducir el número de siniestros y víctimas entre los usuarios de las carreteras, que no haya tal seguridad vial para quienes las construyen y trabajan en su mantenimiento, entre otras cosas porque esas obras de promoción pública se subcontratan a costa de la seguridad de los operarios. Ese elemento de la subcontratación, tan presente en la siniestralidad laboral, se encuentra también entre los factores que pueden explicar la muerte por ataque cardíaco del vecino de Berriozar José Iñigo Blanco en su puesto de trabajo. Precariedad, prolongadas jornadas de trabajo y horario nocturno... causas todas ellas de estrés y de graves trastornos de salud que, como en este caso, pueden llevar a la muerte. -