La Guardia Civil primero y la Ertzaintza después, a las órdenes de un juez de la Audiencia Nacional, están procediendo a «inventariar» los bienes existentes en las herriko taberna de la izquierda abertzale. Se supone que para desposeer luego de esos mismos bienes a sus legítimos propietarios, liquidar el patrimonio y dar al dinero obtenido un fin distinto al que quisieran quienes los compraron. No es nuevo.
La fea costumbre de inventariar los bienes ajenos para incautarlos después viene de antiguo. Los llamados a sí mismos «nacionales» universalmente conocidos como fascistas inventariaron cientos de batzokis, casas del pueblo, locales anarquistas... en cuanto fueron ocupando posiciones militares. Lo primero, además de fusilar, era inventariar e incautar. Y después de los locales de partidos y sindicatos, inventariaron mucho más. Luego la tomaron con las propiedades particulares de nacionalistas, socialistas, sindicalistas de toda condición, euskaltzales... A unos los fusilaron antes y a los otros se limitaron a desvalijarles y desposeerles de su pequeña o mayor fortuna personal. Contaba Monzón que con ocasión de una visita del embajador francés a Franco el propio Telesforo advirtió al diplomático de la importancia de sentarse con cuidado en el sillón que Franco le ofreciera en el Palacio de Aiete, en Donostia.
El embajador debió sorprenderse por la sugerencia, hasta que Monzón se lo explicó: «Es que, ¿sabe usted? el sillón es mío». A Telesforo también le inventariaron la casa, los muebles, los dineros y después se los quitaron.
Ahora hacen inventario de las herriko taberna con aparatoso despliegue de fuerza armada, no vaya a ser que algún intrépido se oponga a que le quiten lo que es suyo. Y antes hicieron inventario de cientos miles diría yo de millones de pesetas para apropiarse de ellos en forma de multas, fianzas, kilometraje, hospedaje forzado por la dispersión y los juicios...
No han inventado nada los que han ordenado este inventario del patrimonio ajeno. Tampoco nos sorprenderán cuando se lo lleven y traten de venderlo si es que alguien quisiera comprar mercancía así obtenida, pero de lo que no cabe duda es de que en este pueblo hay arrestos e imaginación suficientes para reinventar los que ellos inventaríen, primero, e incauten después.
Ejemplos sobran. Miren a su alrededor y repasen la historia. -